¡Oh, que hubiese un fragmento de fe!
En Kirkcaldy, Escocia, una precursora testigo de Jehová estaba teniendo un estudio bíblico con una joven que manifestó gran interés en el nombre “Jehová.” La testigo se resolvió a procurar un ejemplar de las Escrituras en hebreo para poder mostrarle el tetragrámaton en su forma original. Pensó que la persona que más probablemente tendría en su poder un ejemplar sería un clérigo; así que visitó a uno en su pueblo. Después de oír con interés por qué motivo ella deseaba el libro, él se lo prestó gustosamente. Entonces dijo que si la iglesia de él, o cualquiera otra del pueblo, pudiera jactarse de tener un, sí, un solo, estudiante de la Biblia con un fragmento de la fe que despliegan todos los testigos de Jehová, podrían abrigar la esperanza de estar en el camino correcto. Confesó que las iglesias se hallaban en tinieblas sin modo de salir de ellas, y que él había hablado francamente con otros clérigos acerca de la fe de los testigos de Jehová en un tiempo en que debería esperarse que los verdaderos testigos de Dios manifestaran tal fe sobresaliente. La Biblia dice: “Donde no hay visión, el pueblo perece: pero el que guarda la ley, feliz es él.”—Pro. 29:18, VA.