El punto de vista equilibrado sobre la custodia de los hijos
MUCHAS veces, lo peor viene después del divorcio: la lucha por mantener el afecto y el control de los hijos. La frase “para pelear hacen falta dos”, no siempre es cierta. A menudo basta con que uno de los padres sea dominante y quiera salirse con la suya. Una abogada de familia de Toronto (Canadá) comentó: “En el derecho de familia, todos los casos encierran una enorme carga emocional y sentimental”.
En lugar de pensar en el bien de sus hijos, algunos padres prolongan el litigio presentando peticiones sobre cuestiones irrelevantes. Por ejemplo, hay quienes han alegado que debía quitarse la custodia al ex cónyuge porque era testigo de Jehová y privaría al niño de llevar una ‘vida normal’.
El progenitor no Testigo a veces convierte la celebración de los cumpleaños, la Navidad o hasta el Halloween en un asunto conflictivo. Puede que presente la queja de que si el niño decide no saludar la bandera, sus relaciones con otras personas y su adaptación social resultarán perjudicadas. O quizás diga que el niño sufrirá daños psicológicos si acompaña al progenitor Testigo a hablar de la Biblia a la gente. Algunos padres no Testigos hasta han afirmado que la vida del niño corre peligro, pues si surgiera la necesidad, el progenitor Testigo no daría el consentimiento para que este recibiera una transfusión de sangre.
¿Qué puede hacer un cristiano ante la carga emocional de este tipo de polémicas? Reaccionar de forma exaltada —pagar con la misma moneda— no surte efecto. Si el caso se lleva ante un juez, ambos padres tendrán la oportunidad de expresarse. Es muy importante recordar el consejo bíblico: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo”. (Salmo 55:22.) Si meditan en estas palabras y obran en conformidad con los principios bíblicos, los padres podrán, con la ayuda de Jehová, sobrellevar cualquier eventualidad relacionada con la custodia de los hijos. (Proverbios 15:28.)
Tolerancia
Lo principal es el bienestar del niño. Si uno de los progenitores es demasiado exigente, puede perder la custodia y hasta ver limitados sus derechos de visita. El padre sensato se comporta de forma pacífica, teniendo presente el consejo bíblico: “No devuelvan mal por mal a nadie. [...] Cédanle lugar a la ira [...]. No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien”. (Romanos 12:17-21.) Sea en el juicio, en el despacho de un abogado o ante un examinador de casos de custodia, los padres deben hacer que “llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son”. (Filipenses 4:5.)
A veces uno de los ex cónyuges trata de falsear los hechos presentando problemas que son engañosos o especulativos. En estos casos lo más sensato es controlar la tendencia humana de conferir demasiada importancia a estos ataques verbales. La salud, la religión y la educación son los temas preferidos de los ex cónyuges para crear discordia en la audiencia de un litigio por la custodia de los hijos. (Proverbios 14:22.)
La persona tolerante, razonable, está dispuesta a examinar los hechos y negociar un acuerdo justo. Todo padre debe recordar que los hijos siguen teniendo dos progenitores después del divorcio. Los padres se han divorciado el uno del otro, pero no se han divorciado de los hijos. Por consiguiente, excepto en circunstancias extremas, tanto el padre como la madre debe tener la libertad de obrar como tal cuando está con su hijo. Ambos deben tener la libertad de expresar sus sentimientos y valores y de hacer que el hijo participe en sus actividades religiosas o de otra índole, siempre que sean lícitas.
Analicemos las sentencias que puede dictar el juez: 1) custodia compartida, 2) custodia exclusiva y 3) limitaciones en los derechos de visita. ¿Qué diferencia hay entre la custodia compartida y la exclusiva? ¿Cómo afrontar la situación de perder la custodia de los hijos? ¿Y si uno de los padres está expulsado?
Custodia compartida
Algunos jueces opinan que es importante que el niño mantenga el contacto con ambos padres. Su criterio se basa en estudios que indican que los niños sufren menos estrés y daño emocional después del divorcio si los padres comparten la custodia. En lugar de sentirse abandonado por uno de sus progenitores, el niño se siente amado por ambos y se siente parte de ambos hogares. “La custodia compartida es una manera de conseguir que ambos padres intervengan”, dice cierto abogado de familia.
Ahora bien, la doctora Judith Wallerstein, directora ejecutiva del Centro para la Familia en Transición, de Corte Madera (California, E.U.A.), advierte que para que la custodia compartida resulte, hacen falta padres cooperadores e hijos flexibles que sepan llevarse bien con quienes les rodean. Estas cualidades son esenciales, porque en la custodia compartida ambos progenitores tienen el derecho legal de participar en la toma de decisiones relacionadas con cuestiones importantes como la salud, la educación, la crianza religiosa y la vida social de su hijo. Pero solo surte efecto si ambos padres son razonables y buscan lo mejor para el niño en lugar de velar por sus propios intereses.
Custodia exclusiva
El juez puede conceder la custodia exclusiva al progenitor que, según su opinión, esté mejor dotado para satisfacer las necesidades del niño. También puede decidir que quien recibe la custodia es el único que toma las decisiones sobre cuestiones importantes relacionadas con el bienestar del niño. El juez suele llegar a esta decisión tras escuchar las conclusiones de los asesores, que por lo general son psicólogos, psiquiatras o trabajadores sociales.
Los defensores de la custodia exclusiva opinan que esta confiere más estabilidad al niño. Cuando los padres no son capaces de comunicarse eficazmente, o cuando no se ven probabilidades de que lo hagan, muchos jueces de primera instancia prefieren este tipo de custodia. Por supuesto, al padre que no recibe la custodia no se le excluye de la vida del niño. Normalmente se le conceden derechos de visita, y ambos progenitores pueden seguir dando al niño la guía, el amor y el afecto necesarios.
Derechos de visita
No es realista que los padres vean en la custodia de los hijos un “ganador” y un “perdedor”. Los padres tienen éxito y “ganan” cuando ven a sus hijos convertirse en adultos maduros, competentes y respetables. Los buenos resultados en la crianza de los hijos no están vinculados directamente con el hecho de tener o no la custodia legal. Al obedecer las condiciones estipuladas por el juez en lo relacionado con la custodia de los hijos, aunque estas parezcan injustas, el cristiano demuestra estar “en sujeción a las autoridades superiores”. (Romanos 13:1.) También es importante recordar que ese no es el momento de disputarse el afecto o la lealtad de los hijos denigrando al otro progenitor con el afán de arruinar su relación con ellos.
En la Biblia hay ejemplos de padres temerosos de Dios que, por diversas razones, se vieron separados de sus hijos. Por ejemplo, Amram y Jokébed, los padres de Moisés, velando por el bien de este lo colocaron dentro de un arca de papiro y la dejaron flotando “entre las cañas, junto a la margen del río Nilo”. Cuando la hija de Faraón recogió a Moisés, estos padres sensatos y fieles siguieron confiando en Jehová, y fueron recompensados con unos generosos derechos de “visita” que aprovecharon muy bien para educar al niño en los caminos de Jehová. Moisés llegó a ser un sobresaliente siervo del Dios verdadero. (Éxodo 2:1-10; 6:20.)
Pero ¿y si uno de los padres está expulsado? ¿Debería el progenitor cristiano permitir su contacto con el niño en el horario de visitas? La expulsión de la congregación solo altera la relación espiritual entre el individuo y la congregación cristiana. Rompe los vínculos espirituales, pero la relación padre-hijo permanece intacta. El progenitor que recibe la custodia debe respetar los derechos de visita de su ex cónyuge expulsado. Ahora bien, si su compañía supone una amenaza inminente y sustancial para el bienestar físico o emocional del niño, el juez (no el padre que tiene la custodia) puede estipular que las visitas estén supervisadas por una tercera persona.
Usted nunca está solo
Los trámites de divorcio y los subsiguientes litigios por la custodia de los hijos producen un gran desgaste emocional. Una unión cuyos comienzos eran tan prometedores se ha frustrado, al igual que los sueños, los planes y las expectativas. Por ejemplo, ante la infidelidad o los abusos extremos de su cónyuge, una esposa leal tal vez se vea obligada a solicitar protección legal para ella y sus hijos. Pero cuando piensa en qué fue lo que falló o cómo se podía haber tratado mejor la situación, puede que le sobrevengan sentimientos de culpa e ineptitud. Además, a muchas parejas les preocupa cómo van a reaccionar sus hijos a la desintegración de la familia. Y por si eso fuera poco, la batalla judicial por la custodia de los hijos suele causar una serie de altibajos emocionales que no solo pone a prueba la integridad de uno como padre entregado, sino también su fe y confianza en Jehová. (Compárese con Salmo 34:15, 18, 19, 22.)
Cuando un cónyuge inocente decide tomar medidas debido a maltrato de los hijos o maltrato conyugal extremo, o para protegerse de enfermedades de transmisión sexual que pueda contagiarle su pareja infiel, no tiene por qué sentirse culpable ni pensar que Jehová le ha abandonado. (Salmo 37:28.) El cónyuge infiel o agresivo es el que ha incumplido el contrato sagrado del matrimonio y ha “tratado traidoramente” con su pareja. (Malaquías 2:14.)
Para tener “una buena conciencia” ante el hombre y ante Jehová hay que obrar en conformidad con los principios bíblicos, tratando honradamente al ex cónyuge y manifestando flexibilidad en los acuerdos relacionados con la custodia. “Mejor es sufrir porque estén haciendo el bien, si la voluntad de Dios lo desea, que porque estén haciendo el mal.” (1 Pedro 3:16, 17.)
Los hijos necesitan que se les confirme que la desintegración de la familia no fue culpa suya. A veces las cosas no salen como uno quiere. No obstante, los principios bíblicos ayudan a suavizar el impacto del divorcio, pues fomentan el diálogo franco y comprensivo entre padres e hijos. Por ejemplo, se puede dejar que los hijos participen en la planificación de la vida de familia después del divorcio. Si los padres son pacientes y bondadosos, están interesados en los sentimientos de los hijos y escuchan lo que estos dicen, les facilitarán mucho la adaptación a su nueva vida repartida entre ambos padres.
Otras fuentes de ayuda
Los padres no son los únicos que pueden ayudar a los niños cuando se desintegra la familia. Los familiares, maestros y amigos también pueden hacer mucho para apoyar y tranquilizar a los hijos de padres divorciados. Particularmente los abuelos son quienes más posibilidades tienen de contribuir a la estabilidad y el bienestar emocional de los niños.
En el caso de los abuelos cristianos, estos pueden proporcionar a los niños instrucción espiritual y actividades sanas, pero deben respetar las decisiones de los padres tocante a la educación religiosa, pues son los padres, y no los abuelos, quienes tienen la autoridad moral y legal de tomar esa clase de decisiones. (Efesios 6:2-4.)
Si reciben el apoyo debido, los hijos de padres divorciados estarán en condición de superar la ruptura matrimonial de sus padres. Y seguirán esperando con ilusión las bendiciones del nuevo mundo de Dios, donde toda familia estará libre de “la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. (Romanos 8:21; 2 Pedro 3:13.)
[Ilustración de la página 10]
El padre o la madre que recibe la custodia debe escuchar con paciencia cuando un hijo le cuente lo que hizo mientras estuvo con el otro progenitor
[Recuadro de la página 11]
Para corregir malentendidos
“La lengua de los sabios hace el bien con el conocimiento”, y un padre cristiano tiene la magnífica oportunidad de corregir malentendidos o verdades a medias. (Proverbios 15:2.) Por ejemplo, en cuanto a la atención médica de sus hijos, “los testigos de Jehová aceptan tratamiento médico y quirúrgico”, pero el Testigo que recibe la custodia se reserva el derecho de consentimiento informado ante cualquier procedimiento médico.a (The Journal of the American Medical Association.)
Los testigos de Jehová toman en serio su religión, la cual se basa en la Palabra de Dios, la Biblia. Esto los hace mejores padres, madres, hijos, amigos, vecinos y ciudadanos. Los padres cristianos administran la disciplina con amor, inculcan en sus hijos el respeto por la autoridad y los dotan de un conjunto de valores buenos con los que regir su vida.b (Proverbios 13:18.)
La educación escolar desempeña un papel importante en la crianza de un niño, y los testigos de Jehová desean que sus hijos reciban la mejor que haya a su alcance.c (Proverbios 13:20.)
[Nota]
a Véase el folleto ¿Cómo puede salvarle la vida la sangre?, editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
b Véase el libro El secreto de la felicidad familiar, capítulos 5-7, 9, editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
c Véase el folleto Los testigos de Jehová y la educación, editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.