Emigrantes. Qué pueden hacer para integrarse
“MIRA —replicó Jaroslav, de diecisiete años, cansado ya de que se burlaran de él por ser ucranio—, mis padres vinieron aquí [como] refugiados.” Explicó que habían abandonado su país y que ya no podrían regresar aunque quisieran. Esta experiencia, documentada por el autor John Brown en su libro The Un-melting Pot, revela la típica lucha que muchos inmigrantes y extranjeros tienen que librar para que se les acepte. Este joven descubrió a fuerza de sinsabores que el disculparse por su condición de extranjero no servía de nada. Finalmente decidió utilizar el planteamiento de ‘acépteme tal como soy’, ¡y funcionó!
El prejuicio, la sospecha y la intolerancia son realidades que los extranjeros tienen que afrontar. Pero si usted es un emigrante, puede dar una serie de pasos positivos que contribuirán a que la transición le resulte menos difícil.
Motivos y actitudes
Como sabe que en su nueva vida va a toparse con prejuicios y posiblemente con una actitud de rechazo, prepárese para reaccionar de la manera debida. Rosemary, inmigrante inglesa en Japón, dice por propia experiencia: “No se disguste cuando la gente del lugar haga observaciones mordaces sobre su país de origen”. Y añade: “Resista el poderoso impulso de defender su manera de ser, su ambiente y el país de donde procede. Con el tiempo la gente le juzgará por su actitud y su conducta en la vida cotidiana y no se dejará llevar tanto por los prejuicios. Esto puede llevar años”.
No olvide que la comunidad en la que usted trata de integrarse recelará de los motivos por los que desea vivir en su país. Un corresponsal de ¡Despertad! en Alemania —donde ahora vive una gran cantidad de inmigrantes de la Europa oriental— dice: “El problema de adaptarse a vivir en un nuevo país depende del motivo que se tenga para emigrar. Los que emigran por una buena razón y desean hacer del nuevo país su hogar, por lo general tienen un incentivo para aprender el idioma y encajar lo mejor posible en la nueva cultura. Por otra parte, los que ven su traslado como algo temporal o solo piensan en las ventajas económicas, pronto se desilusionan. Eso hace que no se esfuercen mucho por adaptarse, y resulta en frustración tanto para ellos como para los que tratan con ellos”. Por supuesto, lo antedicho no significa que los inmigrantes no deban regresar nunca a su país de origen si lo desean.
No obstante, las actitudes y los motivos de un extranjero pueden favorecer o frustrar el proceso de integración. Si usted es inmigrante, debe reconocer que entre los naturales del lugar existe, como dice U.S.News & World Report, la firme creencia de que “los forasteros disuelven el adhesivo étnico que mantiene unida a una nación”. No obstante, al demostrar su valía como extranjero y que su colaboración es una aportación, a los naturales del país les será mucho más fácil aceptarle y hasta brindarle su amistad. Rosemary, la inmigrante mencionada antes, explica: “Ellos quieren que sigamos siendo extranjeros, pero también quieren que nos gusten las mismas cosas que a ellos”.
Si usted aprende todo lo que pueda acerca de su futuro destino, podrá prevenir, y quizás hasta evitar, algunos de los problemas a los que tendrá que encararse como inmigrante. El leer, estudiar y hablar con otros acerca del nuevo país, de sus costumbres y de su cultura puede contribuir en gran manera a prepararle para el choque cultural que de forma inevitable experimentará.
Por supuesto, algo esencial para ganarse el respeto de los que le rodean es legalizar su situación. Muchos ven a los inmigrantes ilegales como una molestia y una amenaza. En el mejor de los casos, se les considera mano de obra barata, y están destinados a ser explotados despiadadamente. Por eso, los inmigrantes que han logrado integrarse bien en su nuevo entorno dicen que vale la pena hacer lo posible por legalizar su presencia en el país de acogida. A fin de causar una impresión favorable a los agentes del departamento de inmigración cuando le entrevisten, procure que su apariencia sea limpia y nítida. Muestre una actitud cooperadora. No responda con evasivas.
Pero hay mucho más que usted, el extranjero, puede hacer para reducir las dificultades de integrarse en un nuevo país.
Ábrase a los demás
La tendencia natural de la mayoría de los recién llegados al país de acogida es agruparse en sus propias comunidades junto con otros inmigrantes de la misma nacionalidad. Por ejemplo, en la ciudad de Nueva York hay barrios enteros, como Little Italy, Chinatown y el sector judío, por mencionar solo algunos, cuyas poblaciones son en su mayor parte de la misma nacionalidad. Tales comunidades proporcionan una serie de servicios esenciales que ayudan al inmigrante a sentirse como en casa y a explorar nuevos horizontes desde allí.
Lamentablemente, algunos se aíslan y se cierran a las oportunidades y ventajas que realmente podrían ayudarles. “Si el rechazo y el distanciamiento de la cultura anfitriona se convierten en el modo preferido de hacer frente a la nueva [...] forma de vida —dice la revista Psychology of Women Quarterly—, el proceso de adaptación puede que jamás termine del todo.”
En cambio, la mayoría de los extranjeros cuyas miras han sido lo suficientemente amplias como para integrarse en la sociedad del país de acogida dicen que, como resultado, se han beneficiado mucho. Un grupo de estudiantes estadounidenses que pasaron unas semanas en la isla micronesia de Guam efectuando un estudio sobre distintas civilizaciones, comentaron que aquella experiencia había ampliado su modo de ver otras culturas. “Miro las diferencias con interés y curiosidad en lugar de verlas como una amenaza”, admitió uno de los estudiantes. Otro dijo: “Estoy empezando a ver mi cultura desde otra perspectiva. [...] Me cuestiono valores y cosas que antes daba por sentado. [...] Aprendí de ellos [los habitantes de Guam]”.
No obstante, para llegar a integrarse en una nueva sociedad, hay que reunir ciertos requisitos previos.
Claves para la integración
“Aprender el idioma del país de acogida acelera y facilita la adaptación [...] porque permite una mayor interacción entre el inmigrante y [su] entorno.” Esa es la recomendación de la revista Psychology of Women Quarterly. No obstante, tenga en cuenta que aprender un idioma no es fácil. “Al principio lo pasé muy mal —recuerda George, un inmigrante afincado en Japón—. Se reían cuando me equivocaba, pero no me ayudaban.” Sin desanimarse, George siempre llevaba consigo una radio portátil y escuchaba las emisoras japonesas. Añade: “Descubrí que leer mucho me ayudaba a entender el idioma”.
El idioma de una nación es el vehículo de acceso a su cultura. Aunque con el tiempo usted puede llegar a aprender el idioma, una nueva cultura es mucho más difícil de asimilar, de modo que ahí es donde se requiere cierto grado de equilibrio. Un extranjero que desee integrarse en el país de acogida debe estar preparado para luchar contra las dificultades de aprender una nueva cultura y, al mismo tiempo, mantener intactas su propia personalidad y dignidad. Milovan Djilas, escritor yugoslavo, lo expresó así: “Un hombre puede abandonarlo todo —hogar, región, país—, pero no puede abandonarse a sí mismo”. Alcanzar ese equilibrio no es una empresa fácil.
Unidad familiar
Cada persona reacciona de manera distinta a un nuevo entorno. Es comprensible que las personas mayores descubran que su cultura e idioma nativos están profundamente arraigados. En cambio, los niños asimilan mucho más deprisa un nuevo idioma y una nueva cultura. Tanto es así, que en poco tiempo pueden asumir el papel de intérpretes de sus padres, quienes muchas veces se encuentran en la posición de estudiantes. Esta inversión contranatural de papeles suele causar dificultades en el seno de la familia. Los padres quizás noten que están perdiendo respetabilidad y los hijos se resienten de que se les imponga la cultura ‘anticuada’ de sus padres. La pregunta que surge es: ¿Puede superar todas estas presiones una familia extranjera?
Por un lado, los padres deberían tener en cuenta el efecto del nuevo entorno en sus hijos. Esto significa hacer el esfuerzo de integrarse a la vez que ellos, sin esperar que vivan en una cultura pero sean leales a otra. Esta concesión requiere perspicacia por parte de los padres inmigrantes, pero ayuda mucho a eliminar tensiones en casa. Un principio bíblico lo expresa de la siguiente manera: “Con sabiduría se edifica la casa, y con discernimiento resulta firmemente establecida”. (Proverbios 24:3.)
De igual modo, los hijos deberían reconocer que, aunque sus padres proceden de una cultura diferente, han pasado por la escuela de la vida y, por consiguiente, tienen mucha más experiencia. El tratarlos con el debido respeto constituye una gran ayuda para que la vida de familia sea plácida.
De modo que, a pesar de las dificultades que presenta la integración en otro país, usted puede hacer mucho para sacar provecho de la experiencia. Un joven inmigrante portugués llamado Tony, que ha conseguido integrarse en su país de acogida, lo resume con estas palabras: “Aunque experimenté muchas dificultades, a la larga he salido beneficiado. Ser capaz de entender dos idiomas y dos culturas me ha dado un punto de vista mucho más amplio de la vida”.
[Fotografía en la página 9]
Si aprende el idioma de su nuevo país, podrá relacionarse con más personas
[Recuadro en la página 10]
Cómo integrarse
Procure...
▶ ... aprender el idioma
▶ ... aceptar y llegar a entender la nueva cultura
▶ ... adaptarse a las costumbres locales
▶ ... estudiar y preguntar acerca de su nuevo entorno
▶ ... que todos los miembros de la familia se integren a la par
▶ ... cooperar con las autoridades; haga todo lo posible por legalizar su situación
Evite...
▶ ... aislarse de la comunidad que le ha acogido
▶ ... considerar superior su propia cultura
▶ ... que el dinero y las posesiones se conviertan en lo más importante de su vida
▶ ... esperar que sus hijos se aferren a la cultura de donde usted procede
▶ ... menospreciar a sus padres por el hecho de que tengan diferentes antecedentes culturales
▶ ... por todos los medios emigrar sin su familia