El respeto a los derechos humanos se hace realidad
“¿CUÁL es la causa fundamental de las violaciones de los derechos humanos?”, se preguntó a una abogada especializada en el tema. “La codicia —respondió—. La codicia de poder político y económico.” Y puesto que la codicia se origina en la mente humana, las violaciones de los derechos humanos reflejan, en definitiva, una mentalidad. Otra causa es el nacionalismo. La ideología de que “mi país es primero” promueve la violación de los derechos humanos. Estos, por lo tanto, solo se respetarán ‘si se implanta un gobierno mundial capaz de adoptar medidas que pueda hacer cumplir’, dice el holandés Jan Berkouwer, profesor de Derecho y Economía.
En otras palabras, para que se respeten los derechos humanos en todo el mundo, es necesario que antes sucedan dos cosas: un cambio de mentalidad y un cambio de gobierno. ¿Es realista esperar que ocurran?
Una razón doble para cambiar
Mientras que el “Decenio de las Naciones Unidas para la educación en la esfera de los derechos humanos” está a punto de entrar en su quinto año, hay un programa educativo internacional no gubernamental que lleva muchos decenios cambiando la mentalidad de millones de personas, por lo que estas tratan ahora a su semejante con dignidad. Dicho programa, realizado por los testigos de Jehová, se lleva a cabo en más de doscientos treinta países. ¿Cómo funciona?
Para empezar, se trata de un programa mundial de educación bíblica que mejora la comprensión del origen de los derechos humanos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos afirma que el hombre tiene derechos porque es un ser racional y moral.
El hombre debe haber recibido las facultades de la razón y la conciencia de una fuente superior (véase el recuadro “La fuente de los derechos humanos”, en la página 13). El reconocimiento de esta fuente superior divina suministra a la persona una razón de peso para respetar al prójimo. Esta trata a los demás con dignidad no solo porque la conciencia la impulsa a hacerlo, sino, lo que es más importante, porque el respeto y el amor al Creador la mueve a tratar a Su creación con dignidad. Este motivo doble se basa en las siguientes palabras de Jesucristo: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” y “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). La persona que respeta profundamente al Creador jamás viola los derechos de su semejante porque estos son una herencia de Él. Violarlos equivale a usurpar tal herencia.
Educación que marca la diferencia
¿Es eficaz el programa de educación bíblica de los testigos de Jehová para reducir la violación de los derechos humanos? La mejor manera de contestar esta pregunta es fijarse en sus resultados, pues, como dijo Jesús, “la sabiduría queda probada justa por sus obras” (Mateo 11:19).
Una conocida inscripción grabada en un muro de la plaza de las Naciones Unidas (Nueva York) dice: “Tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra”. Con esta cita del libro bíblico de Isaías, capítulo 2, versículo 4, la ONU señala a una de las principales formas de disminuir las violaciones masivas de los derechos humanos: acabar con la guerra. Después de todo, la guerra es ‘la antítesis de los derechos humanos’, según una publicación de la ONU.
El programa educativo de los testigos de Jehová lleva un paso más lejos la idea de grabar las palabras de Isaías en un muro de piedra: las graba, o “escribe”, en los corazones humanos (compárese con Hebreos 8:10). ¿Cómo? Al eliminar las barreras raciales y étnicas y derrumbar los muros del nacionalismo mediante la enseñanza del punto de vista bíblico sobre la raza, a saber, que existe una sola raza: la humana (Hechos 17:26). Los que participan en el programa cultivan el deseo de hacerse “imitadores de Dios”, de quien la Biblia dice que “no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Efesios 5:1; Hechos 10:34, 35).
Como resultado de esta educación bíblica, millones de personas de nuestros días ‘no aprenden más la guerra’. Han cambiado su mente y corazón. Y el cambio es perdurable (véase el recuadro “Educación para la paz”, en la página 14). En el presente, un promedio de más de mil personas finalizan diariamente los cursos básicos que imparten los testigos de Jehová, y se unen a las filas de esta fuerza mundial en pro de la paz.
¿Son firmes este cambio de mentalidad y la subsiguiente decisión de respetar los derechos humanos negándose a participar en la guerra? Totalmente. Veamos un ejemplo: Durante la II Guerra Mundial se sometió a severa prueba el respeto de los Testigos a los derechos humanos, sobre todo en la Alemania nazi. El historiador Brian Dunn afirmó: ‘Los testigos de Jehová eran incompatibles con el nazismo. Lo que más molestaba a los nazis era su neutralidad política. Eso significaba que ningún creyente podía portar armas’ (The Churches’ Response to the Holocaust [Respuesta de las iglesias al Holocausto]). Paul Johnson escribió en el libro Historia del cristianismo: “Muchos fueron sentenciados a muerte por negarse a prestar servicio militar [...]; o terminaron en Dachau o en asilos para locos”. Aun así, se mantuvieron firmes. La socióloga Anna Pawełczyńska dijo que fueron “una pequeña isla de resistencia infatigable en el seno de una nación aterrorizada”.
Imagínese qué reducción tan drástica de las violaciones de los derechos humanos habría mundialmente si todas las personas adoptaran esta postura y ‘no aprendieran más la guerra’.
¿Es un gobierno mundial una utopía?
‘Cambiar las mentalidades es muy difícil, pero instaurar un gobierno mundial es una utopía’, aseguró una trabajadora de la ONU. Y, en efecto, el hecho de que las naciones no hayan querido ceder su soberanía a la ONU ni a ninguna otra organización apoya esta conclusión. Ahora bien, los que descartan la idea de un gobierno mundial, según el profesor Berkouwer, “tienen la obligación moral de proponer otras formas de resolver los problemas mundiales. Sin embargo, no existe ninguna otra solución”. Solución humana, claro está, porque sí existe una solución sobrehumana. ¿Cuál?
La Biblia nos muestra que el Creador, además de ser la fuente de las facultades que subyacen tras los derechos humanos, también lo es del gobierno mundial que garantiza su cumplimiento. Este gobierno celestial es invisible, pero real. De hecho, millones de personas, tal vez sin ser conscientes de ello, piden este gobierno mundial cuando repiten las siguientes palabras de la oración generalmente conocida como el padrenuestro: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:10). La persona designada por Dios para dirigir ese gobierno es el Príncipe de Paz, Jesucristo (Isaías 9:6).
Dicho gobierno mundial creará una cultura de derechos humanos de alcance mundial y duración indefinida mediante, entre otras cosas, la erradicación de las guerras. La Biblia profetiza: “[El Creador] hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego” (Salmo 46:9).
¿Cuándo sucederá esto? El programa de estudio de la Biblia que ofrecen los testigos de Jehová incluye una respuesta satisfactoria a tal pregunta. Lo animamos a obtener información sobre este programa.a Si le interesa el tema de los derechos humanos, no quedará decepcionado.
[Nota]
a Si desea recibir más información sobre este programa de educación bíblica, escriba a los editores de esta revista o póngase en contacto con los testigos de Jehová de su comunidad. Los cursos son gratuitos.
[Recuadro de la página 13]
LA FUENTE DE LOS DERECHOS HUMANOS
El artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Así pues, los derechos humanos son un patrimonio que fluye de padres a hijos, tal como un río lleva agua a los que viven en sus riberas. ¿Dónde se origina esta corriente de derechos humanos?
Según la Declaración Universal, los seres humanos poseen derechos porque ‘están dotados de razón y conciencia’. Una publicación de la ONU explica: “Como el hombre es un ser racional y moral, es distinto de otras criaturas terrestres y, por lo tanto, deben garantizársele ciertos derechos y libertades de los que otras criaturas no disfrutan” (cursivas nuestras). Así que el estar dotado de razón y conciencia sirve de base para poseer derechos humanos. Siendo ese el caso, la fuente de la razón y la conciencia humanas lo es también de los derechos humanos.
Para los activistas de los derechos humanos que creen en la evolución biológica, la afirmación de que estos se relacionan con la razón y la conciencia plantea un problema. El libro evolucionista Life Ascending admite: “Cuando nos preguntamos cómo un proceso [la evolución] [...] pudo haber generado cualidades como el amor a la belleza y a la verdad, la compasión, la libertad y, en especial, la riqueza del espíritu humano, nos quedamos perplejos”. No es de extrañar, pues asegurar que las facultades humanas de la razón y la conciencia proceden de antepasados infrahumanos que carecían de ellas es como decir que un río emana de un pozo sin agua.
Puesto que la fuente de tales facultades no puede ser infrahumana, debe ser sobrehumana. Solo el hombre posee las cualidades relacionadas con los derechos humanos —la razón y la conciencia— porque, a diferencia del animal, fue creado a “la imagen de Dios”, según explica la Biblia (Génesis 1:27). De modo que, como indica el libro Human Rights—Essays on Justification and Applications, una contestación válida a la pregunta de por qué las personas tienen derechos morales es que “poseen valor o dignidad intrínsecos, o son [...] hijos de Dios”.
[Ilustraciones y recuadro de la página 14]
EDUCACIÓN PARA LA PAZ
Hace unos años, mientras los conflictos bélicos desgarraban los Balcanes, Branko servía de guardia armado en una clínica del sector croata de Bosnia.b Una noche, un médico que estudiaba la Biblia con los testigos de Jehová le contó las verdades que había aprendido en su estudio. Lo que Branko escuchó lo incitó a deponer las armas. Algún tiempo después se trasladó a otro país europeo y asistió a una reunión de los testigos de Jehová, en la que conoció a Slobodan.
Slobodan también procedía de Bosnia. Había combatido en la misma guerra que Branko, pero en el bando opuesto, el serbio. Cuando se conocieron, Slobodan ya era testigo de Jehová, y le ofreció un estudio de la Biblia a Branko, su anterior enemigo. A medida que avanzaba el estudio, iba creciendo el amor de Branko por el Creador, Jehová, y en poco tiempo decidió hacerse Testigo.c
El mismo Slobodan también llegó a ser Testigo con la ayuda de un anterior enemigo. ¿Cómo? Pues bien, después de abandonar la zona de guerra, había recibido la visita de Mujo, que provenía asimismo de Bosnia, pero que se había criado en una religión muy diferente de la de Slobodan. Para este tiempo Mujo era testigo de Jehová. Aunque habían sido enemigos, Slobodan aceptó la oferta de Mujo de estudiar la Biblia con él y posteriormente dio el paso de hacerse testigo de Jehová.
¿Qué impulsó a estos hombres a superar un odio étnico muy arraigado y convertirse en amigos? Mediante su estudio de la Biblia, cultivaron amor a Jehová, tras lo cual estuvieron dispuestos a ser “enseñados por Dios a amarse unos a otros” (1 Tesalonicenses 4:9). Como dice el profesor Wojciech Modzelewski sobre los testigos de Jehová en general, “el factor clave de su actitud pacífica es que ya en la actualidad siguen los principios revelados en la Biblia”.
[Notas]
b Se han cambiado todos los nombres de este recuadro.
c Branko supo después, para gran alegría suya, que el médico que le había hablado por primera vez, también se había hecho testigo de Jehová.
[Ilustraciones de la página 11]
¿Se producirá algún día un cambio de mentalidad y de gobierno?
[Reconocimiento]
Foto de U.S. National Archives
[Ilustraciones de las páginas 12 y 13]
La educación bíblica cambia la mentalidad para bien