¿Quién evangelizará a Gran Bretaña?
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN GRAN BRETAÑA
EL ALMA de las iglesias de Gran Bretaña se extingue a un ritmo de aproximadamente mil quinientos miembros por semana, informa The UK Christian Handbook (Manual cristiano del Reino Unido). Los jóvenes abandonan la iglesia, dice The Times, “porque les resulta aburrida y solitaria”.
Mientras las iglesias anglicanas cierran a razón de una por semana, “millares de personas le están buscando sentido y dirección a la vida”, reconoce el periódico de la Iglesia de Inglaterra, Church Times.
Ante esta crisis, en 1990 las iglesias de Gran Bretaña se solidarizaron en su apoyo a una “Década de evangelización”. Según The Scotsman, este “puede ser el decenio en que las Iglesias tradicionales establecidas reivindiquen la evangelización en un intento de engrosar el número de fieles, que ha disminuido de manera lamentable, y cambiar la tendencia a la secularización”.
Una bonita esperanza; pero ¿se tornará en realidad? ¿Qué ha ocurrido en los últimos años?
Fundamento poco fiable
Los clérigos de la Iglesia de Inglaterra suscitaron poco entusiasmo por la “Década de evangelización” durante el Sínodo General celebrado en 1989. Por ejemplo, el presidente del Comité de renovación y misión para la unión de la Iglesia recalcó: “La preparación es de capital importancia”, pero añadió con cautela: “Tal vez, en algunos casos, [la evangelización] tome toda la década”.
El obispo Gavin Reid vaticinó lo siguiente: “En cinco años esta campaña nos causará vergüenza”.
Sin inmutarse, los anglicanos pronto crearon un frente unido con los católicos romanos, que habían iniciado su propia “Década de evangelización” en 1988. Casi todas las demás confesiones religiosas tenían sus recelos. “Debo confesar que me inquieta la Década de evangelización. Es un título altisonante, pero ¿qué significa? —preguntó Paul Hulme, ministro de la prestigiosa Capilla de Wesley, de la calle City Road, de Londres—. ¿Qué se supone que hagamos que no estemos haciendo ya?”
Definición de objetivos
Evangelizar es predicar el evangelio, o la buena nueva, con miras a convertir a la fe cristiana a quien escuche, algo muy distinto de lo que muchos dirigentes eclesiásticos desean ver. “No nos corresponde a nosotros convertir a la gente al cristianismo —puntualizó el Dr. Newbigin, de la Iglesia Reformada Unida—. De eso se encarga Dios.” ¿Qué subyace tras esa declaración tan inusitada? La tensión cada vez mayor de la sociedad multirracial británica, con sus religiones étnicas no cristianas. Considere lo siguiente:
“La Década de evangelización puede quedar en nada como otras décadas —dijo el rector anglicano Neil Richardson—, pero mientras siga su lento transcurrir, distraerá la atención de las iglesias y el público en general de la urgente cuestión que encaran, a saber, el punto de contacto potencialmente explosivo de las religiones en todas nuestras ciudades.” Precisando con exactitud el problema, agregó: “Las relaciones entre los diversos sectores de la comunidad religiosa han de fundamentarse en la confianza absoluta de que nadie procura ganar prosélitos”.
Con plena conciencia de esta situación “potencialmente explosiva”, George Carey, arzobispo de Canterbury, manifestó que “Década de evangelización” es un “título desatinado”, debido a que los líderes musulmanes y judíos se sentían el blanco de las acciones de “evangélicos de línea dura”. Posteriormente señaló: “Es un error afirmar, como hacen algunos, que la labor primordial de la iglesia es evangelizar”.
Por otra parte, el obispo Michael Marshall sostiene que la necesidad básica de la Iglesia de Inglaterra es que se “convierta en la Iglesia de Dios en Inglaterra” y atraiga al redil cristiano a musulmanes y otros. “El llamamiento para atraer el islam a Cristo figura en la agenda”, afirmó, y previno que esta política “supondrá forzosamente una década de confrontaciones”.
Pero ¿y los judíos? “La verdadera evangelización ha de incluir a los judíos” fue el titular que ocupó la primera plana del Church Times. No obstante, David Sheppard, obispo de Liverpool, estuvo en total desacuerdo. “El objetivo principal de la Década de evangelización deben ser aquellos que se han descarriado de la fe o que nunca han sabido lo que es creer en Dios”, dijo. ¿Es posible esto? Neil Richardson, redactor del artículo “El rendimiento decreciente de la evangelización”, publicado en The Guardian, sostiene: “A todo el mundo [en Gran Bretaña] se le ha dado la debida oportunidad de evaluar la enseñanza cristiana. Está claro que la mayoría han decidido que el cristianismo no es para ellos”.
¿Están las iglesias de Gran Bretaña preparadas para evangelizar a la comunidad civil, con su pluralidad étnica y religiosa?
El reto
El Dr. Runcie, antiguo arzobispo, aseveró: “Nuestros dirigentes de la evangelización son los obispos y el clero; nuestros misioneros son los laicos”. El veterano evangelista Gilbert W. Kirby dijo: “Todo cristiano debería estar en condiciones de explicar los fundamentos de la fe y saber cómo llevar a otros al Cristo. [...] Nuestro objetivo debería ser formar feligreses instruidos. [...] De nada sirve ordenar a la gente evangelizar si no se le enseña cómo”. Dicho de otro modo, los obispos y el clero deben tomar la iniciativa en mostrar a sus rebaños cómo evangelizar.
Hablando francamente en el discurso inaugural pronunciado en memoria de Gerald Priestland que transmitió la BBC de Londres, el locutor Brian Redhead dijo: “Aquellas cabezas acomodadas en sus mitras deberían aceptar que han perdido el poder para captar la atención de los que no desean comprometerse [...] Deben conceder más importancia al arte de predicar”. ¿Y dónde deberían predicar?
A comienzos de este siglo, William Wand, a quien después se designaría obispo de Londres, recibió su primera formación en Lancaster (Inglaterra) en una época en que las visitas pastorales eran la norma. “Creo que el número máximo de puertas que toqué en cualquier tarde fue de cuarenta —escribió más tarde—. Asimismo, el párroco estaba muy al tanto de las necesidades de las minorías que nunca habían ido a la iglesia. Su deseo era, como diríamos hoy, ‘penetrar’ en tal apatía e indiferencia.”
El que un clérigo de Gran Bretaña tuviera contacto personal de esa índole con sus feligreses hoy día sería, en efecto, una rara excepción. Las iglesias de Gran Bretaña han comprendido demasiado tarde que nada puede sustituir a la evangelización en los hogares, como lo hicieron Jesús y sus discípulos.
“Solo un hombre dedicado de verdad puede ganar a otros para Dios —observa el libro Evangelism and the Laity (Evangelización y laicado)—. ‘Haz la obra de evangelista’ [2 Timoteo 4:5] [...] es un mandato que todo cristiano tiene que obedecer de una u otra forma si la Iglesia ha de cumplir su propósito en nuestra generación.”
La fuente de las “buenas nuevas”
John Taylor, secretario general de la División de Ministerios de la Iglesia Metodista, escribió para el diario londinense The Times sobre ‘la obligación que tenemos de comunicar las buenas nuevas’. Dijo: “La Iglesia debe, por lo tanto, encontrar formas nuevas y más efectivas de nutrir y enseñar a sus propios miembros. Hasta en la iglesia hay una terrible ignorancia de las escrituras cristianas”. ¿Adónde ha conducido a sus miembros dicha ignorancia?
“Varios evangélicos destacados [...] insisten en que el discipulado cristiano exige la ejecución de acciones sociopolíticas específicas”, explica Rachel Tingle en la obra Another Gospel?—An Account of the Growing Involvement of the Anglican Church in Secular Politics (¿Un nuevo Evangelio? Historia de la creciente injerencia de la Iglesia Anglicana en la política secular). Esta llamada “Teología del Reino” asegura que el Reino de Dios se extenderá a la Tierra cuando la paz y la “justicia social” se establezcan por medios políticos. Esta es, por supuesto, la “Teología de la liberación”, o el viejo “Socialismo cristiano” con nuevo aspecto.
¿Cómo cuadra tal pensamiento con la propia declaración de Jesús: “Mi reino no es parte de este mundo. [...] Mi reino no es de esta fuente”? (Juan 18:36.) ¿O con las palabras de un profeta anterior: “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”? (Daniel 2:44.)
Observe que este Reino lo instaura la mano de Dios, no la del hombre. La liberación de la guerra, la injusticia y hasta de la misma muerte procederá de Jehová a través de su Rey nombrado, Jesucristo, no del hombre. ¡Estas son, en verdad, buenas nuevas que deben proclamarse! (Revelación 21:3, 4.)
En la actualidad, los testigos de Jehová, que solo en Gran Bretaña ascienden a casi ciento treinta mil, poseen esa misma convicción. Procedentes de toda nación y credo religioso, permanecen unidos como cristianos. Son evangelizadores bien formados que ansían llevar las buenas nuevas a todo el que escuche. Con este fin, emplean todo medio disponible, y son muchas las personas que se están beneficiando de su eficaz ministerio.
[Recuadro en la página 23]
Los evangelistas de Gran Bretaña
El siguiente fragmento está tomado del semanario católico romano de Gran Bretaña Catholic Herald, del 22 de octubre de 1993, página 8.
“¿Qué le ha pasado a la década de evangelización? Sí, ¿qué le ha sucedido? Hace dos años era el tema del momento, y casi no pasaba una semana sin que la prensa aludiera a ella. ¿Y ahora? El más absoluto silencio. [...]
”¿Dónde está el sentido de urgencia que comunicó Jesús a Sus discípulos cuando los despachó a evangelizar las aldeas vecinas, o San Pablo cuando dijo: ‘¡Ay de mí! si no predicare el evangelio? (1 Cor. 9:16)’.
”También existe el problema de que muchos católicos no comprenden que la evangelización no es una opción, sino un mandato del mismo Cristo: ‘Id, pues, y haced discípulos entre todas las naciones’. [Mateo 28:19.] [...]
”¿Cuántos católicos conocen su fe lo suficiente como para encararse con los escépticos? [...] ¡Qué insólito es que, habiendo venido el Hijo de Dios a la tierra, seamos tan pocos los que estudiamos sus enseñanzas! [...]
”No es que abogue a favor de los testigos [de Jehová]. [...] Pero vea por un momento la otra cara de la moneda. La postura moral de ellos, fundada en su creencia en las normas absolutas de Dios, es irreprochable. Lo que es más: cada Testigo dedica el equivalente a unas tres tardes por semana a la doctrina, el estudio sistemático de la Biblia y la práctica diaria de la vida cristiana, a menudo en los hogares de unos y otros.
”No solo eso, sino que a cada Testigo se le enseña que la misma naturaleza de su llamamiento lo convierte forzosamente en misionero. Se le enseña a manejar los instrumentos necesarios para proyectar su mensaje. Tocar a las puertas y salir en parejas es una característica esencial de su vida. Los Testigos también cuidan con ardor a los pobres y necesitados.
”En resumen, [...] cuesta trabajo no acordarse de la Iglesia primitiva que se describe en los Hechos de los Apóstoles. Y el éxito se mide por el resultado final. El crecimiento [de los Testigos] ha sido explosivo. La proclamación explícita produce resultados.”