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  • Una solución mundial: ¿es posible?

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¡Despertad! 1997
g97 22/12 págs. 8-9

Una solución mundial: ¿es posible?

LOS especialistas coinciden en señalar que la tuberculosis es un problema mundial que requiere una solución mundial. Ningún país puede controlarla por sí solo, ya que millones de personas cruzan las fronteras internacionales todas las semanas.

Para muchos, la cooperación internacional exige que las naciones ricas ayuden a las pobres, que son las más azotadas por la tuberculosis. Como indicó el doctor Arata Kochi, “por su propio interés, los países ricos deberían ayudar a los menos desarrollados en la lucha antituberculosa, antes de que sus propios territorios se conviertan en campo de batalla”.

Pero las naciones ricas, agobiadas con problemas que consideran más urgentes, no han acudido en su auxilio. Algunos países pobres descuidan ellos mismos la atención sanitaria en muchas ocasiones, pues los recursos que deberían destinar a este fin los gastan en armamento. A mediados de 1996, solo el 10% de los tuberculosos del mundo recibían tratamiento con el método DOTS, muy pocos para evitar el recrudecimiento de la epidemia.

La OMS observa: “Hace décadas que disponemos de los conocimientos necesarios y de medicamentos asequibles para curar la tuberculosis. Lo que el mundo necesita ahora es gente compasiva con poder e influencia, que tomen la iniciativa y se aseguren de que estos medicamentos se están utilizando eficazmente en todo el mundo”.

El fin de la tuberculosis

¿Podemos confiar en que seres humanos con poder e influencia resuelvan el problema? El salmista bíblico inspirado escribió: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna”. ¿En quién, entonces, podemos confiar? El pasaje bíblico prosigue: “Feliz es el que tiene al Dios de Jacob por ayuda suya, cuya esperanza está en Jehová su Dios, el Hacedor del cielo y de la tierra, del mar, y de todo lo que en ellos hay”. (Salmo 146:3, 5, 6.)

Como Diseñador y Creador de la Tierra, Jehová Dios tiene tanto el poder como la sabiduría necesarios para poner fin a la enfermedad. ¿Siente compasión? Mediante su profeta inspirado, Jehová promete: “Mostraré compasión [a mi pueblo], tal como un hombre muestra compasión a su hijo que le sirve”. (Malaquías 3:17.)

El último capítulo de la Biblia describe una visión dada al apóstol Juan, en la que él contempló “árboles de vida que producían doce cosechas de fruto, y que daban sus frutos cada mes”. Estos árboles simbólicos y el fruto que producen representan las provisiones divinas gracias a las cuales los seres humanos obedientes podrán vivir para siempre en la Tierra. (Revelación [Apocalipsis] 22:2.)

Juan siguió escribiendo: “Las hojas de los árboles eran para la curación de las naciones”. Las hojas simbólicas representan las bendiciones divinas que darán por resultado la curación espiritual y física de la humanidad. Así pues, podemos estar seguros de que en el justo nuevo mundo gobernado por Dios se eliminará la tuberculosis por completo y para siempre. (Revelación 21:3, 4.)

[Ilustración de las páginas 8 y 9]

Dios promete una curación permanente para la humanidad

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