Un estudio cada noche
“HACE cuatro años un testigo de Jehová llamó a mi puerta. Tomé una suscripción a las revistas ¡Despertad! y La Atalaya, pero poco después me mudé a una nueva dirección. Al hacer la siguiente visita, el testigo tiene que haberse preguntado adónde me había ido.
“Aunque no volví a ver a otro testigo hasta hace seis meses—tres años y medio después de haber tomado las suscripciones—a medida que pasaba cada año yo regularmente renovaba las suscripciones a mis preciosas revistas La Atalaya y ¡Despertad!
“Mientras tanto comencé un estudio con mi esposa y dos hijos jóvenes. Durante tres años estudié con ellos cada noche de la semana a excepción de cuando tuviéramos visita, lo cual rara vez sucedía, y en ese caso solíamos dar el testimonio a la visita.
“La Atalaya en inglés del 15 de mayo de 1960 [en español, 1 de octubre de 1960], influyó grandemente en mi vida. El artículo ‘¿Qué impide el que yo sea bautizado?’ hizo que yo me formulara esa pregunta. Decidí que no había nada excepto que no había ningún testigo dedicado que me bautizara, y pensé que tal vez yo necesitara tanto conocimiento como el que tuvo Jesucristo cuando se bautizó. Decidí sin embargo que si podía hallar a un testigo le pediría que me enseñase más y luego cuando yo supiese lo suficiente pediría que se me bautizara.
“Fue nueve meses después de salir esa Atalaya sobre el bautismo que un testigo llamó y me encontró en casa una tarde. Estuve muy feliz, y él tiene que haberse sorprendido cuando le pedí que entrara inmediatamente y me enseñara más acerca de la Biblia. Desde entonces hemos tenido un estudio bíblico de casa regularmente, cada semana. Pronto me di cuenta de que no era necesario y, en realidad, era imposible tener tanto conocimiento como el que tuvo Jesús antes de que yo pudiera ser bautizado. El testigo que estudiaba conmigo mencionó que habría una asamblea en Salisbury y que habría un servicio de bautismo allí. Me decidí a esperar hasta esa ocasión—faltaban solo unos meses—para bautizarme.
“Al fin llegó el día que yo había esperado por tanto tiempo. ¡Qué grande fue mí gozo al ser bautizado al fin, al simbolizar la dedicación que había hecho en mi corazón cuando leí aquella maravillosa revista acerca del bautismo el año anterior! Imagínese usted cuán feliz estuve, sin embargo, por ver a mi amada esposa ser bautizada al lado mío en la piscina. Verdaderamente Jehová bendijo el estudio que tuve con ella, porque aquí estaba ella como una recomendación de mi ministerio a ella de las maravillosas verdades de la Biblia según me fueron reveladas por las revistas La Atalaya y ¡Despertad! y por los amorosos testigos de Jehová. Todavía estudiamos regularmente cada noche como familia, y los dos añoramos el tiempo en que nuestros hijos lleguen a ser testigos dedicados también.
“Ahora es nuestra intención ir pronto a servir donde haya gran necesidad de ello en otro territorio donde podamos usar nuestro conocimiento del portugués.”—Hermano F., Rhodesia del Sur.