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  • El origen de la Navidad y de su espíritu
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
w55 15/12 págs. 740-745

El origen de la Navidad y de su espíritu

¿Celebraron los padres de usted su cumpleaños antes que usted naciera? ¿Se les ocurriría celebrarlo en otro día, en uno que no fuera el día en que usted nació? Como cristianos, ¿se les ocurriría honrarlo por medio de trasladar el día al de una fiesta pagana en la que se bebía cerveza de los cráneos de enemigos, o se ofrendaban infantes humanos vivos a dioses demoníacos? Si no lo harían, entonces, ¿por qué será que cristianos profesos conmemoran el nacimiento de Cristo en el día de una fiesta pagana? Este articulo contesta.

EL ESPÍRITU de la Navidad no es cristiano, porque no originó con Cristo. Precedió a la era cristiana por muchos siglos. Poco después del Diluvio tuvo su comienzo el espíritu y toda la celebración de Navidad. Empezó con Nemrod, nieto de Cam el hijo de Noé, un dictador inicuo y empedernido, responsable de la gran negación de Dios, apostasía mundana organizada que continúa hasta este día. En desprecio a Dios y toda decencia Nemrod se casó con su propia madre, Semíramis. Después de la muerte prematura de él, Semíramis, su madre y esposa, enseñó la mentira de que su marido e hijo era un dios espiritual. Ella sostuvo que un árbol siempre verde completamente desarrollado brotó de la noche a la mañana del tronco de un árbol muerto, lo cual simbolizaba la brotadura del Nemrod muerto a una nueva vida. Ella enseñó que en el aniversario de su nacimiento, que fué el 25 de diciembre, Nemrod visitaba el siempre verde y dejaba regalos sobre él. El profesor Hislop, historiador, dice: “Ahora el Nochebueno es el tronco muerto de Nemrod, deificado como el dios sol, pero derribado por sus enemigos; el árbol de Navidad es Nemrod redivivus—el dios muerto vuelto a la vida.”—The Two Babylons, páginas 97, 98.

Este es el comienzo de la Navidad con su espíritu. Este es también el origen del nochebueno, el árbol de Navidad, la celebración de cumpleaños, el espíritu de cambiar regalos, el espíritu del banqueteo y parrandeo, visitas y salutaciones, jocosidad, orgía y borrachera. Todo esto es una consecuencia de la primera mentira, nutrida por el espíritu de Satanás el Diablo, quien la contó. En el Edén él dijo a Eva: “Positivamente ustedes no morirán. Porque Dios sabe que en el mismísimo día que ustedes coman de él sus ojos no podrán menos que ser abiertos y ustedes no podrán menos que ser semejantes a Dios, conociendo el bien y el mal.” Igual que Eva, Semíramis creyó la mentira de Satanás y proclamó a Nemrod un dios espiritual. Con esta proclamación comenzó una celebración desenfrenada en su cumpleaños que ha perdurado a través de los siglos hasta nuestro día. En el mundo occidental se le da el nombre de Navidad.—Gén. 3:4, 5, NM.

Nemrod llegó a ser adorado como el “hijo divino del cielo,” “el Mesías, hijo de Baal el dios sol.” Los paganos adoradores del Diablo creían que la vida y la inmortalidad provenían de Nemrod, y por esa razón ellos adoraban al sol de existencia sin fin que está en los cielos como la personificación y representación de la “divinidad” de Nemrod. Madre e hijo, Semíramis y Nemrod, llegaron a ser objetos principales de adoración. El mundo pagano idolatraba esta combinación. En Egipto se les adoraba como Isis y Osiris, en Asia como Cibeles y Dyaus, en la Roma pagana como Fortuna y Júpiter niño. Aun en la China, el Japón, Tibet y en otros países que no son cristianos se halla lo que corresponde a la Madona, considerada sagrada por la cristiandad. Los paganos adoraron estos símbolos mucho tiempo antes del nacimiento de Cristo; no obstante, la cristiandad los llama cristianos y en forma idolátrica se refiere a ellos como “el hermoso espíritu de la Navidad.”

Jehová Dios, por otra parte, mandó a su pueblo Israel: “No aprendáis las costumbres de los paganos, . . . porque las prácticas de los pueblos son vanidad.” “No debes inclinarte a los dioses de ellos ni dejar que se te induzca a servirles, y no debes hacer nada parecido a sus obras, sino que sin falta las derribarás y sin falta demolerás sus pilares sagrados.” “No debes servir a sus dioses, porque eso te será un lazo.” La declaración de Jehová en contra de los dioses paganos no ha cambiado, ni su actitud, porque, dice él: “Porque yo, Jehová, no cambio.”—Jer. 10:1-3; Éxo. 23:24; Deu. 7:16, NM; Mal. 3:6.

La Biblia cuidadosamente evita hacer anotación de la fecha del nacimiento de persona alguna, y no hay registro alguno acerca de celebraciones de cumpleaños por los siervos de Jehová, ni antes ni después de Jesucristo. El silencio conspicuo de la Biblia acerca de cumpleaños es poderoso testimonio de que éstos no se celebraban, que el hacerlo se desaprobaba, se consideraba pagano. Orígenes de Alejandría (185-254 d. de J. C.) discernió sabiamente: “En las Escrituras sólo los pecadores, no los santos, celebran sus cumpleaños.” Las únicas celebraciones de cumpleaños que se mencionan en la Biblia son la de Faraón, cuando un hombre fué ahorcado, y la del adúltero rey Herodes, cuya hijastra Salomé bailó para hacer “alegre” la celebración, sí, alegre haciendo que se le cortara la cabeza a Juan el Bautista.

DESDE LAS SATURNALES PAGANAS HASTA LA NAVIDAD “CRISTIANA”

¿Cómo, pues, llegaron estas costumbres paganas a ser parte de la principal fiesta “cristiana,” la Navidad? El hecho de que los cristianos del primer siglo no celebraban la Navidad lo confirman escritores “cristianos” primitivos. La Catholic Encyclopedia admite lo siguiente: “La Navidad no estaba entre las más tempranas fiestas de la Iglesia. Ireneo y Tertuliano la omiten de su lista de fiestas.” Cuando los cristianos apóstatas comenzaron a apostatar y a adoptar costumbres paganas, se quejó Tertuliano: “Por nosotros que desconocemos los sábados, y novilunios y fiestas, en un tiempo aceptables a Dios, las saturnales [y otras fiestas paganas] ahora son frecuentadas, se llevan regalos de un lado a otro, . . . y se celebran deportes y banquetes con alboroto.”—Gál. 4:10, 11; Col. 2:8.

En un esfuerzo por ganar conversos entre los paganos, el clero católico romano, en el cuarto siglo después de Cristo, abrazó estas saturnales paganas del 25 de diciembre y las auspició como día de la Navidad. La Navidad, por lo tanto, es sólo una copia de las saturnales paganas. Dice una historia mundial, On the Road to Civilization, página 164: “La fiesta de Saturno, las saturnales, era una fiesta invernal que duraba una semana comenzando el día veinticinco de diciembre, y se celebraba con bailes, el cambio de regalos, y la quema de velas. Los cristianos más tarde adoptaron las saturnales para hacerlas su Navidad, y se le dió un nuevo significado.”

Detallando las costumbres de las saturnales, la New Americanized Encyclopedia Britannica, 1900, tomo IX, página 5236, dice: “Las saturnales . . . que se celebraban el día 19 . . . duraban siete días. Era un tiempo de gozo y alegría general. Le quitaban las vendas de lana a los pies de la imagen de Saturno, y cada hombre ofrecía un lechón. Se cerraban las escuelas durante la fiesta. . . . Se practicaba el jugar a los dados, que en otros tiempos era ilegal. Todas las clases se cambiaban regalos, los más comunes siendo velas y muñecas de arcilla. Estas muñecas se daban especialmente a los niños. Varrón creía que estas muñecas representaban los sacrificios originales de seres humanos (niños al ‘Dios Infernal’).”—Jer. 32:34, 35.

Según se informó en el Examiner, el “Rdo.” A. E. Palmer, de la Iglesia de la Santa Trinidad, dijo en diciembre de 1953: “‘¿Por qué escoger el 25 de diciembre como fecha para la santa fiesta? ¿No serviría igual de bien para esta parranda cualquier otro día de fiesta pública?’ No había ninguna evidencia, dijo él, de que Jesús hubiese nacido el 25 de diciembre, más bien la Iglesia adoptó muchas de las fiestas paganas y les dió significado cristiano. El 25 de diciembre se celebraba el regreso del sol, pues los días se hacían más largos, y la Iglesia escogió esto como simbólico de la luz que brillaba a través de la obscuridad. La Navidad sin Cristo, dijo él, era sólo una fiesta pagana.”

James M. Gillis, C.S.P., director del periódico Catholic World (el 2 de diciembre de 1945), hace esta confesión cándida: “Es bien conocido el hecho de que los papas y concilios de la Iglesia de tiempo temprano deliberadamente colocaron una fiesta cristiana en o cerca del día de un carnaval pagano que existía antes, con el propósito de desalojar la celebración pagana y generalmente licenciosa.” Semejante al Hamán de tiempos antiguos, la Iglesia católica se entrampó en su propio ardid.—Ester 7:10.

Tras su nueva máscara “cristiana” flojamente ajustada la “Navidad” no era y no es nada más que las antiguas saturnales paganas. Y es el espíritu de esta fiesta pagana lo que se aclama como “el hermoso espíritu de la Navidad.” ¿Qué tiene de hermoso una fiesta pagana que deshonra a Dios y que se celebra en desafío a los mandatos de Dios? ¿Qué tiene de hermoso una celebración que ha perpetuado una mentira? ¿que hace hipócritas a los que participan en ella? ¿que ha cegado a los hombres a la verdad y justicia? ¿Qué tiene de hermoso una cosa “repugnante”?

IDENTIFICANDO A LOS “ESPÍRITUS”

El espíritu de Dios que produce frutos de “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, gobierno de uno mismo” no se identifica en las saturnales que se tomaron prestadas de los paganos. Así como James Murdock da a saber en una nota en su traducción de Institutes of Ecclesiastical History por Mosheim: “Desde la primera institución de esta fiesta [la Navidad] parece que las naciones occidentales trasladaron a ella muchas de las tonterías y prácticas censurables que prevalecieron en las fiestas paganas del mismo tiempo, tales como el adornar las iglesias fantásticamente, mezclar exhibiciones de títeres y dramas con la adoración, el banqueteo y holgorio universales, las visitas y salutaciones, los regalos y jocosidad, la orgía y borrachera.”—Gál. 5:22-25, NM.

En lugar de convertir a los paganos al “cristianismo” los cristianos apóstatas cayeron víctimas de sus propios deseos y pasiones y fueron arrastrados al mar por las prácticas paganas. Dios predijo esto: “No debes servir a sus dioses, porque eso te será un lazo.”—Deu. 7:16, NM.

La campaña que ahora se está llevando a cabo para “poner a Jesucristo de nuevo en la Navidad” es una admisión abierta de que Cristo no está en su celebración. Y, como declaró el “Rdo.” Palmer: ‘la Navidad sin Cristo no es nada más que una fiesta pagana.’ Y es cierto. Cristo no estuvo nunca en la Navidad, ni estuvo la Navidad jamás en Cristo. Más oportuno y en armonía con los principios cristianos estaría el lema: “Aléjese de la Navidad y vuélvase a Cristo.” El que simplemente se le ponga el rótulo de “cristiano” a las saturnales paganas no las hace cristianas. Un lobo no se vuelve cordero simplemente porque lo llamemos eso. No, tampoco se hace cristiana la Navidad porque cristianos profesos participen en su celebración. El que ciertas organizaciones religiosas la celebren no la hace cristiana, así como los juegos de bingo, loterías o tertulias de naipes que se efectúan en hogares o escuelas parroquiales no son por ese motivo cristianos.

¿Se halla el espíritu de Dios en la costumbre de dar y recibir que fué transmitida por paganos adoradores de demonios? ¿Se halla el espíritu de Dios en el negocio de 50 millones de dólares anuales en árboles de Navidad, árboles que conmemoran la mentira de la inmortalidad humana? ¿Se halla en las relucientes bolas doradas que rinden homenaje a Balder, dios del siempre místico sol? ¿Se halla el espíritu de Dios en los millones de juguetes de formas de soldados y tanques, fusiles y aviones que glorifican la guerra y no glorifican “sobre la tierra paz; entre los hombres buena voluntad”? ¿Se halla en la glotonería, la embriaguez, lascivia y asesinato que se cometen en este día que se llama “Navidad”?

Difícilmente. “No sean engañados,” dice el inspirado Pablo. “Dios no es alguien de quien uno se pueda mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará; porque el que esté sembrando con el pensamiento en su carne segará de su carne la corrupción, pero el que esté sembrando con el pensamiento en el espíritu segará del espíritu la vida eterna.” Los apóstoles Pablo y Pedro nos dan una buena descripción del espíritu de la Navidad en Gálatas 5:19-21 y 1 Pedro 4:1-4. Por estos frutos lo conocemos.—Gál. 6:7, 8, NM.

FRUTOS IDENTIFICADORES DEL “ÁRBOL DE NAVIDAD”

Se supone que el espíritu de la Navidad es uno de buena voluntad hacia los hombres. Después de mil quinientos años de celebrar la Navidad, ¿cuánta buena voluntad hay? ¿Cuánta se practica durante los días de la fiesta misma? ¿Cuánto se parece a Cristo la gente durante esta “fiesta sacratísima”? Lea y decida usted mismo qué espíritu predomina.

Según un informe por Gerhard J. Falf, sociólogo de la Universidad de Pensilvania, “se cometen más asesinatos el día de Navidad que en cualquier otro día del año.” ¿Es esto el espíritu cristiano? El detective principal de una tienda de departamentos declara: los rateros de tiendas y carteristas “aumentan en número” cuando llega la Navidad. ¿Será cristiano este espíritu? En 1953, en Detroit, Míchigan, Carl Ross trató de defender de la muchedumbre su camionada de árboles. Un hombre no identificado “agarró un trozo de madera del camión y lo golpeó con ella hasta que quedó inconsciente. Mientras él yacía allí y al mismo tiempo que la muchedumbre se llevaba sus árboles, alguien le robó 400 dólares, sus entradas del día, de su bolsillo. Por fin su padre logró poner en movimiento el camión y huyó por su vida con aproximadamente la tercera parte de su carga.” “Un número extraordinariamente alto de personas informó que durante la noche les habían cortado los árboles siempre verdes que tenían en sus céspedes,” anunció el periódico News de Detroit. ¿Es esto el espíritu del cristianismo?

Como dijo Jesús con exactitud: “Este pueblo me honra con sus labios, sin embargo su corazón está alejado de mí. Es en vano que continúen guardándome respeto, porque enseñan mandamientos de hombres como doctrinas.” Esto fué cierto en el día de Jesús, y es cierto respecto a la cristiandad hoy. Es cierto respecto a todas sus fiestas y costumbres, sin excluir la Navidad.—Mat. 15:8, 9, NM.

ABOMINACIÓN A VISTA DE DIOS

La fiesta de la Navidad se estima entre los hombres del mundo. Pero, como Jesús declaró: “Ustedes son aquellos que se declaran a sí mismos justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones; porque lo que es eminente entre los hombres es cosa repugnante a la vista de Dios.” Aunque repiquen las campanas de las iglesias y hagan los hombres un pretexto de oración en ese día, sin embargo Dios considera sus festividades una repugnante celebración pagana. A cristianos que apostataron y adoptaron prácticas parecidas Pablo dijo: “Ustedes están observando escrupulosamente días y meses y sazones y años. Temo por ustedes, no sea que de algún modo me haya afanado para nada en lo que respecta a ustedes.” De estas cosas los hombres fueron libertados por Cristo, pero la cristiandad ha vuelto a ellas. Ella ha llegado a ser tan repugnante a la vista de Dios como el perro que “ha vuelto a su propio vómito, y la puerca que fué bañada a revolcarse en el lodo.”—Luc. 16:15; Gál. 4:10, 11; 2 Ped. 2:22, NM.

¿Qué, pues, es el espíritu de la Navidad? Es ‘terrenal, animal, demoníaco.’ Es el espíritu del paganismo exhibiéndose en vestiduras cristianas. Es el espíritu del Diablo que ha embriagado al mundo entero. El celebrar la Navidad no puede pasar por diversión inocente para los niños, porque están implicados el nombre y la adoración de Dios. Las festividades y decoraciones son demoníacas, porque glorifican el paganismo, el cual es demonolatría. El asociar el nombre y la Palabra de Dios con costumbres paganas es profanar ese nombre, tomarlo de una manera indigna. Uno de los Diez Mandamientos es: “No debes tomar el nombre de Jehová tu Dios de manera indigna, porque Jehová no dejará impune al que tome su nombre de manera indigna.”—Sant. 3:15; Éxo. 20:7, NM.

¿No pueden los cristianos celebrar la Navidad con corazón puro en honra para Jehová Dios? Dios mismo contesta por medio de su Palabra: “No lleguen a estar unidos en yugo desigual con los incrédulos. Porque ¿qué consorcio tienen la justicia y lo que es contrario a ley? O ¿qué compañerismo tiene la luz con las tinieblas? Más aún, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial? O ¿qué parte tiene una persona fiel con un incrédulo? Y ¿qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? . . . ‘Por tanto salgan de entre ellos, y sepárense,’ dice Jehová, ‘y ya no toquen la cosa inmunda,’ ‘y yo los recibiré.’ ‘Y yo seré un padre a ustedes, y ustedes serán mis hijos e hijas,’ dice Jehová el Todopoderoso.” De modo que es un caso de escoger entre el aceptar la Navidad con su espíritu y perder a Dios, o aceptar a Dios y recibir su espíritu y favor y perder la Navidad. No debiera ser difícil escoger lo correcto.—2 Cor. 6:14-18, NM.

[Ilustración de la página 741]

Octubre

Diciembre—el cumpleaños de Nemrod—el cumpleaños de Jesús

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