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¡Despertad! 1992
g92 22/5 pág. 20

¿Es auténtico?

LO QUE uno fabrica, otro lo falsifica. Puede que le ofrezcan justo lo que usted quiere, pero ¿es auténtico? En ocasiones se han tomado medidas drásticas para atajar la imitación fraudulenta. En el siglo XIV se colgó a un ventero alemán por vender vino de inferior calidad por auténtico vino Rüdesheimer. En Gran Bretaña, durante los ciento cuarenta años que precedieron a 1832, hubo más de trescientos ahorcamientos por falsificación. En 1597 clavaron a dos orfebres por las orejas en la picota debido a que habían puesto marcas falsas en vajillas de oro de calidad inferior.

“La fiebre del coleccionismo creó un paraíso para los comerciantes truhanes”, explica Mark Jones, que trabajó con la exposición del Museo Británico titulada Fake? The Art of Deception (Falsificación. El arte del engaño). Hasta los más entendidos han sido engañados. El hombre “fósil” de Piltdown fue un fraude que por años tuvo engañada a la ciencia. Los “diarios” de Hitler dan testimonio elocuente de la habilidad de los falsificadores para engañar incluso a los que deberían estar bien informados.

“En la actualidad el campo de expansión de las falsificaciones —dice Mark Jones⁠—, es [...] el plagio a gran escala de artículos con marcas comerciales.” Por ejemplo, según cálculos, en 1987 se vendieron mensualmente en Estados Unidos entre 10.000 y 15.000 ordenadores Apple de imitación. Hace poco salió a la luz la estafa de 33 millones de dólares (E.U.A.) cometida con cristal irlandés de Waterford de imitación. “Las réplicas del cristal más famoso del mundo se producían en Francia en una fábrica de un pueblo perdido”, explicó el periódico británico The Sunday Times.

La generación actual ansía artículos de lujo. Según Vincent Carratu, veterano en la lucha contra la falsificación, el plagiario del comercio hoy “producirá remedos de los perfumes Chanel, mañana cambiará para imitar las camisetas deportivas Fila y pasado mañana importará raquetas Dunlop falsas”. Sin importar qué desee el consumidor, el falsificador lo fabrica. No obstante, el Grupo Británico para la Lucha contra las Falsificaciones advierte que “con demasiada frecuencia [...] esa ‘ganga’ de reloj de diseño que venden por cincuenta libras en realidad solo vale cinco”.

Imitaciones peligrosas

El boletín Anti-Counterfeiting News también apunta otro problema, el peligro que plantean los artículos de calidad inferior: “Los productos peligrosos que no cumplen con las normativas suponen una auténtica amenaza para la seguridad del consumidor”. ¿Cuánta gravedad reviste esta amenaza? La revista Trademark World proporciona estos ejemplos: “Catorce colisiones aeronáuticas y al menos dos defunciones tienen su origen en imitaciones de piezas para la aviación”. El Consejo Nacional de Consumidores de Gran Bretaña denunció que miles de enchufes deficientes y cilindros de freno para automóviles que tenían retenes de caucho de calidad inferior se colaron en el mercado. “Todos ellos —explicó el citado consejo⁠— presuponen un riesgo para el consumidor.”

Entre los falsificadores más inhumanos figuran los que producen medicamentos de imitación. “Hasta el 70% de los fármacos despachados en algunas zonas de África son imitaciones”, indica el Grupo Británico para la Lucha contra las Falsificaciones. Por ejemplo, en Nigeria hallaron un colirio que no tenía ingredientes activos y que se había fabricado con agua contaminada, por lo que podría haber causado ceguera. “Si la gente tiene que fiarse de ‘antibióticos’ que de antibióticos solo tienen el nombre —declaró la Organización Mundial de la Salud en 1987⁠—, irremediablemente se producirán muertes, de modo que la falsificación constituye asesinato en masa.”

Hasta los billetes que pasan por sus manos pueden ser falsos. En un solo año reciente, se confiscaron 110 millones de dólares (E.U.A.) en billetes falsos por todo el mundo. Los billetes falsos de 100 dólares que circulaban por Irlanda eran de tal calidad “que 155 de ellos fueron dados por buenos en los principales bancos”, según el rotativo The Irish Times.

¿Qué puede hacer usted para protegerse de las falsificaciones? Una experta en el tema de los consumidores explica que “la mejor protección contra el fraude es un consumidor informado”. Y añade: “Si le parece demasiado bueno para ser cierto, lo más probable es que tenga usted razón”.

[Ilustración en la página 20]

El “fósil” de Piltdown fue una falsificación que por años tuvo engañados a los científicos

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