Padres, actúen en favor de sus hijos
LOS padres desean lo mejor para sus hijos. De hecho, el apóstol Pablo mandó a los padres de familia criar a sus hijos en la disciplina de Dios. (Efesios 6:4.) El rey Salomón de la antigüedad aconsejó a los jóvenes: “Escucha los avisos de tu padre, no rechaces las instrucciones de tu madre”. ¿Por qué razón? ‘Porque han de hacerte amable y honrado’. (Proverbios 1:8, 9; Biblia del Peregrino; Casiodoro de Reina [1569], nota.)
¿Qué cometido cumplen las escuelas, entonces, en la educación que los padres deben procurar a sus hijos? Y ¿qué relación debería existir entre padres y maestros?
Los papeles de los padres y los maestros
“Los padres son [...] los principales educadores de sus hijos”, sostiene Doreen Grant, autora de un estudio sobre la influencia de la escuela en el ámbito familiar. Pero es posible que usted, como padre o madre, encuentre difícil de aceptar tal idea.
Tal vez vea que los métodos docentes han cambiado notablemente desde que salió de la escuela. Las escuelas actuales enseñan materias que antes eran desconocidas, como periodismo, educación sanitaria y microelectrónica. Por esta razón, algunos padres reducen al mínimo su contacto con la escuela. “Al hablar con los profesores de su hijo, el adulto más seguro de sí mismo puede sentirse como un niño de 5 años —escribe el Dr. David Lewis en su libro Help Your Child Through School (Ayude a su hijo en los años escolares)—. En vez de hablar de las dificultades o preocupaciones con los maestros en igualdad de condiciones, algunos se comportan como niños.”
Hay padres que solo se ponen en comunicación con los maestros de sus hijos cuando surgen dificultades serias. Y en la mayoría de los casos lo hacen para quejarse. No obstante, los padres pueden contribuir significativamente a la educación de sus hijos cooperando con los profesores, y así lo hacen muchos de ellos.
Para cumplir con su obligación de padres, deben interesarse en lo que sus hijos aprenden en la escuela y examinarlo. ¿Por qué decimos esto? Porque los maestros, por la naturaleza de su trabajo, hacen las veces de representantes morales suyos. Los valores por los que se rigen influyen en los alumnos, ya que estos los ven como modelos. La mayoría de los maestros, por su parte, agradecen la cooperación de los padres.
El director de un colegio del sur de Alemania escribió a los padres de los alumnos: “Para nosotros, los profesores, resulta obvio, más que en ningún año anterior, que una gran cantidad de alumnos, en especial los que han iniciado el primer curso [en Alemania, a los 6 años de edad], ya se muestran indiferentes e insensibles como resultado de una mala crianza. Muchos son completamente indomables y no saben dónde poner límites a sus acciones; no tienen sentimientos de culpa; son extremadamente egocéntricos, antisociales, y sin ninguna razón aparente se vuelven agresivos y dan patadas [a sus compañeros] o intentan estrangularlos”.
Este educador continuó: “Aunque los profesores tenemos muchos más problemas como resultado de esta situación, no queremos quejarnos. Pero hemos de reconocer que, pese a todos nuestros esfuerzos, la escuela no puede educar y criar a los niños por sí sola. Quisiéramos animarlos, estimados padres, a que se resuelvan a intervenir más ustedes mismos en la crianza de sus hijos, y a no dejar que la televisión o la calle se encarguen de la tarea que en realidad les corresponde a ustedes de contribuir a la formación de su personalidad, enseñándoles normas de conducta”. (Cursivas nuestras.)
Incluso cuando los maestros suplican de tal forma la colaboración de los padres, muchos de estos se muestran renuentes a ayudar. “No es por indiferencia o por falta de tiempo o de confianza —afirma David Lewis—, sino por su firme convicción de que el rendimiento escolar guarda mucha más relación con los genes que con la crianza.” Pero esta idea es del todo errónea.
Tal como los problemas domésticos suelen afectar el trabajo del niño en clase, así mismo una buena vida familiar puede ayudarle a obtener el máximo provecho de la escuela. “La familia influye mucho más en el éxito o el fracaso escolar que la propia escuela”, concluye un estudio sobre la educación. El libro How to Help Your Child Through School lo corrobora: “Hasta los padres más ocupados deberían reconocer que su actitud —el interés y el ánimo que muestren, y el apoyo que den, aunque no estén presentes físicamente— puede ser crucial para el progreso del niño”.
Por lo tanto, ¿cómo puede usted lograr una buena cooperación con los maestros de su hijo?
Actúe en favor de su hijo
1) Interésese vivamente en lo que su hijo aprende en la escuela. El mejor momento para empezar es cuando el niño comienza a asistir al colegio. Los niños pequeños por lo general aceptan la ayuda de los padres mejor que los adolescentes.
Lea con su hijo. “Aproximadamente el 75% del aprendizaje formal —según David Lewis— se consigue mediante la lectura.” Usted puede desempeñar un papel fundamental en que su hijo llegue a leer con fluidez. Las investigaciones llevadas a cabo indican que el progreso de los niños a quienes se enseña a leer en casa es superior al de los jóvenes que reciben asistencia de maestros especializados en la escuela.
De igual modo, puede enseñar a su hijo caligrafía e incluso aritmética. “No tiene que ser un cerebro en matemáticas para enseñarle las operaciones básicas”, comenta el educador Ted Wragg. Si usted mismo necesita ayuda en estos campos, no permita que su poca capacidad lo disuada de interesarse sinceramente en lo que su hijo aprende.
2) Consulte al maestro de su hijo sobre el plan de estudios. Averigüe lo que le van a enseñar a su hijo leyendo el programa de estudios. Si lo hace antes del inicio del curso, detectará problemas potenciales. A continuación hable con el maestro sobre cómo se pueden respetar sus deseos de padre, con lo cual se preparará el terreno para una buena cooperación. Aproveche las reuniones que la escuela organiza para que los profesores conozcan a los padres. Si hay días especiales en que se invita a los padres a asistir a las clases como observadores, vaya a la escuela y hable con los profesores de su hijo. Tales contactos son de mucho valor, sobre todo cuando surgen dificultades.
3) Ayude a su hijo a escoger las asignaturas optativas o vocacionales. Conozca las preferencias de su hijo. Hable con él sobre las metas que valen la pena. Asesórese con los maestros sobre cuáles son todas las opciones posibles. Ellos sabrán si hay alguna restricción en la elección de asignaturas por cuestiones de horario.
Con una buena comunicación se pueden evitar los resentimientos. Muchas escuelas presionan a los alumnos más destacados para que sigan estudios superiores. Pero los estudiantes que deciden dedicarse al ministerio cristiano no suelen escoger carreras universitarias largas. Prefieren, más bien, si es que optan por continuar estudiando, seguir un curso que los capacite para obtener un empleo y ganarse el sustento. Los maestros concienzudos a veces interpretan erróneamente esta decisión como un rechazo de todo lo que han tratado de enseñar. Si les muestra con paciencia las posibilidades que se ofrecen a su hijo de recibir más educación en el campo que él ha elegido, comprenderán que los padres cristianos desean que sus hijos sigan aprendiendo.a
El método adecuado
Puede ahorrarse muchas preocupaciones y dolores de cabeza por la educación de sus hijos si recuerda que para que haya cooperación, es imprescindible comunicarse bien. (Véase el recuadro “Pasos necesarios para una buena comunicación entre padres y maestros”.)
En lugar de quejarse y criticar, actúe en favor de sus hijos consultando y cooperando con los maestros. De esta forma ayudará a sus hijos a beneficiarse al máximo de la escuela.
[Nota a pie de página]
a Los testigos de Jehová que escogen el ministerio cristiano como carrera y sirven de ministros de tiempo completo, tienen la posibilidad de asistir a un curso de dos semanas en la Escuela del Servicio de Precursor. Algunos de ellos reúnen más adelante los requisitos para matricularse en un curso de cinco meses que organiza la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower para formar misioneros.
[Fotografías en la página 9]
Lea con su hijo
Hable con los maestros sobre el plan de estudios
Ayúdele a escoger las materias optativas
[Recuadro en la página 10]
Pasos necesarios para una buena comunicación entre padres y maestros
1. Conozca a los maestros de su hijo.
2. Verifique bien los hechos antes de quejarse.
3. Si está molesto o enfadado, no hable con el maestro hasta que se haya calmado.
4. Antes de encontrarse con el maestro, anote las preguntas que quiere hacerle y los objetivos que espera alcanzar.
5. Exponga su postura clara y firmemente, y después colabore con el profesor para determinar qué pasos prácticos se pueden dar para vencer los problemas.
6. Póngase en el lugar del maestro y pregúntese qué haría usted. Eso le ayudará a negociar una solución satisfactoria.
7. Escuche con atención y hable cuando sea oportuno. No tema hacer preguntas si no entiende algo. En caso de que no esté de acuerdo con lo que él dice, manifiésteselo y explíquele respetuosamente la razón.
(Basado en Help Your Child Through School, del Dr. David Lewis.)