El clero expresa crítica injustificable
EL 2 de agosto de 1950 la Sociedad Wátchtower presentó la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras cristianas griegas. Al día siguiente el Daily Star de Toronto publicó en la primera página lo siguiente:
“LIBERTAD INJUSTIFICABLE, DICE EL CLERO DE LA BIBLIA DE LOS TESTIGOS
“Varios clérigos y estudiantes de la Biblia dijeron hoy que los testigos de Jehová han tomado libertades injustificables al rechazar la idea de la Santa Trinidad en una nueva traducción de las escrituras griegas conteniendo el Nuevo Testamento. Puesta en circulación ayer, la versión usa como substituto las palabras ‘el espíritu y el agua y la sangre’ por la frase ‘Padre, Hijo y Espíritu Santo’. Esta última traducción se halla frecuentemente a lo largo de la versión del Rey Jaime del Nuevo Testamento, usada por las iglesias ortodoxas.”
Estos clérigos críticos no están bien informados, y en su prisa para oponerse dejan que se les avergüence. Deberían haber observado el proverbio: “No te metas inconsideradamente en los pleitos; no suceda que no sepas qué hacer a la postre, cuando tu adversario te haya hecho avergonzar.” (Pro. 25:8) Los estudiantes de la Biblia informados saben que la frase “Padre, Hijo y Espíritu Santo” no se halla una sola vez en la Versión del Rey Jaime. La frase que se halla una vez es “el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo”, en 1 Juan 5:7. ¿Y qué hay de la frase “el espíritu y el agua y la sangré”? ¿Es un substituto por la otra frase? No; esas palabras idénticas a parecen tanto en la Versión del Rey Jaime como en la Traducción del Nuevo Mundo, en 1 Juan 5:8. Lo que la Traducción del Nuevo Mundo hizo fué meramente el omitir la frase de la Versión del Rey Jaime en 1 Juan 5:7: “El Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y éstos tres son uno.”
Bien, ¿fué ésa una “libertad injustificable”? Los clérigos críticos lo pensaron así, porque el informe de la prensa continuó: “El Prof. B. W. Horan, autoridad bíblica del Colegio Wiclef, dijo que la traducción aprobada por la Watch Tówer and Bible Society—nombre oficial de los testigos—no puede tener base verdadera. Añadió: ‘Las palabras “Padre, Hijo y Espíritu Santo” son claras en el griego original, nuestra única autoridad, y se traducen así en todas las versiones inglesas. Ellos están tomando una libertad injustificable, y una vez que usted hace tal cosa entonces puede sacar casi cualquier cosa de las escrituras. No tienen razón de ninguna manera para su interpretación.’ Oficiales de las Iglesias anglicana, unida, bautista, presbiteriana y ciencia cristiana estuvieron de acuerdo con el Prof. Horan.”
¿Cómo puede ser Horan una “autoridad bíblica” del Colegio Wiclef, y todavía decir que esta frase está en él griego original y se traduce “Padre, Hijo y Espíritu Santo” en “todas las versiones inglesas”? Los originales griegos fueron escritos en el primer siglo de nuestra era común, pero no fué hasta el siglo dieciséis que estas palabras espurias se introdujeron furtivamente en un manuscrito griego. En 1516 Erasmo produjo un texto del “Nuevo Testamento” griego. Publicó varias ediciones, y las primeras dos no contenían las palabras espurias en 1 Juan 5:7. Sin embargo, la omisión de este texto falsificado fué observada por las autoridades católicas, particularmente por Estúñiga, y por medio de subsecuente maquinación Estúñiga persuadió a Erasmo a insertarlo en una edición posterior, contrario al razonamiento de Erasmo. William Týndale usó esta edición posterior de Erasmo para revisar su traducción inglesa, y es esta versión de Týndale la base de la popular Versión del Rey Jaime de 1611. Así vemos cómo 1 Juan 5:7, que nunca estuvo en las Escrituras griegas originales, se introdujo en la Versión del Rey Jaime.
¿Y qué hay de la pretensión de Horan de que este texto trinitario espurio está en “todas las versiones inglesas”? Es sumamente difícil creer que esté tan ignorante de los hechos, sin embargo esa creencia quizás sea más caritativa que pensar que deliberadamente trata de falsificar. En 1881 se publicó una revisión del “Nuevo Testamento” de la Versión del Rey Jaime, llamada la “Versión Revisada Inglesa”. Omitió el texto espurio de 1 Juan 5:7, como lo había hecho la versión del Diaglotón Enfático (en inglés) de Benjamín Wilson algunos años antes. Las versiones modernas en inglés casi invariablemente lo omiten.
La Versión Americana Normal (en inglés) de 1901 lo hizo. Cuando se revisaron y publicaron las Escrituras griegas de esta versión en 1946, el texto espurio siguió sin aparecer. De igual manera se omite en la traducción moderna de Móffatt (1922), en Una Traducción Americana por Góodspeed (1935), en El Nuevo Testamento en inglés básico (1941), en la versión de Dárby (1949), en la versión de Wéymouth (quinta edición, 1929), en el Nuevo Testamento del Siglo Veinte (1901), en la Biblia Enfática de Rótherham (1897), y así es a lo largo de casi todas las versiones inglesas modernas. El clérigo bautista, J. B. McLaurin, que protestó contra la Traducción del Nuevo Mundo debería haber sabido que la Sociedad Americana de Publicaciones Bautistas registró y publicó en 1924 una versión moderna de las Escrituras griegas, en la que omitieron el versículo espurio. (Los otros críticos precipitados de la Traducción del Nuevo Mundo fueron D. B. Rógers, de la Iglesia de Inglaterra, F. W. Boorer, de la ciencia cristiana, V. T. Móoney, de la Iglesia Unidad, y J. A. Munro, de la Iglesia presbiteriana.)
El monseñor católico Knox completó una traducción en 1943, y aunque incluyó el texto espurio admitió en una nota al pie de la página: “Este versículo no aparece en ningún buen manuscrito griego.” La traducción Confraternidad Católica explicó que retenía el texto porque la Santa Sede se reservó el derecho de dejar pasar el texto, pero admitió que de acuerdo con la evidencia de muchos manuscritos el versículo era espurio. El hecho es que todo clérigo informado sabe que las palabras de 1 Juan 5:7, como están en la Versión del Rey Jaime, no se hallan en los manuscritos de más confianza, a saber, el Vaticano 1209, el Sinaítico, y el Alejandrino. El texto griego usado como la base para la Traducción del Nuevo Mundo es el texto aceptado extensamente de Wéstcott y Hort (1881), por razón de su excelencia admitida. Este texto no contiene las palabras espurias en 1 Juan 5:7.
En vista de todo esto, ¿qué concluímos? Que la Traducción del Nuevo Mundo no tomó ninguna libertad injustificable, sino que estos clérigos expresaron crítica injustificable, y en su apresuramiento por hacerlo han demostrado ignorancia o prejuicio, o ambos, para su propia vergüenza.