Entrevista en el piso 29
CUANDO se sale del ascensor en el piso 29 del edificio de las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York, un letrerito azul indica cómo llegar a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACDR). Esta dependencia actúa en representación de la oficina central de la OACDR, con sede en Ginebra (Suiza), que constituye el foco de las actividades de la ONU en materia de derechos humanos. Mary Robinson, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, dirige la oficina central, en Ginebra, mientras que Elsa Stamatopoulou, oriunda de Grecia, está al frente de la oficina de Nueva York. Hace unos meses, la señora Stamatopoulou recibió amablemente a un redactor de ¡Despertad! para hablar sobre lo que se ha hecho en favor de los derechos humanos en los pasados cinco decenios. A continuación reproducimos algunos fragmentos de la entrevista.
P. ¿Qué progresos cree que se han hecho en pro de los derechos humanos?
R. Le daré tres ejemplos: En primer lugar, hace cincuenta años, el concepto de derechos humanos no figuraba en la agenda internacional; hoy es omnipresente y se lleva a la práctica. Los gobiernos que no habían oído hablar jamás de los derechos humanos hace unas décadas, ahora hacen referencia a ellos. En segundo lugar, en la actualidad disponemos de un código de leyes compuesto de numerosas convenciones que especifica claramente a los gobiernos cuáles son sus obligaciones para con sus súbditos [véase el recuadro “Carta Internacional de Derechos Humanos”, en la página 7]. Se necesitaron muchos años de arduo trabajo para formular este código, del cual estamos muy orgullosos. El tercer ejemplo es que nunca antes ha habido tantas personas que participen en los movimientos en favor de los derechos humanos y que puedan expresarse enérgicamente sobre estos.
P. ¿Qué obstáculos se han presentado?
R. Después de diecisiete años de trabajo en los programas de derechos humanos de la ONU, soy consciente, claro está, de los problemas frustrantes a los que nos enfrentamos. El principal es que muchas veces los gobiernos ven los derechos humanos como una cuestión política en vez de humanitaria. Si se sienten amenazados políticamente, puede que no cumplan los tratados sobre derechos humanos. Estos se convierten entonces en papel mojado. Otro revés ha sido la incapacidad de la ONU para impedir las violaciones graves de los derechos humanos en lugares tales como la anterior Yugoslavia, Ruanda y, más recientemente, Argelia. Fue un tremendo fracaso que la ONU no pudiera impedir las masacres que hubo en estos países. Existen mecanismos para garantizar los derechos humanos, pero alguien tiene que activarlos. ¿Quién lo hará? Si los intereses de los países que podrían dar protección no están en juego, por lo general falta la voluntad política para detener las violaciones.
P. ¿Qué perspectivas ve?
R. Veo una amenaza y una promesa en el camino que lleva al respeto de los derechos humanos de todo el mundo. Lo que me preocupa es la amenaza que representa la globalización de la economía, que induce a las grandes empresas a establecerse en países donde la mano de obra es más barata. Hoy en día, si es necesario, podemos culpar a los gobiernos de violar los derechos humanos, y presionarlos. Pero ¿a quién vamos a culpar por las violaciones producidas a raíz de los acuerdos económicos multilaterales, que transfieren cada vez más poder de los gobiernos a las fuerzas económicas mundiales? Al no poder controlar tales fuerzas, se debilita la posición de las organizaciones intergubernamentales, como la ONU. En lo que concierne a los derechos humanos, esta tendencia es destructiva. Es de crucial importancia lograr que el sector privado se una al movimiento en favor de los derechos humanos.
P. ¿Y la promesa?
R. El desarrollo de una cultura mundial de derechos humanos. Me refiero a que mediante la educación debemos lograr que la gente sea más consciente de los derechos humanos. Es un objetivo muy difícil, desde luego, porque implica un cambio de mentalidad. Por eso hace diez años la ONU efectuó una campaña pública de información para educar a la gente sobre sus derechos y a los países sobre sus deberes. Además, la ONU ha proclamado el período 1995-2004 como el “Decenio para la educación en la esfera de los derechos humanos”. Se espera que la educación cambie la mente y el corazón de las personas. Pudiera parecer que me estoy refiriendo al Evangelio, pero en lo que respecta a la educación en pro de los derechos humanos, soy una verdadera creyente. Espero que el mundo adopte la cultura de los derechos humanos como su ideología en el siglo próximo.
[Recuadro de la página 7]
CARTA INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS
Además de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, también existe una Carta Internacional de Derechos Humanos. ¿Qué relación hay entre ambas?
Pues bien, si comparamos la Carta Internacional de Derechos Humanos con un libro de cinco capítulos, la Declaración Universal sería el capítulo 1; los capítulos 2 y 3 corresponderían al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, respectivamente, y los capítulos 4 y 5 contendrían, cada uno, un Protocolo Facultativo.
La Declaración Universal tiene valor moral, les dice a las naciones lo que deberían hacer, mientras que los cuatro documentos adicionales son vinculantes, les indican lo que tienen que hacer. Aunque la preparación de estos documentos se inició en 1949, no entraron en vigor sino hasta varios decenios después. Hoy en día, los cuatro documentos, junto con la Declaración Universal, componen la Carta Internacional de Derechos Humanos.
Además de la Carta Internacional, la ONU ha ratificado más de ochenta tratados adicionales sobre derechos humanos. “Así que es un error pensar que los tratados sobre derechos humanos de la Carta Internacional son los más importantes —señala una especialista en derechos humanos—. Por ejemplo, la Convención sobre los Derechos del Niño, de 1990, es el documento de la ONU más universal y que más países han ratificado, y, sin embargo, no forma parte de la Carta Internacional. El nombre ‘Carta Internacional de Derechos Humanos’ se acuñó más con propósitos publicitarios que con la intención de que designara un concepto formal. Y estará de acuerdo conmigo en que capta la atención.”a
[Nota]
a En el momento de redactarse este artículo, 191 naciones (183 de ellas miembros de la ONU y 8 que no lo son) han ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño. Solo dos países no la han ratificado: Somalia y Estados Unidos.
[Ilustración de la página 6]
Elsa Stamatopoulou
[Reconocimiento]
Foto de UN/DPI de J. Isaac