Trayectorias de vuelo conflictivas
Los 266 pasajeros regresaban a Dinamarca en un aerobús bimotor de la compañía Conair tras unos días de vacaciones en la isla española de Ibiza. Al poco tiempo del despegue se produjo una explosión en el motor izquierdo, que obligó a la maltrecha aeronave a remontar el vuelo con un solo motor. Gracias a la pericia del piloto, el aeroplano realizó un aterrizaje de emergencia tras veinticuatro angustiosos minutos de vuelo.
Aunque se había evitado la tragedia, los técnicos de seguridad de vuelo estaban muy preocupados por determinar la causa de que el motor estallara en el momento más crítico del despegue. ¿Cuál pudo ser el origen de la explosión? Una gaviota.
Antaño, las aves eran las reinas absolutas de los cielos. Sin embargo, durante la segunda mitad de este siglo su espacio se ha ido saturando cada vez más, debido al volumen del tránsito aéreo. No es de extrañar que esto haya repercutido en un aumento considerable del número de colisiones entre aviones y aves, aunque estas representan un mayor peligro para los pasajeros si el motor las succiona, tal como parece haber ocurrido en Ibiza.
En vista de que la mayor parte de las colisiones ocurren en las cercanías de los aeropuertos, las autoridades aeroportuarias han gastado ingentes cantidades de dinero en varios métodos para ahuyentar las aves. En el aeropuerto de Vigo, en la costa noroccidental de España, se ensaya un nuevo sistema en el que participan aves rapaces, principalmente azores, que vigilan las pistas. A fin de dotar de mayor eficacia al sistema, se emiten grabaciones de los gritos de alarma de las gaviotas, que, aunados a la vista amenazadora de los azores sobrevolando la zona, las persuaden a buscar refugio en otra parte.
Por el momento, los azores han sido muy eficaces en ahuyentar las gaviotas. Se espera que con este método innovador los aviones volarán y dejarán volar, pues, a fin de cuentas, ellas lo hicieron primero.