De nuestros lectores
Picaduras de serpientes Soy herpetólogo titulado y tengo a mi cargo el cuidado y manipulación de serpientes, lo que incluye la extracción del veneno. Los artículos “¿Le gustaría conocer a la cobra?” (22 de marzo de 1996), “La habú: una víbora que merece respeto” (8 de julio de 1996) y “¡Peligro! Soy venenosa” (22 de agosto de 1996) se caracterizaron por su actitud positiva ante la creación de Jehová. Me gustaría puntualizar, sin embargo, que los torniquetes no son recomendables para las mordeduras de serpientes. La mayoría de las personas no saben hacerlos bien, por lo que algunas han llegado al punto de perder extremidades. Recomiendo encarecidamente el empleo de un vendaje compresivo en todo el miembro, con la misma presión que en las torceduras del tobillo o la muñeca. A la vez que se logra que el veneno se quede cerca del miembro mordido, la sangre circula y el miembro sigue “vivo”.
P. R., Inglaterra
Varias obras médicas recientes respaldan este consejo, por lo que agradecemos mucho la aclaración de nuestro lector.—La Redacción.
El cuervo Me hallaba enferma cuando salió el reportaje “El cuervo. ¿Qué lo hace diferente?” (8 de enero de 1997). Aunque casi nada me hacía sonreír, no pude menos que reírme con el ingenio del cuervo. Más tarde, me documenté con varios artículos de ¡Despertad! y preparé un informe escolar sobre las aves, por el que recibí muy buena nota.
J. B., Eslovaquia
Trastornos del aprendizaje Gracias por el reportaje “Ayuda para los niños con trastornos de aprendizaje” (22 de febrero de 1997). Lo he fotocopiado para los profesores de la escuela privada que dirijo. También he elaborado boletines con la información de su revista. Muchas gracias por analizar estas situaciones con tanto equilibrio.
E. G., Honduras
Soy directora ejecutiva de la mayor organización nacional sin fines de lucro que trabaja en favor de los niños y los adultos con trastornos por déficit de atención (TDA). Hay que felicitarles por la comprensión que manifiesta su número sobre el trastorno de hiperactividad y déficit de atención (THDA) y el TDA. Son deficiencias incapacitantes que a menudo no se saben entender. Es de apreciar la admisión de que el diagnóstico adecuado, así como los tratamientos de eficacia comprobada, benefician ya a muchos pacientes que buscan ayuda. Ustedes también difunden un mensaje importante al hacer hincapié en que los padres sean amorosos y comprensivos.
L. R., Estados Unidos
Tengo un hijo con THDA. Me ha costado mucho entender que no es solo cuestión de que sea un niño problemático. Me han hecho bastantes comentarios desconsiderados, del tipo: “¿Y por qué no lo castigan?”. Estos comentarios son muy dolorosos, pues paso mucho tiempo tratando de corregirlo. Espero que la explicación que dieron del trastorno ayude a otras personas a comprender que se trata de un verdadero problema y que podrían dar más ánimos.
M. T., Estados Unidos
No se imaginan cuánto nos gustó el artículo a mi esposo y a mí, pues tenemos un hijo con un trastorno del aprendizaje. Apreciamos sobre todo que mencionaran las repercusiones que tiene en los padres y el hecho de que ya tenemos bastantes cargas como para tener que andar soportando comentarios hirientes.
J. C. y B. C., Canadá
La amistad con Dios Muchas gracias por el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Cómo puedo hacerme amigo de Dios?” (22 de febrero de 1997). Me ha ayudado muchísimo. Ahora estoy contento de saber que Jehová es mi amigo. No veo la hora de que salga el artículo acerca de cómo conservar esta amistad.a
T. E., Italia
[Nota]
a Véase ¡Despertad!, 22 de mayo de 1997.