Usando prudencia teocrática
UN DOMINGO por la mañana el otoño pasado dos testigos de Jehová iban de casa en casa en Germantown, bella sección de Filadelfia, Pensilvania. En una casa una madre joven y bondadosa los invitó a entrar, aunque explicó en un aliento que estaba ocupada y era católica romana. De todos modos los invitó a sentarse y escuchó el sermón bíblico que uno de los Testigos pronunció. Al levantarse los dos testigos para salir, le preguntó a uno de ellos: “¿Qué piensa usted de Billy Graham?
El Testigo contestó: “En ciertos aspectos Billy Graham pudiera compararse a Apolos, uno de los discípulos primitivos. Note como dice aquí en Hechos 18:24-26 que Apolos era un hombre elocuente y que, estando bien versado en las Escrituras, ‘se puso a hablar y enseñar con alguna exactitud las cosas acerca de Jesús, pero estando familiarizado únicamente con el bautismo de Juan.’ Cuando dos cristianos, Aquila y Priscila, oyeron en la sinagoga local de Éfeso, le invitaron a ir con ellos ‘y le explicaron el camino de Dios más correctamente.’ Ahora bien, eso es precisamente lo que necesita Billy Graham. Es un hombre elocuente que predica con alguna exactitud, pero lo que le hace falta es que le expliquen con más exactitud el camino de Dios algunos testigos de Jehová.
“Lo importante que es no sólo tener algún conocimiento de la Biblia, sino tener conocimiento acertado y correcto se desprende de lo que dicen las Escrituras acerca de la eficacia de la predicación de Apolos, según se relata en Hechos 19:1-7. Allí dice que el apóstol Pablo vino a Éfeso, donde, usted recordará, Apolos había predicado, y que se encontró con algunos de los discípulos. Cuando Pablo les preguntó: ‘¿Recibieron ustedes el espíritu santo cuando se hicieron creyentes?,’ ellos contestaron: ‘Pues, nunca hemos oído si hay o no espíritu santo.’ Aparentemente se le hizo difícil a Pablo comprender esto, porque entonces les preguntó: ‘¿En qué, entonces, fueron bautizados? Dijeron: ‘En el bautismo de Juan.’ Entonces Pablo les dio información acertada, correcta, explicándoles la diferencia entre los dos, y como resultado se bautizaron en el nombre de Jesús y recibieron el espíritu santo.
“Así puede ver usted,” continuó el Testigo, “que aunque un orador fervoroso y elocuente puede ser persuasivo, si no tiene conocimiento correcto y acertado de las Escrituras poco puede lograr que sea de verdadero valor al parecer de Dios. En los días de Apolos la cosa de importancia era bautizarse en el nombre de Jesucristo y recibir el espíritu santo, porque fue sólo con el derramamiento de ese espíritu en el Pentecostés que tuvo su principio en la congregación cristiana. No obstante, Apolos nada sabía de esto. Como resultado ninguno de los que le escuchaba entraba en la condición apropiada para recibir el premio de la llamada celestial, que era a lo que llamaba la atención el evangelio del Reino en ese tiempo y a lo que se invitaba a todos los que se arrepentían, se convertían y se dedicaban para hacer la voluntad de Dios.
“El mismo principio aplica hoy día. Los evangelizadores populares a pesar de todo su citar la Biblia y su elocuencia nada saben acerca de la importancia del nombre de Jehová y su vindicación, de que el reino de Dios se acerca y que el Armagedón está inminente. No obstante, el conocer estas verdades le es indispensable a todo el que quiera sobrevivir al Armagedón y conseguir la vida en el nuevo mundo de Dios. Graham debería estar dispuesto a humillarse para aprender estas verdades, las más importantes y también las más oportunas para el día en que vivimos.” La explicación dejó completamente satisfecha a esta admiradora de Graham.
Con razón Pablo dijo: “El esclavo del Señor . . . [debe] ser prudente para con todos, capacitado para enseñar.”—2 Tim. 2:24.