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¡Despertad! 1995
g95 22/3 págs. 24-26

El increíble “árbol de la vida” africano

POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN TANZANIA

“NO CREO que jamás se haya visto nada igual en todo el mundo.” ¿Qué vio el francés Michel Adanson en su viaje a Senegal en 1749? Un árbol. La especie en cuestión alcanza los 20 metros de altura y su tronco es extraordinariamente grueso: 8 metros de diámetro. David Livingstone lo comparó posteriormente a una “zanahoria plantada cabeza abajo”.

Según la leyenda, “el diablo arrancó [el árbol] de cuajo y lo hincó en la tierra por las ramas, dejando las raíces al aire”; de ahí que muchos lo llamen “el árbol invertido”. Su nombre latino es Adansonia digitata, en honor de su descubridor, pero se le conoce principalmente como baobab. Es uno de los árboles más célebres de África oriental, aunque se pueden encontrar especies de baobab más altas en Madagascar y hasta en Australia.

El árbol invertido

Llevábamos muchas horas conduciendo por tierras tanzanas. Era un placer contemplar aldeas pintorescas, con las chozas de techo de paja, las mujeres transportando leña sobre la cabeza, los niños jugando bajo los mangos y algún que otro hombre pastoreando el ganado. Finalmente divisamos lo que Adanson vio allá en el siglo XVIII.

“¡Ahí están!”, grita Margit. Gigantesco y majestuoso, el baobab se yergue aquí y allá en los sectores más secos del África tropical. Crece en la sabana, a lo largo de la costa e incluso en las laderas del Kilimanjaro. “No se asemeja a ningún árbol que yo conozca”, añade una compañera. La corteza del enorme y grisáceo baobab tiene de 5 a 10 centímetros de grosor. “Parece de verdad un árbol plantado al revés.” Durante la mayor parte del año, los seis a siete meses de la estación seca, está completamente desnudo. ¿Cómo sobrevive? ¿Por qué no le preguntamos a alguien del lugar?

Mientras viajamos por la tierra del baobab, conseguimos finalmente hablar con un nativo llamado Shem. “El baobab —dice el hombre— es un árbol botella.” ¿Un árbol botella? “Sí, porque durante la breve estación de las lluvias, sus esponjosas fibras absorben una gran cantidad de agua, que se almacena en el tronco como reserva para la estación seca.” La publicación Baobab—Adansonia Digitata observa: “El agua de lluvia y el rocío que se acumulan en la parte superior del tronco, casi siempre hueca, posiblemente sea la única agua accesible en varias millas a la redonda. [...] El tronco tiene un alto contenido líquido. Se calcula que un árbol de unos 200 metros cúbicos puede contener hasta 140.000 litros de agua. [...] También se pueden cortar pedazos de tronco de tamaño razonable y extraerles el agua para beberla”. Shem dice de broma: “Es un coloso, pero tiene el corazón blando”. Entretanto, más aldeanos se han acercado a nosotros y están escuchando atentamente la conversación. “¿Sabían que el baobab es el árbol de la vida?”, pregunta Emmanuel.

El “árbol de la vida”

Para muchos nativos, este árbol es un regalo de Dios. ¿Por qué? “En primer lugar, por su larga vida. Puede alcanzar los mil años de edad o aun más —continúa otro hombre—. Nos proporciona alimento, agua, ropa, material para techar, cola, medicamentos, cobijo, collares e incluso golosinas para los niños.” ¿Sirve para hacer leña? “No; la corteza es demasiado húmeda. Normalmente usamos otros árboles con ese propósito.” Un joven llamado Daniel apunta: “Pero con la corteza hacemos cordeles y sogas”. Se utiliza asimismo en la elaboración de redes, esteras, tela, sombreros, piraguas, bandejas, cajas, cestos y papel. Las cenizas de la corteza sirven de fertilizante, y muchos fabrican jabón con ellas. “Las ramas y hojas nuevas se comen —añade una madre joven que lleva un bebé a la espalda—. Con las semillas del fruto, una vez tostadas, preparamos infusiones. La pulpa de la semilla se emplea para elaborar una especie de cerveza, y también se extrae aceite de ella.”

Durante la corta estación de las lluvias, el árbol da hermosas flores blancas. Su olor, sin embargo, no resulta tan agradable como su apariencia. Comienzan a abrirse al atardecer, y a la mañana siguiente están completamente abiertas. Durante la noche, los murciélagos frugívoros visitan los árboles y polinizan las flores. Los nativos mezclan el polen con agua para hacer cola. El fruto es grande (40 centímetros de longitud) y cuelga de un pedúnculo. Tiene la piel verdosa y aterciopelada. Parece una cola de mono. “Ajá, por eso al baobab lo llaman igualmente ‘árbol del pan de mono’.” ¿Por qué no abrimos un fruto y vemos cómo es por dentro?

“Árbol del crémor tártaro”

El fruto tiene alrededor de las semillas una pulpa blanca de sabor ácido, muy rica en vitaminas C y B1 y en calcio. La pulpa puede emplearse como sustitutivo del crémor tártaro para fermentar la masa de harina, razón por la que algunos lo denominan “árbol del crémor tártaro”. Shem dice: “A veces preparamos bebidas con la pulpa, que sabe a limón”. De ahí que haya otras personas que lo llamen “limonero”. ¿Qué más usos tiene el baobab?

Shem responde: “Aprovechamos casi todo el árbol. La corteza del fruto nos sirve de boya, de cazo para recoger agua y de tazón para la sopa, y con ella también hacemos trampas para cazar ratones. Cuando los insectos molestan al ganado, quemamos la pulpa del fruto, y el humo los repele. Algunas veces mezclamos leche con harina de pulpa y obtenemos un buen yogur”. ¿Tiene valor medicinal el baobab? “¡Por supuesto! Es nuestra botica”, dice Shem riéndose.

La botica del baobab

¿Para qué es eficaz? “Para todo.” En vista de sus múltiples usos terapéuticos, no es de extrañar que muchos nativos lo respeten, lo teman y lleguen a adorarlo. Descubrimos que las madres lactantes mezclan su leche con la pulpa harinosa y se la dan a los bebés para prevenir la hinchazón de vientre, la disentería y la fiebre. En los mercados locales se vende la “medicina” extraída de este árbol, la cual, según se dice, cura las inflamaciones, los dolores de muelas y otras afecciones. En el país se utiliza para tratar la anemia, la diarrea, la gripe, el asma, los problemas respiratorios y renales e incluso los tumores.

Este árbol extraordinario está rodeado de mitos y leyendas. Algunos piensan que “el terreno en que se halla [el baobab] no puede venderse porque su presencia es un buen augurio. [...] Otra leyenda dice que quien ose arrancar una flor del árbol será devorado por un león. Se cree que en las flores moran espíritus. También se dice que el agua en que se han puesto en remojo las semillas y se han removido sirve de protección contra los ataques de cocodrilo, y que quien bebe una tisana hecha con la corteza se hará fuerte y poderoso”. (Baobab—Adansonia Digitata.)

Golosinas para los niños

Hemos aprendido muchas cosas nuevas gracias a los nativos de la tierra del baobab. Ahora, en Dar es-Salaam, nos encontramos con Navina, Suma y Kevin. ¿Y qué es lo que están chupando y mascando? ¡Semillas de baobab! En las orillas de los caminos se venden las semillas rojizas como golosinas, y parece que a estos niños les gustan mucho. “¿Son agrias?” “Un poco, pero nos encantan —responden al unísono—. Tomen unas cuantas. Pruébenlas.” Pues sí, ¿por qué no probar algún producto del “árbol de la vida” africano?

[Fotografías en las páginas 24, 25]

Baobab, árbol de múltiples usos

Las semillas, que sirven de golosinas o, después de tostadas, para preparar una infusión

Las flores son grandes

Durante la estación seca pierde las hojas

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