Donde el hombre puede vivir para siempre
Si el hombre no va al cielo, ¿es menester que sufra tormento en un infierno ardiente? La Biblia señala un lugar que no es el cielo donde el hombre obediente puede vivir en felicidad para siempre.
MUCHAS religiones enseñan que después de la muerte el alma inmortal de usted vivirá o en un cielo de dicha o bien en un infierno de tormento. Hay un mundo donde el hombre puede vivir para siempre, pero no es un mundo poblado de almas humanas inmortales. No existe tal cosa como un alma humana inmortal. El alma humana es la vida humana, y cuando la persona muere es un alma muerta, no alma inmortal. La Biblia usa esta expresión en Números 6:6: “No puede venir hacia ninguna alma muerta.” Toda alma o criatura humana imperfecta peca y el castigo por esto es la muerte: “El salario que paga el pecado es muerte.” “El alma que pecare, ésa es la que morirá.”—Rom. 6:23; Eze. 18:4, Mod.
Para que los muertos tengan la oportunidad de vivir para siempre tienen que ser librados de la muerte, y esto se logrará mediante la resurrección: “Habrá una resurrección así de justos como de injustos.” “La hora viene en la cual todos los que están en las tumbas memorialescas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.”—Hech. 24:15; Juan 5:28, 29.
Algunos serán levantados de entre los muertos como criaturas espirituales para vivir y reinar con Cristo en el cielo, algunos serán levantados como criaturas humanas de sangre y carne para tener la oportunidad de vivir sobre la tierra, y algunos no serán resucitados de manera alguna porque ya se habrán mostrado incorregiblemente inicuos: “Dormirán un sueño perpetuo, y no despertarán más, dice el Rey; Jehová de los Ejércitos es su nombre.” “Estos irán al arrasamiento eterno.”—Jer. 51:57, Mod; Mat. 25:46.
Pocos son los religiosos de la cristiandad que disputarán la idea de que algunos van al cielo, pero son pocos los que admitirán que algunos vivirán para siempre en la tierra como criaturas humanas. ¿Qué prueba bíblica tiene esta creencia? Se halla prueba en el mismo significado de “mundo.” El primer mundo fué destruído en el diluvio del tiempo de Noé: “En tiempos antiguos había cielos y una tierra situada sólidamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios, y por esos medios el mundo de ese tiempo sufrió la destrucción cuando fué anegado con agua.”—2 Ped. 3:5, 6.
El mundo que fué destruído por agua en el día de Noé consistió en unos cielos y una tierra, pero no los cielos estrella dos literales, ni el globo terráqueo literal, porque esas cosas sobrevivieron al diluvio de agua. Lo que pereció fueron los cielos inicuos invisibles organizados en cierto sistema bajo Satanás y personas inicuas organizadas en la tierra. Los cielos inicuos fueron desbaratados y la gente inicua fué destruída, y fué ese mundo de criaturas inicuas invisibles y visibles el que terminó en esos tiempos antiguos. El que un significado simbólico de “tierra” es la gente que está en ésta se aclara en 1 Reyes 10:24 (Mod): “Y toda la tierra procuraba ver el rostro de Salomón, para oír su sabiduría.” “Pero por la misma palabra,” sigue diciendo 2 Pedro 3:7, “los cielos y la tierra actuales están guardados para fuego y se están reservando para el día de juicio y de la destrucción de hombres impíos.” Muchos religiosos usan este pasaje para decir que la tierra será consumida por fuego en el fin cuando los buenos van al cielo, pero si los cielos y la tierra que fueron destruídos en el Diluvio no son literales, tampoco son literales los cielos y la tierra de este mundo actual, los cuales han de ser destruídos por fuego. El decir que la tierra literal ha de ser consumida por fuego contradice la declaración bíblica que se halla en el Salmo 104:5: “Él ha fundado la tierra sobre sus lugares establecidos; no se le hará bambolear hasta tiempo indefinido, ni para siempre.” Y el que estos religiosos digan que el fin ardiente de este mundo de cielos y tierra es literal equivale a decir que los cielos a los cuales ellos esperan ascender también serán consumidos por fuego. La verdad es que los cielos y tierra simbólicos que han probado ser malos son los que se destruyen, los cielos invisibles de Satanás y sus demonios y el sistema visible de hombres impíos que habitan en la tierra.
Luego se da la promesa: “Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos de acuerdo con su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.” (2 Ped. 3:13) Los nuevos cielos simbólicos son Cristo y cristianos procedentes de la tierra resucitados como criaturas espirituales para reinar con él; y la nueva tierra es gente preservada o resucitada para vivir sobre la tierra en justicia como criaturas humanas de carne y sangre. Si ha de haber un nuevo mundo, habrá criaturas terrestres sobre la tierra, porque mundo incluye tanto una parte terrenal como una celestial. Esto se muestra en 1 Corintios 4:9: “Hemos llegado a ser un espectáculo teatral al mundo, tanto a los ángeles como a los hombres.” El mundo al cual los apóstoles llegaron a ser un espectáculo consistía de una parte visible y una invisible, de hombres y de ángeles.
No sólo indica claramente este uso bíblico que la palabra griega kosmos que se usa para “mundo” incluye una parte celestial y una terrenal, sino que los griegos mismos entendían que la palabra tenía ese significado, según lo muestran los escritos de Aristóteles “Acerca del mundo” (Peri Kósmou) en los cuales él define kosmos de esta manera: “Un sistema compuesto del cielo y de la tierra, y de las criaturas contenidas en ellos; de otra manera el orden y arreglo hermoso del mundo se llama kosmos.”
Si ha de haber un mundo que se define así, y si ha de ser un mundo sin fin, entonces incluirá una parte terrestre de criaturas humanas que vivirán para siempre. Es parte de la promesa de Jehová, y podemos esperarlo confiadamente de acuerdo con su promesa. El mismo uso y definición de “mundo” en la Biblia prueba que habrá criaturas humanas de sangre y carne viviendo para siempre en la tierra.
El propósito declarado de Jehová suministra prueba adicional, porque el propósito de él nunca fracasa: “Como lo he dicho, así lo haré; lo he dispuesto y lo cumpliré.” “Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin fruto, sino que efectuará lo que yo quiero, y prosperará en aquello a que yo la envié.” Su propósito al hacer la tierra era que fuera habitada, no que fuera desolada o reducirla a carbón: “Así dice Jehová, Creador de los cielos (él solo es Dios), el que formó la tierra y la hizo, el cual la estableció; (no en vano la creó, sino que para ser habitada la formó): ¡Yo soy Jehová, y no hay otro Dios!” El hizo al hombre para que ‘la cultivara y la cuidara’ y para ‘sojuzgarla, y tener en sujeción a los peces del mar y a las criaturas volátiles de los cielos y a toda criatura viviente que se arrastra sobre la tierra.’—Isa. 46:11, NC; 55:11; 45:18, Mod; Gén. 2:15; 1:28.
Si las personas fieles de antes del tiempo de Cristo han de recibir una resurrección y vida, tendrá que ser a una existencia terrenal. Juan el Bautista fué el último de esta línea de hombres fieles, y Jesús dijo explícitamente que él no estaría en el cielo y que solamente desde el tiempo de él estaba abierto el camino celestial: “Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; pero la persona que sea menor en el reino de los cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es la meta hacia la cual se esfuerzan con ardor los hombres.” Ninguno de los fieles de antes del tiempo de Jesús había ido al cielo: “Ningún hombre ha subido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre.” El aprobado David no fué al cielo: “Hermanos, es permisible hablar con libertad de palabra a ustedes concerniente a la cabeza de familia David, que él falleció y también fué sepultado y su tumba está entre nosotros hasta este día. De hecho David no ascendió a los cielos.” Si estos hombres reciben la recompensa de vida, tendrá que ser en la tierra.—Mat. 11:11, 12; Juan 3:13; Hech. 2:29, 34.
“Por fe Abrahán, cuando fué llamado, obedeció al salir a un lugar que él había de recibir como herencia, y salió aunque no sabía adónde iba. Por fe él residió temporalmente en la tierra de la promesa como en tierra extranjera, y habitó en tiendas con Isaac y Jacob, los herederos con él de la mismísima promesa. En fe murieron todos éstos, aunque no recibieron el cumplimiento de las promesas.” Se les prometió una tierra a estos hombres y a otros semejantes a ellos, pero no la recibieron: “No obstante todos éstos, aunque se les dió testimonio por causa de su fe, no recibieron el cumplimiento de la promesa.” Recibirán el cumplimiento de la promesa, no obstante, porque Jehová cumple sus promesas. El los resucitará de entre los muertos a la vida en la tierra como criaturas humanas carnales y los establecerá en la tierra y nunca jamás serán desarraigados. Esto tiene que suceder, de otro modo la Palabra de Jehová quedaría sin cumplirse.—Heb. 11:8, 9, 13, 39.
Las criaturas humanas que consiguen vida en el cielo como criaturas espirituales con Cristo están limitadas a un número específico, pero no se dice cuántas serán las que vivirán en la tierra para siempre. Para cumplir los requisitos, busque usted la mansedumbre y la justicia: “Buscad a Jehová, todos los mansos de la tierra, los que habéis obrado lo que es justo; buscad la justicia, buscad la mansedumbre; puede ser que os pongáis a cubierto en el día de la ira de Jehová.” “Los mansos mismos poseerán la tierra y ellos de veras hallarán su deleite exquisito en la abundancia de la paz. Los justos mismos poseerán la tierra, y morarán para siempre sobre ella.”—Sof. 2:3, Mod; Sal. 37:11, 29; Apo. 14:1, 3.
¡Benditos sois vosotros de Jehová, hacedor de los cielos y de la tierra! Los cielos, cielos son de Jehová; mas la tierra la ha dada a los hijos de los hombres.—Sal. 115:15, 16, Mod.