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  • g93 8/10 págs. 16-18
  • Un día en la vida de una mariposa

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  • Un día en la vida de una mariposa
  • ¡Despertad! 1993
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  • ‘Amor a primer olfato’
  • Su afición por el néctar
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¡Despertad! 1993
g93 8/10 págs. 16-18

Un día en la vida de una mariposa

SI SU rutina diaria le parece estresante y difícil, piense por un momento en la trabajadora mariposa. En un principio quizás crea que su horario laboral se asemeja al de unas vacaciones de ensueño. Revoloteando de flor en flor, libando un poco de néctar aquí y allá y tomando el sol cuando le apetece, la mariposa parece encarnar el prototipo de una vida despreocupada.

Sin embargo, en el mundo insectil, las cosas no son siempre lo que parecen. Las mariposas son criaturas ocupadas que desempeñan un servicio muy importante mientras trabajan sin cesar contra reloj. Acompañemos a una de ellas durante un día cualquiera de trabajo.

Desayuno de sol

¿Se despierta usted aturdido por las mañanas? El aturdimiento matinal es corriente entre las mariposas. Algunas mañanas literalmente no pueden ni moverse. Su problema radica en la temperatura corporal, que fluctúa según su entorno. Después de pasar una noche fría posada sobre una hoja, la sangre de la mariposa está tan fría que esta apenas puede moverse, y mucho menos volar. Así que tiene que esperar a la luz solar.

Cuando sale el sol, la mariposa abre sus alas y las orienta hacia los cálidos rayos solares. Sus alas extendidas actúan como placas solares en miniatura que pronto absorben el calor necesario para que pueda emprender el vuelo. Ahora bien, ¿qué ocurre si el cielo está nublado? En regiones frías las mariposas tienen que quedarse inmóviles sobre una rama o una flor hasta que el sol reluce. No lo hacen por pereza, sino por pura necesidad.

Si el día no es muy caluroso, la mariposa pausa de vez en cuando para someterse a otra sesión de terapia solar. Tal como un automóvil se detiene en una estación de servicio para repostar, la mariposa necesita su abastecimiento de energía solar. En los trópicos puede que solo necesite tomar el sol muy de mañana o después de un chubasco. Por lo general, cuanto más fresca sea la temperatura, más tiempo pasa tomando el sol. Tan pronto como repone sus energías, continúa con su trabajo.

‘Amor a primer olfato’

La tarea más urgente es encontrar pareja. Con una expectativa de vida que raras veces supera las pocas semanas, no hay tiempo que perder. Y encontrar pareja en el reino de las mariposas no resulta fácil; requiere mucha paciencia y perseverancia.

El “amor a primera vista” es desconocido para las mariposas. Son bastante miopes, y muchas veces confunden a las hembras de otras especies con las de la suya propia. Esta circunstancia conduce a muchas persecuciones infructuosas, que terminan cuando el macho se da cuenta por fin de que sus ojos le han engañado.

Para hacer aún más difícil las cosas, la hembra no suele mostrarse receptiva. El ardiente macho vuela con persistencia alrededor de ella en una especie de vals aéreo muy rápido, esperando que la hembra acabe cediendo. Pero estas espectaculares danzas suelen finalizar bruscamente cuando la hembra se va volando y deja plantado al desventurado macho para que siga buscando pareja.

Resulta sorprendente que a la hembra no le entusiasmen los vistosos colores de su consorte. Aunque Darwin supuso alegremente que los brillantes colores de las mariposas proporcionaban cierta ‘ventaja evolutiva’, no se han encontrado pruebas que lo demuestren. En cierto experimento, las hembras de la especie norteamericana Anartia amathea copularon sin ningún reparo con machos cuyas alas de brillante color carmesí y negro habían sido pintadas totalmente de negro. Al parecer, lo que más importa es el patrón de vuelo del macho, su persistencia y, sobre todo, la singular “esencia del amor”.

Esta sustancia contiene una feromona que constituye la mejor baza del macho. Se trata de un perfume embriagador de composición especial que excita a las hembras de su especie. Durante el cortejo, el macho trata de esparcir sobre la hembra el “delicioso perfume”. Aunque este no garantiza el éxito, obra maravillas cuando por fin se encuentra a una hembra receptiva.

Su afición por el néctar

La mariposa debe reponer toda la energía que gasta en la búsqueda de pareja; de ahí su afición al néctar. Las flores anuncian este alimento de alto contenido energético por medio de sus atractivas formas y colores. Una vez que la mariposa está sobre la flor, liba hábilmente el néctar con su larga espiritrompa tubular, que introduce en la corola.

Mientras liba el néctar, su peludo cuerpo queda espolvoreado de polen, que llevará consigo a la siguiente flor en la que se pose. Durante una jornada típica de trabajo, poliniza centenares de flores. Sin embargo, en las selvas tropicales no abundan las flores. ¿Qué beben normalmente las mariposas tropicales?

A estos insectos no hay nada que les guste más que atracarse de frutos podridos. Los frutos pasados que caen al suelo les proporcionan una abundante fuente de energía azucarada.

También les gusta la sal. Muchas veces se las ve libando la humedad salada de un suelo mojado, y, alguna que otra vez, el sudor de la mano de un admirador humano. A la intrépida Dryas iulia se la ha visto incluso secando las lágrimas de un caimán.

Al mismo tiempo que busca afanosamente pareja, poliniza las flores y se alimenta, nuestra amiga, la mariposa, también tiene que estar pendiente de cualquier posible enemigo. Puede que parezca una criatura indefensa, pero dispone de varias tácticas para evitar la captura.

Cómo eluden el peligro

Una llamativa mariposa revoloteando por un prado probablemente sea un bocado muy tentador para cualquier ave insectívora. No obstante, su vuelo a trompicones, sin orden ni concierto, hace de su captura una tarea muy complicada. La mayoría de las aves se dan por vencidas tras unos cuantos intentos. Y aun cuando un ave atrape a una mariposa, esta puede lograr escapar dejando parte de su ala en el pico del ave.

El sentido de la vista supone otra protección. Aunque son miopes, sus ojos compuestos son sumamente eficientes para detectar el movimiento. Levantan el vuelo ante la más mínima señal de peligro, como habrá podido comprobar cualquiera que haya tratado de fotografiar a una de ellas.

Algunas mariposas de vuelo lento cuentan con otro sistema de seguridad: su desagradable sabor. Este se debe al hábito de alimentarse de plantas venenosas durante la etapa de oruga. Una vez que un ave ha probado una de tales mariposas, por regla general se cuidará de repetir la experiencia. Las mariposas de horrible sabor, como la monarca, suelen tener brillantes colores, lo cual constituye una advertencia visual que por lo visto le recuerda al ave que es mejor no acercarse.

El fin de la jornada

The World Book Encyclopedia dice que la mayoría de las mariposas no viven más de unas pocas semanas, pero que algunas especies pueden vivir hasta dieciocho meses. Las hay que se mantienen en estado de letargo durante los fríos meses de invierno o durante una prolongada estación seca en los trópicos.

A pesar de su corta vida, las mariposas pueden lograr asombrosas hazañas. El siglo pasado, una cantidad suficiente de mariposas monarcas cruzó el Atlántico y se estableció en las islas Canarias, frente a la costa de África. Otra gran viajera es la vanesa de los cardos, que viaja regularmente del norte de África al norte de Europa en el verano.

A lo largo de su breve vida, las incansables mariposas desempeñan una labor muy importante polinizando flores, arbustos y árboles frutales. Y, además, su presencia añade al paisaje un toque de belleza y encanto. El verano no sería igual sin ellas.

[Fotografía en la página 16]

Tomando el sol a primeras horas de la mañana

[Fotografía en la página 17]

Libando el néctar de una flor

[Fotografía en la página 18]

Bebiendo la humedad del suelo

[Reconocimiento]

Cortesía de Buckfast Butterfly Farm

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