El ateísmo y el pensar humano
● “Razones para creer en Dios las hay de muchas diferentes clases,” escribe C. S. Lewis en The Case for Christianity, y aquí haré mención de solamente una. Es ésta. Supóngase que no hubiese ninguna inteligencia detrás del universo, ninguna mente creativa. En tal caso nadie diseñó mi cerebro con el propósito de que se usara para pensar. Sucede simplemente que cuando los átomos en el interior de mi cráneo por razones físicas o químicas se arreglan de cierta manera, esto me da a mí, como producto secundario, la sensación que yo llamo pensamiento. Pero si así sucede, ¿cómo puedo confiar en que mi propio pensar sea cierto? Es semejante a derramar un jarro de leche y esperar que la manera en que se arregle lo derramado le proporcione el mapa de Londres. Pero si no puedo confiar en los argumentos que conducen al ateísmo, no tengo razón para ser ateo. . . . A menos que crea en Dios, no puedo creer en el pensar; así que nunca puedo usar el pensar para descreer en Dios.”