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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1958
w58 1/11 págs. 670-671

Preguntas de los lectores

● ¿Hay realmente un derrumbe de la moralidad en las relaciones maritales, o es lo que oímos el clamor de personas que anhelan figurar en los encabezamientos de periódicos y que están prontas a satisfacer oídos que buscan lo sensacional?—D. P., Estados Unidos.

La Atalaya no tiene como propósito el escribir emocionalmente sobre tema alguno. Desde su posición dominante llama la atención a los hechos físicos y los coloca lado a lado con la profecía para que usted vea por sí mismo cuán bien hacen juego los dos y con qué exactitud interpreta Jehová su propia Palabra. Concerniente a la pregunta, Jesús predijo en su gran profecía tocante al fin de este sistema de cosas que “así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no notaron nada hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre.” El profeta Oseas predijo que no habría “verdad, y no hay misericordia, y no hay conocimiento de Dios en la tierra. ¡No hay más que perjurio, y mala fe, y homicidio, y hurto y adulterio!”—Mat. 24:38, 39; Ose. 4:1-3, Mod.

Ahora, preguntamos, ¿qué muestran los hechos? ¿Estamos presenciando un cumplimiento de la profecía bíblica o nos hemos dejado llevar por un remolino de informes sensacionales? La reina Isabel II de Inglaterra, cuando era princesa, dijo: “Difícilmente podernos dejar de reconocer que vivimos en una época en que va de aumento la complacencia excesiva del individuo para consigo mismo, en que el materialismo produce insensibilidad y en que las normas morales van decayendo.” Difícilmente proviene esta declaración de una inclinación a lo sensacional. Pero hace que se entienda el punto. El Annals of the American Academy of Political and Social Science, de noviembre de 1950, concerniente a Inglaterra, dijo: “Las cifras son alarmantes. De aproximadamente 5,000 al año en 1937, ¡la proporción de divorcios realmente ha aumentado diez veces en diez años!” Concerniente a Suecia informó: “La proporción de divorcios en Suecia ha aumentado constantemente. Subió más del 100 por ciento en la década pasada y 1,000 por ciento en el pasado medio siglo.” Citó a un consejero sobre asuntos matrimoniales como quien dijo que “al 50 por ciento de los esposos y al 25 por ciento de las esposas [en Estocolmo] se les acusó de practicar adulterio.” Concerniente a los Estados Unidos, este informe muestra que el número promedio de divorcios en cien matrimonios en la década de 1881-90 había aumentado 466 por ciento para la década de 1940-49. Hay aumentos semejantes en otros países. Desde que se hizo este registro la proporción de divorcios ha aumentado. Estos son los hechos, sin emoción.

No se equivoque, el derrumbe moral es verdadero y está ocurriendo por todo el mundo. Felices son los ojos de usted si discierne que estas condiciones son una parte de la gran señal que indica el fin de este viejo mundo.—Mat. 13:13-17.

● En la serie de artículos acerca del matrimonio en La Atalaya de 1957, el párrafo 36 en la página 117 dice: “Si una persona misericordiosamente toma de vuelta a un cónyuge descarriado debe ser sin cobrar tal indemnización [por la mujer].” Cuando el rey filisteo Abimelec le devolvió a Abrahán su mujer Sara, ¿no puede considerarse como “indemnización por la mujer” el dinero que Abimelec le dió a Abrahán en esa ocasión?—Gén. 20:14-16.

El pasaje citado dice: “Después de eso Abimelec tomó ovejas y ganado vacuno y esclavos y esclavas y se los dió a Abrahán y le devolvió a Sara su esposa. Además Abimelec dijo: ‘Aquí está mi tierra disponible a usted. Habite en donde le parezca bien a sus ojos.’ Y a Sara le dijo: ‘Aquí le doy mil piezas de moneda de plata a su hermano. Aquí está para usted una cobertura de los ojos para todos los que están con usted, y ante todo el mundo, y usted queda libre de oprobio.’”

Según el registro bíblico, Sara no era una cónyuge errante. Abrahán no se la prestó deliberadamente al rey Abimelec para que éste cometiera adulterio con su hermosa esposa Sara para que él después pudiera cobrar lo que se llama “indemnización por la mujer” a Abimelec por haberla violado él. Abrahán no les estaba poniendo ningún ejemplo a los polígamos de hoy día que mantienen un número de concubinas con el propósito expreso de prostituirlas, sólo para cobrar “indemnización por la mujer” vez tras vez por la misma concubina.

Al permitir que el rey Abimelec le quitara a Sara Abrahán estaba tratando de proteger su propia vida. Si se hubiera sabido que Sara era su esposa, los filisteos pudieran haber matado a Abrahán para quitarle a Sara a la fuerza para los placeres sexuales del rey Abimelec. Sara era hermanastra de su marido Abrahán y él y ella habían convenido en que en este territorio enemigo en Canaán ella siempre debería decir que él era su hermano para que no hubiera ninguna razón o excusa para matar a Abrahán con el fin de posesionarse de su esposa. De manera que el rey Abimelec se llevó a Sara con el entendimiento de que ella sólo era la hermana y no la esposa de Abrahán.

En un sueño Dios le informó al rey Abimelec que él se había llevado a la esposa de Abrahán pero que Dios no había permitido que Abimelec la tocara. Dios ahora le mandó a Abimelec que devolviera Sara a Abrahán porque Abrahán era profeta de Dios y Abrahán entonces haría súplica a Dios a favor de Abimelec para que pudiera seguir vivo y para que las mujeres de su casa pudieran dar a luz hijos otra vez.

Las ovejas y ganado vacuno y esclavos y esclavas que el rey Abimelec le dió a Abrahán después de devolver a Sara no eran en son de un pago a él por haber usado a su esposa sexualmente. Abimelec le dió este regalo como compensación a Abrahán por haberle privado temporáneamente de su esposa. Tampoco eran las mil piezas de moneda de plata que Abimelec le dió a Abrahán ninguna especie de “indemnización por la mujer.” El rey Abimelec le dijo a Sara que este dinero era un regalo hecho al “hermano” de ella para cubrirla a los ojos de todo el que se enterara de este asunto, para mostrar que ella era inocente en el asunto y que fué vindicada por el rey mismo de todo oprobio en su contra como mujer moral. Abrahán no aceptó este dinero como “indemnización por la mujer” por haber usado Abimelec a su esposa inmoralmente. Si Abrahán hubiese prostituido a su esposa Sara para ganar “indemnización por la mujer,” Dios no le habría dicho a Abimelec que Abrahán podría acercársele en oración y suplicarle a Él que sanara a Abimelec para que la esposa y las esclavas de Abimelec pudieran concebir otra vez.—Gén. 20:6, 7.

Así la Biblia queda libre de precedente alguno de que uno prostituya a su esposa para ganar dinero por medio de la inmoralidad de ella. Por eso si un marido cristiano perdona a su esposa que ha cometido adulterio y la recibe para sí mismo otra vez, debería ser solamente porque le tiene misericordia a ella y no porque esté derivando alguna ganancia monetaria por medio de su inmoralidad. De ese modo él se vindica ante Dios y los hombres, mostrando que él no estaba consintiendo en la inmoralidad de su esposa ni disimulando con la esperanza de recibir ganancia material por medio de ella. Por lo tanto, no puede ser expulsado de la congregación debido a la inmoralidad de su esposa. Con la conciencia limpia él puede acercarse a Dios en oración y rogar que Dios sane a su esposa espiritualmente y la ayude a ser una esposa fiel después de eso.

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