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  • ¿Qué puedo hacer si me enamoro de un incrédulo?

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  • ¡Despertad! 1994
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¡Despertad! 1994
g94 22/5 págs. 18-20

Los jóvenes preguntan...

¿Qué puedo hacer si me enamoro de un incrédulo?

“Tengo un problema —confesó una joven cristiana—. Me gusta mi vecino. Es amable, educado y considerado, pero le falta algo: no ama a Jehová. Sé que no debería gustarme, pero no estoy segura de cómo dominar mis sentimientos.”

Mark tenía 14 años cuando se encontró en la misma situación.a Se encaprichó de una joven que no compartía sus creencias religiosas. “A menudo fantaseaba imaginando lo bonito que sería que viviéramos juntos, estando ya casados —dice—. Pero sabía que era incorrecto.”

LOS encaprichamientos son frecuentes durante la adolescencia, un período en el que aumentan los impulsos románticos. (Compara con 1 Corintios 7:36.) Al no tener manera de dar una salida segura a estos sentimientos, los jóvenes son proclives a apasionarse por su profesor preferido, por artistas o por otras personas. Puesto que su relación con estos adultos es, en la mayor parte de los casos, inalcanzable, los encaprichamientos suelen ser cortos y relativamente inofensivos.b ¿Qué pasa, sin embargo, si surgen sentimientos hacia otra persona de tu edad, alguien capaz de tener una relación y dispuesto a hacerlo pero que no comparta tus creencias religiosas?

Algunos quizás no lo consideren un problema, pues muchos jóvenes conceden muy poca importancia a la religión. E incluso los que son religiosos tal vez no vean mal el hecho de salir con alguien que tenga otra fe. Pudiera ser que las personas de ideas liberales hasta lo aprueben. No obstante, muchos adultos ven las dificultades que pueden derivarse de tales relaciones, pues en muchos casos estas terminan en matrimonio. Tocante a esto, la escritora Andrea Eagan aconseja a los jóvenes: “Tener los mismos antecedentes religiosos carece de importancia si ninguno de los dos es religioso. Pero si la práctica de la religión es importante para uno o para ambos, entonces las diferencias religiosas han de tomarse en cuenta. [...] No tienen que ser de la misma religión [...], pero sí deben ser capaces de vivir el uno con el otro”.

Un consejo así puede parecer razonable, pero refleja “la sabiduría de este mundo”. (1 Corintios 3:19.) La Biblia enseña que una relación sentimental entre un creyente y un incrédulo implica cuestiones de mucha más importancia que la compatibilidad marital. Los jóvenes testigos de Jehová saben que es un asunto de obediencia a la Palabra de Dios, que exhorta a los cristianos a casarse “solo en el Señor”. (1 Corintios 7:39.) Puesto que salir con alguien no es un entretenimiento inocente, sino el preludio del matrimonio, desagradaría a Dios el que uno de sus siervos se envolviera en una relación romántica con alguien que no haya dedicado su vida a él.

Pese a todo, algunos jóvenes Testigos se han sentido atraídos por incrédulos. ¿Cómo puede llegar a ocurrir algo así? ¿Qué puedes hacer si te encuentras en tal situación?

Cómo ocurre

En primer lugar piensa que todos los humanos tienden a cometer errores. “Las equivocaciones... ¿quién puede discernirlas?”, preguntó el salmista. (Salmo 19:12.) Los jóvenes son más propensos a equivocarse en los asuntos del corazón. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que carecen de la sagacidad que conllevan la experiencia y la edad. (Proverbios 1:4.) Dado que un joven cristiano tiene tan poca experiencia en el trato con el sexo opuesto, pudiera encontrarse sencillamente sin saber qué hacer ante el impulso romántico o las atenciones que le dediquen.

Esto fue lo que le ocurrió a Sheila cuando descubrió que un compañero de clase se había encaprichado de ella. “Me daba cuenta de que le gustaba —dijo—. En los almuerzos iba a comer a mi lado. Me buscaba durante los períodos de estudio en la biblioteca.” Sheila empezó a sentirse atraída hacia el muchacho. Mark, a quien mencionamos antes, recuerda que le pasó algo parecido: “Siempre la veía en la clase de gimnasia, y ella buscaba la manera de acercarse a mí para hablarme. No fue difícil que surgiera una amistad”. En el caso de Pam, de 14 años, un vecino llegó hasta el punto de regalarle un anillo como expresión del afecto que sentía por ella.

Es cierto, no siempre ha sido el Testigo la víctima inocente de las proposiciones de alguien del sexo contrario. Cierta joven se limitó a responder al claro interés que mostró un cristiano llamado Jim, quien al final quedó al descubierto cuando un día ella fue a buscarle al Salón del Reino de los Testigos de Jehová.

Sin importar cuáles hayan sido las circunstancias, es posible que supieras que este tipo de relaciones son incorrectas. Pero a veces cuesta mucho resistirse a las atenciones de personas del otro sexo. Considera el caso de Andrew, cuyos padres se divorciaron durante su primer año en el instituto. “Necesitaba alguien con quien hablar”, recuerda. Una compañera de clase siempre parecía tener la palabra de ánimo adecuada. Al poco tiempo se enamoraron.

Los peligros

Si no se ponen límites, estos sentimientos pueden traerte serias dificultades. Proverbios 6:27 advierte: “¿Puede un hombre recoger fuego en el seno sin que se le quemen las mismas prendas de vestir?”. Fíjate, por ejemplo, en lo que le ocurrió a una joven de nombre Kim. Aunque se educó en un hogar cristiano, permitió que creciera la atracción que sentía por un compañero de escuela. Ella recuerda: “Era uno de los muchachos más famosos e interesantes de la escuela”. Al poco tiempo ella iba en secreto a fiestas donde se consumían drogas con entera libertad. “Tenía mucho miedo, pero estaba enamorada de él. Terminé embarazada.” Kim se casó con su novio, pero él acabó en la cárcel por robo a mano armada. Una vez más, la advertencia bíblica resultó veraz: “Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”. (1 Corintios 15:33.)

Con el caso anterior no se quiere decir que todos los jóvenes que no son testigos de Jehová son inmorales o toman drogas. No obstante, por lo menos no comparten los mismos valores, opiniones y metas que los jóvenes Testigos. En 1 Corintios 2:14 se explica que un incrédulo sencillamente “no recibe las cosas del espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede llegar a conocer, porque se examinan espiritualmente”. Piensa en cómo tus valores religiosos han forjado tus emociones: el gozo que sientes en las reuniones cristianas, la emoción que derivas de hablar del mensaje bíblico con una persona receptiva, el placer de estudiar la Biblia. ¿Puede un incrédulo siquiera comprender —mucho menos compartir— estos sentimientos? Difícilmente.

Pablo exhortó a los cristianos: “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos. Porque, ¿qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial? ¿O qué porción tiene una persona fiel con un incrédulo?”. (2 Corintios 6:14, 15.) Una joven llamada Sonya aprendió esta lección en carne propia al enamorarse de un incrédulo. Ella admite: “Tener un compañero que no comparte tu celo y tu amor a Jehová es fuente de la peor soledad imaginable. Es abrumador emocionalmente. Cuando la verdad es la fuerza motriz de tu vida, has de compartirla con otros: simplemente tienes que hacerlo. No poder compartirla con tu compañero porque es un incrédulo genera una tremenda sensación de vacío”.

En una relación así, por tanto, lo más probable es que la religión, en vez de ser un terreno común, se convierta en un tema de disputas. Es fácil que te veas forzado a restar importancia a tus intereses espirituales para mantener la paz. Pero hacer eso solo significaría la destrucción de tu espiritualidad. Una joven narra lo siguiente: “Llegué a mantener una relación bastante estrecha con un joven que no era Testigo. Pero a medida que la relación iba haciéndose más íntima, me daba cuenta de que me estaba enamorando de él. Poco a poco mi relación con Jehová fue perdiendo importancia para mí, mientras que mi relación con el muchacho se convirtió en lo más importante. Ya no quería ir a las reuniones ni relacionarme con mis hermanos y hermanas cristianos ni participar en la predicación. Todo lo que quería era estar con él. Los dos años siguientes fui una Testigo inactiva. Y a lo largo de todo este tiempo, mi ‘novio’ nunca correspondió a mi amor. Seguí pensando que algún día lo haría, pero eso nunca ocurrió”.

En efecto, mantener una relación con alguien que no comparte tus valores religiosos y morales de seguro te causará tristeza e infelicidad. El proceder sabio es retirarse de ese yugo desigual. Ahora bien, ¿cómo puedes hacerlo si te sientes tan atraído, o atraída, a alguien? Ese será el tema del próximo artículo de esta serie.

[Notas a pie de página]

a Se han cambiado algunos nombres.

b Consulta el capítulo 28 del libro Lo que los jóvenes preguntan.—Respuestas prácticas, publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

[Fotografía en la página 19]

¿Compartirá un incrédulo tu entusiasmo por los asuntos espirituales?

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