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  • ¿Es la salud perfecta una utopía?
  • ¡Despertad! 1998
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¡Despertad! 1998
g98 8/7 pág. 9

¿Es la salud perfecta una utopía?

¿HA SUFRIDO alguna enfermedad o intervención quirúrgica grave? Si así es, seguramente valora más la vida. Dejando a un lado su estado físico, ¿cree que es posible gozar de salud perfecta? Puede que tal noción le parezca poco realista, dada la difusión que tienen afecciones debilitantes como el cáncer o las enfermedades cardíacas. Y es innegable que la mayoría enfermamos de vez en cuando. Pese a todo, estar completamente bien no es ninguna utopía.

Jehová no creó al hombre para que batallara con la enfermedad y la muerte, sino para que tuviera óptima salud. A fin de contrarrestar la acción de las enfermedades y la muerte, sentó la base para obtener salud perfecta y vida eterna mediante el sacrificio redentor de Jesucristo. “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16.) Quienes vivan eternamente en el nuevo mundo que ha prometido Dios no tendrán que luchar con la mala salud ni con la ancianidad. Pero entonces, ¿qué ocurrirá con las dolencias?

La curación de las enfermedades

Las curaciones que realizó Jesús constituyen un modelo de lo que sucederá. Se dijo al respecto: “Los ciegos ven otra vez, y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen, y los muertos son levantados, y a los pobres se declaran las buenas nuevas” (Mateo 11:3-5). En efecto, todos los enfermos que se acercaron a Jesús “recobraron completamente la salud” (Mateo 14:36). Como consecuencia, “la muchedumbre se asombró al ver que los mudos hablaban y los cojos andaban y los ciegos veían, y glorificaron al Dios de Israel” (Mateo 15:31).

Aunque hoy en día nadie realiza curaciones como aquellas, tenga la certeza de que el Reino de Dios elevará a la humanidad a la perfección, curándola de sus males físicos y psíquicos. La promesa de Dios se consigna en Revelación (Apocalipsis) 21:3, 4: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”.

Imagínese: un mundo que no necesitará compañías farmacéuticas, hospitales, operaciones ni tratamientos. Además, en el Paraíso restaurado quedarán en el olvido la depresión y las enfermedades mentales. La vida será una delicia, marcada siempre por la felicidad. El poder infinito de Dios activará los procesos regenerativos del organismo, y los beneficios del rescate de Cristo eliminarán el efecto debilitador del pecado. “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’.” (Isaías 33:24.)

¡Qué esperanza tan maravillosa: gozar de salud perfecta, tanto física como espiritual, cuando domine el Reino de Dios! Mientras llevamos una vida sana y equilibrada, podemos aguardar con anhelo las bendiciones del nuevo mundo que instaurará Jehová, quien ‘satisfará nuestra vida entera con lo que es bueno y hará que nuestra juventud siga renovándose tal como la de un águila’ (Salmo 103:5).

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