¿Por qué prosperan los inicuos?
A PESAR de los muchos tribunales y prisiones que castigan a los violadores de la ley, no disminuye la iniquidad. Los socaliñeros intimidadores se hacen ricos, personas inescrupulosas en los negocios y en la política prosperan, y hombres inicuos obtienen poder dictatorial sobre grandes masas de gentes. La corrupción, la violencia y toda forma de iniquidad siguen siendo los frutos que este mundo produce. A pesar de siglos de instrucción y guía de parte de las iglesias de la cristiandad, el mundo no ha sido transformado. Tan lejos está de ser justo como lo estaba en los días de la Roma pagana.
Naciones que pretenden ser cristianas no están produciendo los buenos frutos del cristianismo. No están viviendo de acuerdo con principios cristianos. ¿Por qué no ha habido ningún cambio después de todos estos años de influencia eclesiástica? ¿Por qué sigue floreciendo la iniquidad? ¿Por qué prosperan los inicuos y sufren los que tratan de hacer lo correcto? ¿Vendrá el día en que las cosas sean diferentes?
Con toda certeza viene un cambio, pero no lo efectuarán los líderes religiosos de la cristiandad. Ellos no han enseñado a la gente a andar en el buen camino en que Cristo anduvo y a vivir como él instruyó. No han puesto un buen ejemplo. ¿Cómo podían infundir amor a la justicia en corazones humanos los líderes religiosos que eran responsables de las actividades inicuas de la infame inquisición? ¿Cómo pueden enseñar a la gente a evitar la iniquidad y vivir en justicia líderes religiosos que han solicitado la amistad de gobernantes crueles y expresado aprobación de acciones no cristianas de tales gobernantes?
El cambio provendrá de Dios mismo. Él lo predijo cuando hizo que un profeta escribiese: “Pues los malhechores mismos serán arrasados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra.” (Sal. 37:9) Esto constituía las buenas nuevas que predicó Cristo cuando habló a la gente acerca del Reino de Dios y enseñó a sus seguidores a orar que la voluntad de Dios se hiciese en la tierra como en el cielo.
Puesto que se les enseñó a los seguidores de Cristo a esperar un nuevo mundo hecho por Dios, tiene que concluirse que este presente mundo no es de Dios. La Biblia confirma esta conclusión. El Creador no es el gobernante del mundo y no es responsable de los frutos inicuos de éste. Su gobernante y dios es identificado por las Escrituras como Satanás, la inicua criatura espiritual que encabezó una rebelión celestial contra el Soberano Supremo. “El dios de este sistema de cosas ha cegado la mente de los incrédulos, para que la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen de Dios, no penetre a través.” “El mundo entero está yaciendo en el poder del inicuo.”—2 Cor. 4:4; 1 Juan 5:19.
Dado que éste que es la personificación misma de la iniquidad es el gobernante invisible del mundo, ¿debería extrañarnos el que prosperen los inicuos y florezca la iniquidad? ¿No es eso más bien lo que debiéramos esperar? Esto explica por qué Cristo dijo a sus seguidores: “Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría cariño a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, por esta causa el mundo los odia.” (Juan 15:19) Ese odio a los cristianos verdaderos ha continuado hasta este mismo día. Debido a que el mundo es dominado por el enemigo de la justicia no le tiene amor a los siervos de Dios. A los testigos dedicados de Dios que viven hoy Jesús dijo: “Entonces la gente los entregará a ustedes a la tribulación y los matará, y ustedes serán aborrecidos por todas las naciones por causa de mi nombre.”—Mat. 24:9.
FIN DE INICUOS A LA VISTA
Es el propósito de Dios poner fin a este sistema de cosas diabólico en nuestro día. Se nos asegura de esto porque las cosas que ahora vemos efectuándose fueron predichas por Cristo como evidencias visibles de los últimos días. Al tiempo señalado las fuerzas celestiales de Dios bajo la dirección de Jesucristo destruirán a este mundo que Satanás ha dominado durante miles de años. Será reemplazado con un nuevo mundo hecho por Dios.
Con el reino de Dios gobernando la tierra sin estorbo, la justicia florecerá en vez de la iniquidad. Los inicuos no estarán. Esto se predijo hace mucho. “Sólo un poco más de tiempo y ya no existirá el inicuo, y ciertamente darás atención a su lugar y él no estará.”—Sal. 37:10.
Hasta que llegue ese tiempo los inicuos seguirán prosperando y dominando la tierra. Y, como dice la Biblia, seguirán persiguiendo a los que aman la justicia. Ya que no les queda mucho tiempo, sería locura el que alguien les envidiara su prosperidad y pensara que le iría mejor si fuera como ellos. La advertencia divina es: “No te muestres acalorado a causa de los malhechores. No envidies a los que hacen injusticia. Pues como la hierba se marchitarán velozmente, y como verde hierba nueva se desvanecerán.” “No llegues a tenerle envidia a gente inicua. Porque no resultará haber futuro alguno para cualquiera que sea malo; la misma lámpara de la gente inicua será extinguida.”—Sal. 37:1, 2; Pro. 24:19, 20.
¿No es mucho más sabio seguir el camino de la justicia y hallarse vivo mucho después que los inicuos hayan llegado a ser polvo que el unirse con ellos en su iniquidad sólo porque prosperan? ¿No es mejor vivir para el futuro que vivir sólo para la actualidad, como ellos hacen? ¿Por qué, entonces, tenerles envidia a los inicuos? Sus días están contados.
Dios ha explicado en su Palabra por qué prosperan los inicuos, y ha señalado en qué camino deben andar los mansos. Es un camino que conduce a la vida en el justo nuevo mundo de Él. Pero nadie puede ir por él mientras continúe asiéndose de este presente mundo. “¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios?”—Sant. 4:4.
No es problema saber por qué prosperan los inicuos. ¿Qué otra cosa podría esperarse en un sistema de cosas diabólico? Los mansos pueden regocijarse porque pronto serán librados de los inicuos. Los inicuos ya no existirán, pero “los mansos mismos poseerán la tierra.”—Sal. 37:11.