Dos revistas—cuatro testigos nuevos
En Venezuela una señora obtuvo ejemplares de La Atalaya y ¡Despertad! de un Testigo que iba de casa en casa. Los puso a un lado y se olvidó de ellos. Entonces, cierto día, su esposo los notó entre sus discos musicales y los leyó. Tanto apreció lo que leyó que se apresuró a visitar la oficina de sucursal de la Sociedad y se suscribió a ambas revistas y obtuvo más literatura que le ayudaría a estudiar la Biblia. Se le invitó a asistir a una conferencia que se dictaría en el Salón del Reino, y pocas semanas después vino con su esposa. Disfrutó mucho de la conferencia y le impresionó la amigabilidad de los Testigos.
Se hicieron arreglos para que tuviera un estudio bíblico en su hogar. Poco tiempo después sus dos cuñadas vinieron de las islas Canarias y comenzaron a participar en el estudio de la Biblia y a asistir a las reuniones del Salón del Reino. Dentro de cinco meses estas cuatro personas estaban participando en predicar de casa en casa. Y todo empezó con dos revistas.