BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g98 8/2 págs. 8-12
  • Cómo afrontar los efectos

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Cómo afrontar los efectos
  • ¡Despertad! 1998
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Apoyo de familiares y amigos
  • Aprendamos a dar apoyo
  • Sobreponerse con la ayuda amorosa de Jehová
  • Apoyo para los cuidadores
  • Cuando las limitaciones son graves
  • Apoplejía: las causas
    ¡Despertad! 1998
  • Apoplejía
    ¡Despertad! 1998
  • De nuestros lectores
    ¡Despertad! 1998
  • Observando el mundo
    ¡Despertad! 1999
Ver más
¡Despertad! 1998
g98 8/2 págs. 8-12

Cómo afrontar los efectos

TENDIDO en la cama de un hospital, con las extremidades de un lado del cuerpo paralizadas, Gilbert preguntó al médico: “¿Alguna vez podré mover de nuevo el brazo y la pierna?”. Gilbert obtuvo la estimulante contestación: “Cuanto más se esfuerce, más movimiento recuperará y con mayor rapidez”, a lo que respondió: “¡Estoy listo!”. A sus 65 años, gracias a la terapia física y a su actitud optimista, pasó de la silla de ruedas a un andador, de este a un bastón y finalmente pudo regresar al trabajo.

“Actualmente, la mayor parte de la rehabilitación de las víctimas de la apoplejía se basa en la idea de que si una zona del cerebro está lesionada, otros centros cerebrales pueden asumir el papel del tejido dañado. Un objetivo de la terapia es desarrollar el potencial de estos centros y dar el estímulo necesario para que el cerebro se reorganice y se adapte”, afirman los investigadores Weiner, Lee y Bell. No obstante, la recuperación también está determinada por otros factores, como la localización y la gravedad del ataque apoplético, la salud general del paciente, la calidad de la asistencia médica y el apoyo de los demás.

Apoyo de familiares y amigos

Erikka realizó ejercicios de rehabilitación durante tres años, a lo largo de los cuales aprendió a caminar y a utilizar la mano derecha para compensar la pérdida de movilidad de la mano izquierda. Ella cuenta qué la ayudó a salir adelante: “Lo más importante fue que mi esposo y mis amigos siempre me fueron leales. Saber que me querían me daba fuerzas, y cuando me animaban a no rendirme, me sentía motivada”.

Los familiares desempeñan un papel importante en el proceso de recuperación de sus seres amados. Tienen que hacer preguntas al personal médico y llegar a conocer bien las terapias que deban continuarse en casa a fin de no perder lo que ya se haya ganado. La paciencia, la bondad, la comprensión y el cariño de los familiares y amigos crean un ambiente de seguridad propicio para aprender nuevamente a hablar y a leer, y recuperar las destrezas necesarias para el vivir diario.

Tratando de equilibrar la firmeza con los mimos, John hizo todo lo posible por ayudar a su esposa, Ellen, mediante ejercicios y terapia. Él describe los esfuerzos de su familia: “No permitíamos que se sumiera en la autocompasión. A veces éramos muy estrictos, pero siempre estábamos al tanto de sus limitaciones y le prestábamos ayuda. Ellen está muy sensible, así que procuro no causarle tensión”.

Cuando Ellen estaba aprendiendo de nuevo a hablar con la asistencia de un logopeda, John también colaboraba. “En vista de que se animaba cuando hacíamos cosas juntos, nos leíamos la Biblia en voz alta el uno al otro, y eso contribuía a mejorar su habla. Además, poco a poco empezamos a salir a predicar, ya que somos testigos de Jehová. Así mi esposa compartía con otras personas la esperanza que tenemos respecto al futuro. Esto de por sí le servía de terapia.” Al cabo de tres años Ellen había mejorado muchísimo.

Nunca deben subestimarse el ánimo y las fuerzas que los amigos imparten, pues pueden tener un efecto formidable en la recuperación de una víctima de apoplejía. La revista médica Stroke informó que cuanto más “apoyo social se recibe, más rápida es la recuperación y mayor es el restablecimiento general de las funciones, aun en pacientes con las apoplejías más graves”.

Bernie agradecía mucho el apoyo que le daban sus amigos. Él nos recuerda: “Las visitas de los amigos son fundamentales para la recuperación. Una voz comprensiva y una actitud afectuosa levantan la moral. Aunque no hay que pasar largo tiempo hablando del problema de la persona, anima mucho que se reconozca cualquier mejora”. ¿Qué podemos hacer todos nosotros para dar apoyo a los que están luchando contra los efectos de un accidente cerebrovascular? “Lléveles flores —sugiere Bernie—, hábleles de un texto bíblico o cuénteles una experiencia. Todo eso me hizo mucho bien a mí.”

A Melva, una anciana que sobrevivió a una apoplejía, le ayudó el que uno de sus hermanos espirituales orara con ella. Gilbert recomienda lo mismo y explica: “Cuando se ora junto con alguien se le demuestra verdadero interés”. Peter, que tiene problemas de la vista desde que sufrió un ataque apoplético, agradece que los demás comprendan sus limitaciones y dediquen algún tiempo a leerle.

También constituye una muestra de amor ayudar al enfermo en los desplazamientos de ida y vuelta al centro de rehabilitación. Igualmente necesario es comprobar que su casa sea un lugar seguro, pues cuando se tienen problemas con el equilibrio existe el riesgo constante de sufrir caídas. Gilbert, por ejemplo, agradecía la asistencia cariñosa de amigos que, entre otras cosas, le instalaron una barra en la ducha para evitarle caídas.

Aprendamos a dar apoyo

Los cambios de ánimo y la mayor tendencia a llorar pueden abochornar a la víctima de apoplejía y desconcertar a otras personas, que tal vez no sepan cómo responder. Sin embargo, si los amigos aprenden a dar apoyo, pueden impedir que el enfermo se aísle. Por lo general, los ataques de llanto van haciéndose menos frecuentes con el tiempo. Pero cuando asomen las lágrimas, mantenga la calma y permanezca junto a la persona. Dígale lo que a usted le gustaría oír si estuviera en el lugar de ella.

Sobre todo, cultive amor cristiano hacia aquellos que hayan sufrido un cambio de personalidad a consecuencia de la apoplejía. Ellos perciben cómo se siente usted, lo cual, a su vez, repercute en la respuesta que le dan. Erikka comenta: “Tal vez no vuelva a ser la misma persona nunca más. Pero nadie debe exigir tal cosa de una víctima de apoplejía. Los familiares y amigos deben aprender a amar a la persona tal como es. Si rebuscan cuidadosamente en su personalidad, descubrirán que todavía conserva sus cualidades más atractivas”.

La autoestima sufre considerablemente cuando se es incapaz de hablar o de ser entendido. Los amigos pueden confirmar la valía de la persona haciendo el esfuerzo de hablar con ella. Takashi asevera: “Mis pensamientos y sentimientos más profundos no han cambiado. Sin embargo, la gente tiende a evitarme porque no puede mantener una conversación normal conmigo. A mí me resulta difícil dirigirme a los demás, pero cuando alguien se me acerca para hablarme, recibo muchísimo estímulo y me siento muy, muy feliz”.

A continuación se ofrecen algunas pautas que pueden ayudarnos a todos a apoyar y animar a los que padecen trastornos del lenguaje.

La mayor parte de los ataques apopléticos no afectan al intelecto. Casi todos los que sobreviven a una apoplejía mantienen la lucidez, aun cuando su habla sea difícil de entender. Nunca les hable como si fueran niños pequeños. Trátelos con dignidad.

Escuche pacientemente. Quizá necesiten tiempo para reorganizar un pensamiento o terminar una palabra o una oración. Recuerde que para mostrar verdadero interés hay que escuchar sin impacientarse.

No finja que comprende si no es así. Admita con tono afectuoso: “Lo siento, pero parece que no soy capaz de comprenderte. ¿Por qué no lo intentamos más tarde?”.

Hable lenta y claramente con entonación normal.

Utilice oraciones cortas y palabras conocidas.

Haga preguntas que requieran un sí o no por respuesta, y anímeles a contestar. Tenga presente que tal vez sean incapaces de comprender sus palabras.

Reduzca al máximo el ruido de fondo.

Sobreponerse con la ayuda amorosa de Jehová

Aunque es importante conocer la causa del accidente cerebrovascular a fin de tomar medidas para reducir el riesgo de ataques futuros, también es importante que el enfermo logre controlar el temor. Ellen cuenta: “Las palabras de Dios en Isaías 41:10 me consolaron mucho. Allí dice: ‘No tengas miedo, porque estoy contigo. No mires por todos lados, porque soy tu Dios. Yo ciertamente te fortificaré. Yo cierta y verdaderamente te ayudaré. Sí, yo verdaderamente te mantendré firmemente asido con mi diestra de justicia’. Jehová se ha convertido en alguien muy real para mí, y no siento miedo”.

Es también la Biblia lo que ayuda a Anand a vencer la desesperación. Dice él: “Me infunde muchas fuerzas; constantemente me reanima y me reconforta”. El problema de Hiroyuki consistía en que no se beneficiaba de las Escrituras porque no podía concentrarse. Nos informa: “Encontré consuelo al escuchar la lectura de los libros bíblicos en casete”.

El apóstol Pablo afirmó: “Cuando soy débil, entonces soy poderoso” (2 Corintios 12:10). Fue el espíritu de Jehová lo que facultó a Pablo para hacer lo que no podía por sí mismo. Los que sobreviven a una apoplejía también pueden confiar en que Jehová les dará fuerza espiritual. Erikka explica: “Cuando estamos sanos y hacemos todo con nuestras propias fuerzas, no le concedemos a Jehová muchas oportunidades de ayudarnos. Pero mi impedimento me ha servido para fortalecer mi relación con él de una forma muy especial”.

Apoyo para los cuidadores

Los que cuidan de los enfermos necesitan apoyo para desempeñar su importante papel. ¿Dónde pueden encontrarlo? Uno de los lugares es el círculo familiar. Todos los miembros de la familia deben compartir la carga de atender al enfermo. Yoshiko explica cómo le dieron apoyo moral sus hijos: “Cuando les contaba mis problemas, me escuchaban con tanto interés como si se tratara de los suyos propios”. Los familiares tienen que obtener cuanta información puedan para aprender a cuidar de la víctima de apoplejía, así como a afrontar los cambios de personalidad del ser amado.

¿Quiénes más pueden dar apoyo a los cuidadores? David y su familia solicitaron ayuda para cuidar de Víctor a la familia espiritual que tienen en la congregación de testigos de Jehová. “Respondieron a nuestra necesidad —dicen—. Se turnan para pasar de vez en cuando una noche en casa atendiendo a Víctor por nosotros.”

Todos los que se ocupan de un paciente necesitan sentir el cariño y el apoyo de su familia espiritual. Pero a algunos se les hace difícil pedir ayuda. Haruko explica: “Muchas veces me dicen: ‘Si te podemos ayudar en algo, no dudes en decírnoslo’. Pero sabiendo lo ocupado que está todo el mundo, no me atrevo a pedir ayuda. Agradecería mucho que se me ofrecieran a hacer cosas concretas. Por ejemplo: ‘Me gustaría ayudarte a limpiar. ¿Qué día te va mejor?’ ‘Puedo hacerte la compra. ¿Te parece bien que pase por tu casa ahora?’”.

A la esposa de Kenji le dio un ataque de apoplejía; no obstante, él pudo hacerse cargo de su cuidado. Descubrió que mediante la oración podía arrojar sus cargas sobre Jehová. Finalmente, su esposa perdió el habla, y con ello, Kenji perdió una compañera con quien conversar. Pero él lee la Palabra de Dios todos los días. Dice: “La Biblia me recuerda que Jehová cuida con ternura a los que están abatidos, y esto ha impedido que me deprima y me sienta solo”.

La confianza en el espíritu de Jehová puede ayudar cuando nos parece que ya no resistimos más. Yoshiko, quien desde que su esposo sufrió una apoplejía hace frente a su cambio de personalidad y sus estallidos de cólera, cuenta: “A veces me entran ganas de gritar con todas mis fuerzas, pero en esas ocasiones siempre le oro a Jehová y su espíritu me infunde paz”. En agradecimiento a la lealtad que Jehová le muestra, no permite que nada se interponga en sus actividades cristianas. Asiste con asiduidad a las reuniones cristianas, participa en el ministerio y estudia la Biblia. “Como yo hago lo que me corresponde —dice Yoshiko—, sé que Jehová nunca me abandonará.”

Cuando nos invade la inquietud, Jehová siempre está dispuesto a escucharnos. Midori, cuyo esposo sobrevivió a una apoplejía, se consuela sabiendo que, en sentido figurado, Jehová ha puesto en Su “odre” todas las lágrimas que ella ha derramado (Salmo 56:8). Recuerda las palabras de Jesús: “Nunca se inquieten acerca del día siguiente”. Dice: “Me he resuelto a ser paciente hasta que llegue el nuevo mundo” (Mateo 6:31-34).

Cuando las limitaciones son graves

Algunos pacientes alcanzan una recuperación significativa, pero otros solo recobran una pequeña parte de sus capacidades perdidas. ¿Qué puede ayudar a los últimos a aceptar sus limitaciones, por graves y duraderas que sean?

Bernie, que perdió mucha movilidad como resultado de un ataque apoplético, responde: “El gozo que me reporta la esperanza de vivir eternamente en la Tierra paradisíaca venidera, y la oración a mi Padre celestial, Jehová, me ayudaron a aceptar con serenidad mis limitaciones”.

Dicha esperanza ayudó a Erikka y a su marido, Georg, a resignarse y, aun así, disfrutar de la vida. Georg explica: “Dios ha prometido que llegará el día en el que habrá una curación total, así que no nos concentramos en los impedimentos. Seguimos haciendo todo lo que podemos por la salud de Erikka, claro está, pero es posible aprender a vivir con la coordinación deficiente de los músculos y concentrarse en cosas más positivas” (Isaías 33:24; 35:5, 6; Revelación [Apocalipsis] 21:4).

En los casos en que la recuperación es muy limitada, el apoyo de familiares y amigos es todavía más importante. Estos pueden ayudar a la víctima a sobrellevar su enfermedad, hasta que llegue el tiempo designado por Dios para remediar todas las dolencias.

El conocimiento de que les aguarda un futuro maravilloso en el que la salud será restablecida, permite a las víctimas de apoplejía y a sus familias enfrentarse a la vida día a día. Así pueden esperar pacientemente el alivio de todo sufrimiento en el nuevo mundo de Dios, que pronto llegará (Jeremías 29:11; 2 Pedro 3:13). Mientras tanto, todos los que acuden a Jehová pueden tener la seguridad de que aun ahora él les ayudará a afrontar las graves secuelas de una apoplejía (Salmo 33:22; 55:22).

[Comentario de la página 12]

Los familiares y amigos pueden ayudar a la víctima a sobrellevar su enfermedad, hasta que llegue el tiempo designado por Dios para remediar todas las dolencias

[Recuadro de la página 10]

PREVENCIÓN DE LA APOPLEJÍA

“LA MEJOR medida contra la apoplejía es tratar de evitarla”, afirma el doctor David Levine. Y la causa principal de la mayoría de los ataques apopléticos es la hipertensión arterial.

La presión alta normalmente puede controlarse con una dieta rica en potasio y baja en sal, grasas saturadas y colesterol. También es importante reducir el consumo de alcohol. Un programa regular de ejercicios adecuado a la edad y al estado físico ayuda a perder peso, lo cual, a su vez, puede bajar la presión. Tal vez haya que medicarse, pero debe hacerse bajo control médico, pues existe una gran variedad de fármacos.

La enfermedad de la arteria carótida estrecha la principal vía de suministro de oxígeno al cerebro, lo cual contribuye considerablemente a que se produzca una apoplejía. Dependiendo del grado de obturación de la arteria carótida, puede ser recomendable practicar una endarteriectomía carotídea, técnica quirúrgica para desobstruir las arterias. Varios estudios han demostrado que los pacientes que presentan síntomas y tienen obstrucciones arteriales graves, se benefician de la cirugía combinada con medicación. No obstante, pueden surgir problemas relacionados con la intervención quirúrgica, por lo que debe considerarse cuidadosamente si conviene realizarla.

Las enfermedades cardíacas pueden incrementar el riesgo de que se produzca un accidente cerebrovascular. La fibrilación auricular (un tipo de arritmia), que puede provocar la formación de coágulos de sangre y su desplazamiento hasta el cerebro, se trata con anticoagulantes. Otros problemas cardíacos probablemente deban resolverse con cirugía y medicamentos, a fin de reducir el riesgo de apoplejía. La diabetes es la causa de una gran proporción de ataques apopléticos, de modo que su control también ayuda a prevenir la apoplejía.

Los ataques isquémicos transitorios (AIT) constituyen advertencias claras de que puede producirse un accidente cerebrovascular. Jamás deben pasarse por alto. Consulte a su médico y trate la causa subyacente, pues los AIT multiplican el riesgo de sufrir una apoplejía.

Una vida sana y moderada contribuye mucho a la prevención de esta enfermedad. Una dieta equilibrada y la práctica regular de ejercicio, así como un consumo mínimo de alcohol y la abstinencia del tabaco, pueden ayudar a mantener las arterias en buen estado e incluso a mejorar las que ya están deterioradas. Según varios estudios, si se aumenta la ingestión de frutas y hortalizas frescas y de cereales, se reduce el riesgo de que sobrevenga un ataque apoplético.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir