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  • ¡Despertad! 1997
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¡Despertad! 1997
g97 22/11 págs. 21-23

La agresividad en la carretera: ¿cómo hacerle frente?

POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN GRAN BRETAÑA

LA FURIA y la violencia que esta origina ocupan un lugar cada vez más prominente en la prensa mundial. En Gran Bretaña, en medio de noticias sobre la agresividad en los supermercados (cuando los clientes descargan su ira embistiéndose con los carritos) y la agresividad telefónica (propiciada por la tecnología que permite interrumpir al interlocutor para responder a otra llamada), las noticias que han captado la atención del público han sido las de la agresividad en la carretera.

Tan extendida está la agresividad en la carretera, que un informe de 1996 sobre los hábitos de conducción afirmó que en Gran Bretaña ha “alcanzado proporciones epidémicas, pues casi la mitad de los conductores experimentaron algún tipo de ataque físico o verbal durante el año pasado”. El informe de una encuesta de la Automobile Association fue más allá al mencionar que “9 de cada 10 conductores afirman haber sido víctimas de agresividad en la carretera”. Curiosamente, la misma encuesta observó que “solo 6 de cada 10 [conductores] admiten haberse enfurecido al volante”.

¿Qué origina la agresividad en la carretera? Si usted es la víctima, ¿qué puede hacer para protegerse? Si le irrita la forma de conducir de otras personas, ¿qué debe hacer? En definitiva, puesto que este tipo de violencia sigue aumentando, ¿cómo puede hacerle frente?

Causa y efecto

La furia no es nada nuevo entre los conductores. Un ejemplo antiguo es el del poeta inglés lord Byron. En 1817 escribió una carta en la que relató una discusión que tuvo en la carretera. Al parecer, otro usuario de la vía pública trató con “insolencia” al caballo de Byron, como resultado de lo cual el poeta lo abofeteó.

En la mayoría de los países, el aumento del volumen del tránsito repercute en un aumento de la frustración de los conductores. En la década de los ochenta, los periódicos de Estados Unidos acuñaron la expresión inglesa road rage (literalmente, “furia en la carretera”) para referirse a la causa de los incidentes de conducción violentos. Aunque no constituya un delito enfurecerse en la carretera, la expresión describe bien el estado de ánimo de muchos conductores que, exasperados por la forma de conducir de otros, cometen actos violentos.

Nuestras carreteras están saturadas de un espíritu egoísta. Los investigadores de los hábitos de conducción concluyen que “los que perpetran actos violentos o agresivos casi siempre creen que son ellos las víctimas inocentes del comportamiento antisocial de otro individuo”, observa el periódico londinense The Times. Prescindiendo de lo agresivos que sean ellos mismos al volante, se sienten justificados, pero cuando otro conductor manifiesta una falta de cortesía menor, montan en cólera.

La drogadicción, que va en aumento y tiene su mayor incidencia entre los jóvenes, también contribuye a la agresividad en la carretera. Según un especialista médico, conducir bajo la influencia de la cocaína es “comparable a conducir bajo los efectos del alcohol”. Los drogadictos suelen mostrar una confianza excesiva en sí mismos que les lleva a alcanzar velocidades peligrosas. Otros conducen de manera irregular, pues tienen alterado el juicio.

Piense también en el efecto de la tensión en el conductor. El profesor Cary Cooper, de la Universidad de Manchester, atribuye gran parte de la agresividad en la carretera a las tensiones y las incertidumbres de la vida diaria de los años noventa. “Al crecer la tensión entre los conductores ha aumentado el número de ataques violentos”, dice un portavoz del Royal Automobile Club. Una ocupada ejecutiva de relaciones públicas que pasa muchas horas al volante en los viajes de ida y vuelta al trabajo, admite que ya no es tan tolerante como solía serlo. “Ahora hablo con brusquedad y me enfurezco enseguida por cosas insignificantes que antes no me molestaban”, dice ella, según recoge The Sunday Times. Tal vez a usted le haya ocurrido lo mismo. Si así es, ¿qué puede hacer?

No estimule la agresividad ajena

Reconozca que los demás conductores no son perfectos. De vez en cuando infringirán la ley. Conduzca teniendo en cuenta este hecho y prevea las situaciones. Por ejemplo, supongamos que se encuentra en el carril derecho de una autopista y se aproxima a un punto en el que se incorporan vehículos mediante una vía de acceso. Mira hacia dicha vía y ve un automóvil avanzando en dirección a la autopista. ¿Piensa que usted estaba en ese carril primero y que tiene derecho a seguir en él? ¿Por qué habría de ceder el paso a los que se incorporan a él? ¿Por qué habría de cambiar a otro carril, si hay espacio en este, para que el otro conductor acceda a la autopista? Pero, piense por un momento, ¿qué ocurrirá si insiste en continuar en su carril y en mantener la misma velocidad? Puede que el otro conductor tenga la misma actitud. Alguno de los dos tendrá que ceder el paso inevitablemente; en caso contrario, el desastre es seguro.

El conductor sensato no desea estimular la agresividad ajena, de modo que observa lo que sucede ante él y actúa con consideración. Cede el paso cuando puede, y no se enoja si el otro conductor no agradece el gesto de cortesía. Un representante del Institute of Advanced Motorists (organización dedicada a mejorar las normas de conducción), de Gran Bretaña, calcula que la tercera parte de los conductores tienen una actitud peligrosa. Aunque conducen con habilidad, carecen de cortesía. Él dice que son “buenos conductores, pero malos automovilistas”.

La mayoría de los conductores de vez en cuando hacen caso omiso de otros conductores y de los peatones. Pero eso no justifica que usted haga lo mismo. Piense en las posibles consecuencias. Seguro que no desea que por su terquedad se produzca un choque en cadena. No se deje llevar por sus emociones. Un experto en conducción aconseja: “Nunca responda a las agresiones en la carretera”. Niéguese a entrar en el club de los agresores.

¿Es usted la víctima?

Prácticamente todo conductor ha sido objeto de la furia de otro usuario de la vía en algún momento. Un puño en alto, un insulto o una maniobra agresiva pueden resultar intimidantes. La mejor protección es, sin duda, evitar el enfrentamiento. Una víctima se asustó cuando un conductor intentaba adelantarle. Finalmente el conductor enfurecido le sobrepasó, se colocó delante de él y redujo la velocidad a tal grado que la víctima pensó que iban a chocar. La situación continuó por alguna distancia, hasta que la víctima tomó una desviación.

Si ve que otros conductores quieren adelantarle, facilíteselo. No insista en su derecho a conservar la posición que ocupa en la carretera. Si sabe que ha irritado a otros, discúlpese. Haga gestos que indiquen que lamenta haber causado molestias aun si fue involuntariamente. Recuerde que una palabra apacible puede calmar la furia.

Pero si por cualquier razón es víctima de un ataque en la carretera, no tome represalias. “No pague con la misma moneda”, aconseja la revista Focus. “No lleve objetos en el automóvil que puedan utilizarse como armas peligrosas.” Más sugerencias: Mantenga las puertas del vehículo cerradas con el seguro y los cristales de las ventanas subidos. No mire al agresor a los ojos.

Todas estas sugerencias sobre cómo hacer frente a la agresividad en la carretera no son nuevas. Están en armonía con el consejo que ofreció hace mucho tiempo el rey David de Israel: “No te muestres acalorado a causa de los malhechores. No envidies a los que hacen injusticia. [...] Depón la cólera y deja la furia”. (Salmo 37:1, 8.)

Aunque cada vez hay más personas agresivas en la carretera, nunca se convierta en una de ellas.

[Ilustración y recuadro de la página 23]

Refrene su agresividad al volante

La Automobile Association señala que para eliminar la agresividad en la carretera, “es tan importante cambiar la actitud como adoptar medidas técnicas”. Es fundamental que tenga una opinión realista tanto de sus propias habilidades al volante como de las de otros conductores. Aunque los errores de otros salten a la vista, no pase por alto sus propias faltas. Acepte el hecho de que hay conductores que infringen las normas de circulación. Cuando conduzca, mantenga un estado de alerta total. La fatiga contribuye a la tensión. Una pérdida momentánea de concentración puede tener consecuencias fatales.

Tenga presentes también los siguientes consejos y observe cómo se relacionan con los proverbios del sabio rey Salomón.

• ¿Notan sus pasajeros que está furioso? Tal vez le sugieran que se calme. No rechace su consejo y diga que el que conduce es usted. Recuerde que una actitud calmada es más saludable y literalmente puede prolongarle la vida. “Un corazón calmado es la vida del organismo de carne.” (Proverbios 14:30.)

• Piense en el otro conductor y evite problemas. “El sabio teme y se aparta de lo malo, pero el estúpido se pone furioso y confiado en sí mismo.” (Proverbios 14:16.)

• Aplaque la furia con un gesto o una palabra de disculpa. “La respuesta, cuando es apacible, aparta la furia.” (Proverbios 15:1.)

• Aunque otros tiendan a encolerizarse mientras conducen, usted no tiene por qué imitarlos. “No tengas compañerismo con nadie dado a la cólera.” (Proverbios 22:24.)

• No intervenga en las disputas ajenas. “Antes que haya estallado la riña, retírate.” (Proverbios 17:14.)

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