Las mareas. Recurso energético
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Canadá
LA SOCIEDAD moderna tiene una sed insaciable de recursos energéticos. Desde la crisis petrolífera de 1973, que catapultó los precios del crudo, los científicos buscan alternativas al empleo de combustibles orgánicos. Por otra parte, la reciente guerra del Golfo Pérsico ha demostrado que las naciones contemplan con preocupación una posible interrupción del abastecimiento del petróleo procedente del Oriente Medio.
En la actualidad se han vuelto a examinar proyectos experimentales cuyo estudio se propuso en su día, pero que quedaron relegados por ser aquellos tiempos menos conflictivos. Por ejemplo: las portentosas mareas oceánicas. ¿Puede ser rentable su aprovechamiento para generar electricidad?
Desde hace ya algunos años, los ingenieros canadienses estudian las impresionantes mareas de la bahía de Fundy, situada entre dos de las provincias atlánticas de Canadá: Nueva Escocia y Nueva Brunswick. Estas mareas le han dado fama a la bahía por ser de las más fuertes del mundo, pues sobrepasan en pleamar los dieciséis metros de altura. Si en Francia y en la Unión Soviética ya había centrales maremotrices en funcionamiento, ¿por qué no en Canadá?
Se propuso un proyecto ambicioso que generaría 4.800 megavatios de energía eléctrica. (En cambio, la cercana central nuclear de Nueva Brunswick solo produce 600 megavatios.) No obstante, el coste total de un proyecto de aprovechamiento de la energía mareal como este sería astronómico: ¡unos cinco mil millones de dólares canadienses!, según cálculos de 1981.
Una central piloto
Con buen criterio, lo primero que hizo el gobierno fue financiar la construcción de una central piloto, con el fin de poner a prueba el diseño y la eficacia de una central de estas características. El nombre que se le dio fue Proyecto Maremotriz de Annapolis, y se ubicó en un dique que represa el río Annapolis, cuyas aguas vierten en la cuenca del mismo nombre y desembocan en la bahía de Fundy, cerca del pueblo Annapolis Royal (Nueva Escocia). La central entró en funcionamiento en 1984 y su construcción costó 55 millones de dólares canadienses.
Según datos recientes, más de cuarenta mil personas han visitado el Proyecto Maremotriz de Annapolis en un año, algunas procedentes de lugares tan distantes como Siberia y China. La central pudiera desilusionarle a primera vista, pues lo único que se ve es una especie de búnker de dos pisos construido en un pequeño arrecife, que no da la apariencia de ser la primera central maremotriz de Norteamérica.
Por otra parte, tampoco se ve una dotación numerosa de ingenieros, pues la central se controla desde un centro informatizado que se halla a unos 100 kilómetros de distancia y solo requiere la presencia de una pequeña plantilla de mantenimiento. No obstante, produce al año un promedio de treinta millones de kilovatios-hora, lo suficiente como para abastecer de energía eléctrica a 8.000 hogares. ¿Cómo lo hace?
Cómo funciona
A unos treinta metros de profundidad se halla oculto el secreto que explica el éxito alcanzado por esta central: una turbina hidráulica. Su funcionamiento es asombrosamente sencillo. La turbina se halla en un pequeño islote que está unido a la orilla por ambos extremos gracias a un terraplén. Cuando asciende la marea en la bahía de Fundy, el agua pasa de la cuenca del Annapolis por las compuertas del dique a un gran estanque que se halla en la parte de las aguas arriba de la presa. Al alcanzar la marea su altura máxima, se cierran todas las compuertas.
Según desciende la marea del lado de aguas abajo de la presa (a unos cinco metros), se vacía de nuevo en la cuenca del Annapolis el agua contenida en el estanque, y pasa por la turbina. La fuerza de caída del agua hace rotar la turbina, y así comienza a generar electricidad. Como la central funciona con el vaciado de las aguas, produce energía eléctrica solo durante unas once o doce horas al día.
Para conseguir estos resultados, se inventó un prototipo de turbina de unos ocho metros de diámetro. Los polos magnéticos del generador, que son los que producen la energía eléctrica gracias a la rotación de la turbina, van sujetos al borde de la misma y rotan con ella. (Por lo general, la turbina convencional lleva un eje que hace rotar el generador.) De este modo se consiguió una turbina más compacta y de buen rendimiento cuando la velocidad del agua es relativamente baja.
Pero, ¿no afectaría al equipo la salinidad del agua? Aunque la acción corrosiva del agua salada ha sido uno de los problemas principales, los ingenieros lo han resuelto creando una corriente eléctrica de baja intensidad en el paso de entrada del agua con el fin de neutralizar el efecto corrosivo.
El futuro de la energía mareal
Si la gran central maremotriz que se proyecta construir en la bahía de Fundy se hace realidad, tendrá más de cien turbinas del tamaño de la que se ha instalado en Annapolis. Se colocarán en un arrecife de unos 8 kilómetros de largo que atraviesa el brazo oriental de la bahía.
No obstante, represar parcialmente la bahía para obtener energía eléctrica podría ocasionar graves problemas. Por una parte, preocupa seriamente el elevado coste de las obras, y por otra, el daño al medioambiente. La alteración de las mareas de Fundy en tan solo unos centímetros puede hacer que amplias zonas del litoral se inunden de agua salada. Los hábitos migratorios de los peces también podrían verse alterados, al impedir, por ejemplo, el regreso del sábalo a aguas más frescas.
Mientras tanto, la primera central maremotriz de Norteamérica —la central piloto de Annapolis— continúa generando energía eléctrica para la red oriental de Canadá. Pero su producción es solo una gota de agua para un país que busca satisfacer su sed energética.
[Fotografía en la página 26]
Estanque
La central maremotriz vuelve a vaciar el agua al descender la marea
Las compuertas se abren para dejar que entre la marea y se cierran para mantener lleno el estanque
Bahía de Fundy
[Reconocimiento]
Por cortesía de Nova Scotia Power Corporation