Cómo ayudarles a independizarse
“COMO flechas en la mano de un hombre poderoso, así son los hijos de la juventud”, escribió un salmista bíblico (Salmo 127:4). La flecha no da en el blanco al azar. Hay que apuntarla bien. De igual modo, los niños tal vez no alcancen el objetivo de ser adultos formales si no los dirigen sus padres. “Entrena al muchacho conforme al camino para él —exhorta la Biblia—; aun cuando se haga viejo no se desviará de él.” (Proverbios 22:6.)
Los niños que dependen de los padres no se convierten en adultos independientes de la noche a la mañana. Ahora bien, ¿cuándo debe empezarse a prepararlos para la emancipación? El apóstol Pablo le recordó lo siguiente al joven Timoteo: “Desde la infancia has conocido los santos escritos, que pueden hacerte sabio para la salvación mediante la fe relacionada con Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15). Notemos que la madre de Timoteo se encargó de formarlo espiritualmente desde tierna edad.
Si los niños pequeños se benefician de la instrucción espiritual, ¿no es lógico prepararlos cuanto antes para la adultez? Una faceta de esta educación es enseñarles a ser conscientes de sus actos y tomar sus propias decisiones.
Cómo enseñar a los hijos a ser responsables
¿Cómo podemos animar a los chicos a ser formales? Jack y Nora recuerdan qué hicieron con su hija: “Apenas andaba y ya sabía recoger los calcetines y otras menudencias, así como colocar todo en el cajón correspondiente de su cuarto. Se acostumbró también a dejar los juguetes y los libros en su lugar”. Son cosas pequeñas, pero enseñan al muchacho a tomar decisiones conscientes.
Al ir creciendo, tal vez pueda recibir mayores responsabilidades. Por ejemplo, Abra y Anita permitieron a su hija tener un perrito, pero debía encargarse de atenderlo e incluso sacrificar parte de su paga para mantenerlo. Hace falta paciencia para enseñar a los chicos a ser cumplidores, pero vale la pena el esfuerzo y estimula su crecimiento emocional.
Las tareas domésticas también permiten educarlos para que sean responsables. Hay padres que casi los eximen de ellas, pues consideran que más que ayudar, son un estorbo. Otros opinan que ‘se merecen una infancia mejor que la suya’. Pero es un error, pues las Escrituras dicen: “Si uno viene mimando a su siervo desde la juventud, este hasta llegará a ser un ingrato en el período posterior de su vida” (Proverbios 29:21). El versículo encierra un principio perfectamente aplicable al niño. Es lamentable que no solo será un adulto “ingrato”, sino incapaz de desempeñar las tareas más elementales del hogar.
Era habitual que al muchacho de tiempos bíblicos le correspondieran ciertas labores domésticas. Por ejemplo, con solo 17 años José tuvo que colaborar en el cuidado de los rebaños de su padre (Génesis 37:2). Y no resultaba fácil, pues eran manadas muy grandes (Génesis 32:13-15). Dado que José fue de mayor un gran caudillo, es probable que su formación juvenil contribuyera a pulirle el carácter. El joven David, el futuro rey de Israel, también pastoreó los hatos familiares (1 Samuel 16:11).
¿Cuál es la moraleja para los padres? Encargar a sus hijos tareas domésticas relevantes. Si les dedican tiempo y se afanan con paciencia, pueden enseñar al menor a cooperar en la limpieza, la cocina, la jardinería y las reparaciones del hogar o de los vehículos. Claro, en buena parte dependerá de su edad y capacidad. Pero hasta el más pequeño puede ‘ayudar a papá a arreglar el automóvil’ o ‘ayudar a mamá a hacer la comida’.
Al enseñar a los chicos las labores del hogar, los padres les regalarán algo valiosísimo: su tiempo. Cuando le preguntaron a un matrimonio con dos hijos el secreto de la buena crianza, respondieron: “Dedicarles tiempo. Muchísimo tiempo”.
El reto de corregirlos con cariño
Si el niño cumple bien con sus tareas, o al menos se esfuerza, debe animársele sin escatimar elogios sinceros (compárese con Mateo 25:21). Como es obvio, por lo general no realizará sus labores tan bien como un adulto, y cometerá muchos errores si se le permite decidir por sí mismo. Pero no hay que sacar las cosas de quicio. ¿Acaso no falla nunca el adulto? Así pues, ¿por qué no tener paciencia si el joven se equivoca? (Compárese con Salmo 103:13.) Tolere las faltas: son parte del aprendizaje.
Michael Schulman y Eva Mekler escriben: “Al niño que se le trata con cariño no le da miedo que lo castiguen por haber actuado por su cuenta”. En cambio, “el hijo de padres distantes o severos casi siempre teme las acciones espontáneas, por útiles que sean, ya que le aterra pensar que los padres desaprueben lo que ha hecho y lo critiquen o castiguen”. Tal comentario está en sintonía con la siguiente advertencia bíblica para los padres: “No estén exasperando a sus hijos, para que ellos no se descorazonen” (Colosenses 3:21). Así que cuando no cumplan las expectativas de uno, ¿por qué no alabarlos siquiera por haberlo intentado? Los padres deben estimularlos a mejorar la próxima vez, mencionarles que les encanta verlos progresar y confirmarles su amor.
Como es natural, a veces habrá que corregirlos; quizás más durante la adolescencia, cuando luchan por forjarse su identidad y por que los acepten por méritos propios. Es prudente ser comprensivos con sus tentativas de independizarse, y no considerarlas siempre como indicios de rebeldía.
Ahora bien, el joven es propenso a obrar por impulso y ceder a “los deseos que acompañan a la juventud” (2 Timoteo 2:22). Por ello, si no se le dictan normas de conducta, puede malograrse su desarrollo emocional, pues no aprende a dominarse y disciplinarse. La Biblia señala que “el muchacho que se deja a rienda suelta causará vergüenza a su madre” (Proverbios 29:15). Pero al corregirlo con tiento y cariño, se le ayuda, preparándolo para las exigencias y presiones que tendrá de adulto. La Biblia hace esta advertencia: “El que retiene su vara odia a su hijo, pero el que lo ama es el que de veras lo busca con disciplina” (Proverbios 13:24). Sin embargo, ha de recordarse que la disciplina no es, en esencia, castigo, sino enseñanza y formación. Es probable que la “vara” del versículo aluda al cayado con que el pastor guiaba su rebaño (Salmo 23:4). No es un símbolo de brutalidad, sino de orientación afectuosa.
Educación para la vida
Es muy necesario que los padres orienten al hijo en lo que respecta a su formación académica. Deben interesarse en su instrucción, ayudarle a elegir los cursos más convenientes y a decidir de forma consciente si tendrá que ampliar su educación.a
Por supuesto, su formación espiritual es la más importante (Isaías 54:13). Es preciso inculcarles valores religiosos para que sobrevivan en el mundo cuando sean adultos. Hay que educar sus “facultades perceptivas” (Hebreos 5:14), algo a lo que pueden contribuir mucho los padres. A los testigos de Jehová se les anima a estudiar la Biblia con sus hijos todas las semanas. Como la madre de Timoteo, que le enseñó las Escrituras desde la infancia, los padres Testigos también instruyen a sus hijos pequeños.
Barbara se encarga de que el estudio bíblico de familia sea muy agradable para sus hijos, a los que cría sola. “Esa noche siempre les doy una cena especial que corono con un postre que les gusta. Pongo las cintas de Melodías del Reino para crear el ambiente. Luego hacemos una oración y por lo general estudiamos la revista La Atalaya. Pero si hay alguna necesidad especial, recurro a publicaciones como Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas.”b Barbara opina que el estudio bíblico ayuda a los hijos a “ver las cosas como Jehová”.
Sin duda, no hay mejor regalo para un hijo que el conocimiento y comprensión de la Palabra de Dios, la Biblia, que puede “dar sagacidad a los inexpertos, conocimiento y capacidad de pensar al joven” (Proverbios 1:4). Armado de estas cualidades, está preparado para afrontar las nuevas presiones y circunstancias de la vida adulta.
Con todo, la partida de los hijos marca un gran cambio en la vida de la generalidad de los padres. En el próximo artículo se analiza qué pueden hacer al hallar el nido vacío.
[Notas]
a Véase el reportaje “Padres, ustedes también tienen una tarea que hacer” en ¡Despertad! del 8 de septiembre de 1988.
b Editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Comentario de la página 6]
“El hijo de padres distantes o severos casi siempre teme las acciones espontáneas, por útiles que sean, ya que le aterra pensar que los padres desaprueben lo que ha hecho y lo critiquen o castiguen.” (Bringing Up a Moral Child [Cómo criar un hijo para que sea moral], de Michael Schulman y Eva Mekler.)
[Recuadro de la página 6]
La partida de los hijos en las familias monoparentales
Rebecca, que cría sola a sus hijos, comenta lo siguiente: “A los padres que no tenemos cónyuge nos cuesta mucho dejar que se independicen los hijos. Si no nos vigilamos, tendemos a sobreprotegerlos y reprimir su desarrollo”. El libro El secreto de la felicidad familiarc (páginas 107, 108) da estos útiles consejos:
“Es natural que los padres solos se sientan especialmente allegados a sus hijos, aunque deben tener cuidado de no propiciar una inversión de los papeles asignados por Dios a los padres y a los hijos. Por ejemplo, puede causar serias dificultades el que la madre sola pretenda que su hijo asuma las responsabilidades de cabeza de la casa o el que trate a su hija como a una confidente, cargándola con problemas íntimos. Esta postura es impropia, causa tensión en los hijos y puede confundirlos.
”Asegure a sus hijos que usted, como padre o madre, va a cuidar de ellos, y no viceversa. (Compárese con 2 Corintios 12:14.) Es posible que los padres solos a veces necesiten algún consejo o un poco de apoyo. Puede pedirlo a los ancianos de la congregación o también a cristianas maduras, no a sus hijos menores. (Tito 2:3.)”
En las familias monoparentales no suele ser tan dura la emancipación de los hijos si el progenitor define bien los papeles y mantiene una relación sana con ellos.
[Nota]
c Editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Ilustraciones de la página 7]
La formación práctica ayuda a los hijos a ser adultos responsables
[Ilustraciones de la página 8]
El estudio bíblico de familia puede aportar a los hijos la sabiduría que necesitarán de adultos