Trabajar mucho. ¿Cuáles son las consecuencias?
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Japón
“‘LAS bebidas vigorizantes’ se han hecho muy populares; hay más de doscientas marcas disponibles, que producen al año un total de 900 millones de yenes en ventas”, informa el Mainichi Daily News, el periódico japonés de más tirada. La popularidad de estos productos, de los que se dice que proporcionan un aporte energético instantáneo a los trabajadores fatigados, “da testimonio del impulso japonés por el cumplimiento del trabajo a pesar del estrés, las pocas horas de sueño y el sofocante calor del verano”, continúa diciendo el informe.
Al otro lado del Pacífico, “casi uno de cada ocho estadounidenses dijo que trabajaba sesenta horas o más a la semana”, según la Agencia Estadounidense de Estadística Laboral. Los que ocupan los mandos intermedios ven necesario dedicar tanto tiempo y energía al trabajo, que a veces su empleo se convierte en el factor que controla su vida.
En casi todas las culturas se alaba a las personas que son industriosas, concienzudas y trabajadoras, pues se considera que poseen grandes virtudes. Hasta un escritor bíblico dijo: “En cuanto al hombre, no hay nada mejor que el que coma y en realidad beba y haga que su alma vea el bien a causa de su duro trabajo. Esto también lo he visto, yo mismo, que esto proviene de la mano del Dios verdadero”. (Eclesiastés 2:24.) En general, casi todo el mundo aún cree en estos valores. Pero tanto si lo juzgan una virtud como si no, la mayoría de la gente trabaja desde la mañana hasta la noche, cinco, seis o hasta siete días a la semana.
¿Qué se ha conseguido trabajando tanto? Los “milagros” económicos logrados en Japón y Alemania desde el fin de la II Guerra Mundial son la envidia de las naciones en desarrollo. Ambos países resurgieron tras su derrota hasta convertirse en potencias económicas que el resto del mundo tiene que tomar en consideración. Sin embargo, ¿cómo ha afectado a muchas personas la devoción al trabajo?
El Mainichi Daily News dice que aunque el nivel de vida ha subido considerablemente en Japón, a la mayoría de los japoneses “todavía les resulta difícil percibir en su vida cotidiana una sensación de verdadero bienestar económico”. Peor aún, en su pertinaz búsqueda de la llamada ‘buena vida’, muchos caen enfermos o hasta mueren por exceso de trabajo y estrés. En un estudio elaborado en Estados Unidos, una tercera parte de los tres mil gerentes encuestados opinaban que trabajaban demasiado, que estaban quemados y que no eran capaces de sentir ningún entusiasmo por su trabajo.
Las mujeres que se han incorporado al mercado laboral también presentan señales de angustia. Una encuesta llevada a cabo en Italia reveló que en ese país las mujeres trabajan a la semana una media de treinta horas más que su cónyuge. Además de las muchas horas que pasan en la oficina o la fábrica, cuando regresan a casa tienen que atender las tareas domésticas. Una trabajadora confesó a la revista Europeo: “Mi vida social es prácticamente nula. No tengo tiempo para mí. No puedo resistirlo más”.
¿Cómo está la vida de familia? “Al tratar de hacer realidad el ‘sueño americano’, estamos sacrificando nuestra persona y nuestra familia por conseguir dinero y poder”, dice Herbert Freudenberger, especialista neoyorquino en agotamiento laboral. Como resultado de lo absortos que están los esposos en el trabajo, algunas esposas de hombres de negocios británicos que trabajan en el extranjero dicen sentirse aisladas y desdichadas. Pero no son las únicas que se sienten así.
Fíjese en las consecuencias que esto tiene en la vida de familia en una nación como Japón, donde menos de la mitad de todos los trabajadores de oficina de mediana edad regresan a casa antes de las ocho de la noche. Algunas esposas ya no consideran a su esposo como un verdadero cónyuge en el sentido pleno de la palabra; ya no lo quieren tener en casa más tiempo del que está. Un anuncio de la televisión resume el desengaño de las esposas diciendo: “Lo mejor es tener el marido sano y fuera de casa”.
De lo susodicho se desprende que trabajar mucho tiene un lado positivo y uno negativo. Cuando se lleva a extremos, puede convertirse en una desventaja. ¿Qué puede hacerse, entonces, para que no sea una carga, sino una auténtica virtud y una fuente de felicidad?
Por otra parte, ¿qué peligro hay de poner el trabajo por delante de todo lo demás o de seguir adelante a toda costa? Examinemos con detalle estas facetas del hábito de trabajar mucho.