Sirviendo como soldado de Cristo
Según lo relató Juan Enrique Eneroth
CUANDO las naciones estaban en la garras de la primera guerra mundial yo era un joven primer teniente en el Ejército Real Sueco. Había sido militar por cinco años, pero luego sucedió algo que comenzó a hacerme comprender que había una guerra mucho más importante a que se encararía la humanidad que aquella en la que participaban las naciones mundanas.
Un día llegó un paquete por correo que contenía el tomo 4 de los Estudios de las Escrituras, llamado “La batalla de Armagedón.” Mi madre había asistido a una conferencia bíblica y después de la conferencia obtuvo este libro. Ahora le daría gusto si yo obtuviera tanto provecho de él como ella lo había obtenido. Contesté diciendo que me daba cuenta de que se refería a la Biblia, y puesto que yo no tenía Biblia sería imposible que yo lo leyera. (Ni se podía pensar que yo me comprara una Biblia. ¡Imagínese a un oficial del ejército sueco entrando en una librería y pidiendo una Biblia!)
Sin embargo, mi madre sabiamente contestó que yo no necesitaba una Biblia a fin de leer el libro, ya que los textos estaban citados en él. De modo que tuve que comenzar a leer a fin de no ofenderla. Después de un rato lo puse a un lado. Había leído lo suficiente para discernir que si este libro decía la verdad, entonces yo estaría en el lado incorrecto del frente de batalla en el Armagedón. Esto no quería admitirlo.
Durante la temporada de la Navidad se me concedió licencia de dos semanas y fui a casa. Entonces mi madre con prudencia me habló acerca de la verdad de la Biblia, y me facilitó los libros. Una noche entre la Navidad y el Día de Año Nuevo tomé un libro de la mesa—era el tomo 3 de los Estudios de las Escrituras, “Venga a nos tu Reino”—y llegué a estar tan fascinado por lo que leí que continué leyendo por varias horas. Me convenció de que la Biblia realmente era la Palabra de Dios. Por primera vez desde que podía recordar me arrodillé y oré. ¡No me imaginaba que esto, con el transcurso del tiempo, me conduciría a una carrera de toda la vida como soldado en el ejército de Dios!
Cuando terminó mi licencia, regresé a mi puesto en el norte de Suecia, donde continué leyendo las publicaciones de la Watch Tower. Mi madre pidió que la sucursal de la Watch Tower en Örebro me enviara la dirección de otros estudiantes de la Biblia, y, con el tiempo, cobré valor para visitarlos en su casa. El señor y su esposa parecieron algo sorprendidos cuando vieron a un oficial del ejército en uniforme de pie a su puerta, pero, cuando expliqué que yo estaba interesado en estudiar la Biblia, me recibieron con los brazos abiertos. Después de eso cinco de nosotros nos reuníamos los domingos para estudiar la Biblia con la ayuda de la revista La Atalaya.
UN CAMBIO DE SERVICIO
A medida que pasaba el tiempo, empecé a comprender que no debía continuar sirviendo en el ejército; de modo que presenté una solicitud para que me dieran de baja. Cuando mi solicitud fue concedida me fui a trabajar con un pariente que tenía una granja cerca de Gothenburg. Allí comencé a predicar las buenas nuevas del reino de Dios, como mandó su comandante nombrado, Jesucristo (Isa. 55:4; Mat. 10:7; 24:14), y a concurrir a las reuniones de la congregación de testigos de Jehová de Gothenburg.
Con el tiempo fui invitado a ingresar en la familia Betel en Örebro, y en agosto de 1920 emprendí el trabajo allí. Mi primer trabajo fue traducir el folleto Millones que ahora viven no morirán jamás al sueco. Este habría de distribuirse en conexión con varias reuniones públicas fijadas en horario durante la visita de A. H. Macmillan, un representante especial de las oficinas principales de la Sociedad en Brooklyn.
SERVICIO EN DINAMARCA
Fue durante esta visita del hermano Macmillan en el otoño de 1920 que una situación llegó a estado definitivo en la sucursal sueca que resultó en que me mudara a Dinamarca. En Hechos 20:30 el apóstol Pablo predijo que aun en la congregación de Dios de guerreros espirituales hombres se levantarían y tratarían de “arrastrar a los discípulos tras sí.” Ese fue el caso en Betel de Örebro, y consideré que era mi deber informarlo a Macmillan.
El superintendente de la sucursal de la obra de predicación en Suecia había estado dirigiendo la atención a sí mismo como caudillo, y no había estado aplicando las instrucciones de las oficinas principales. Cuando saqué a relucir esta situación, recibió una fuerte reprensión del hermano Macmillan. Como resultado, algunas semanas después el siervo de sucursal me despidió de la casa Betel sueca. Fue entonces que algunos hermanos en Dinamarca, que conocían la situación, me invitaron a ir allí y permanecer por un tiempo.
En Dinamarca disfruté de muchos privilegios de servicio en la vanguardia de la obra de predicación. Serví como ministro de tiempo cabal en las ciudades de Alborg y Arhus, trabajando también en las poblaciones y territorios rurales circunvecinos. Con el tiempo fui transferido a lo que entonces se llamaba trabajo de peregrino, que consistía en viajar de un lado a otro del país fortaleciendo las congregaciones y los grupos de estudio.
En marzo de 1925 recibí un telegrama de la oficina de sucursal pidiéndome que regresara inmediatamente a Copenhague. Allí el siervo de sucursal me entregó el número del 1 de marzo de La Atalaya que contenía el artículo “Nacimiento de la nación.” Me pidió que lo estudiara y le diera a saber lo que yo pensaba de ello. Lo hice, y luego se me pidió que preparara un discurso para una asamblea local de dos días en Skive el siguiente fin de semana. Allí presenté a los hermanos la conmovedora prueba bíblica de que al Diablo se le había permitido permanecer en el cielo hasta el año 1914, tiempo en el cual Jesucristo, el rey recién instalado, lo atacó y lo arrojó a la Tierra.
DE REGRESO A SUECIA
En Suecia las cosas habían empeorado, y el presidente de la Sociedad Watch Tower, J. F. Rutherford, hizo arreglos para una asamblea escandinava en Örebro en mayo de 1925. Estaba haciendo arreglos para casarme el 15 de mayo, cuando el día 12 recibí aviso de verme con el hermano Macmillan al día siguiente en Gedser, adonde llegaría de Suiza en anticipación al hermano Rutherford y al hermano R. J. Martin. Como todo salió bien, me casé el día 15 en Copenhague, y la mismísima mañana siguiente mi esposa, una verdadera novia de soldado, despidió a su esposo al salir para Suecia. El hermano Rutherford quería que yo asistiera en hacer los preparativos para la asamblea venidera.
Llegó el tiempo de la asamblea con 500 presentes. En el día de conclusión de la asamblea cuando, en vez del siervo de sucursal sueco, yo subí a la plataforma para servir de intérprete al hermano Rutherford, hubo un susurro de sorpresa. Al concluir su discurso el hermano Rutherford anunció que un escocés, Guillermo Dey, estaba siendo puesto en el cargo de la superintendencia de la obra de predicación en toda Escandinavia y todos los estados del Báltico. Yo habría de ser secretario del hermano Dey y lo acompañaría como intérprete en sus viajes por Suecia. El siervo de sucursal sueco prometió que acataría este arreglo.
Sin embargo, menos de un mes después, el siervo de sucursal rehusó cooperar más, y yo fui puesto en su lugar. Después de asumir mis deberes en junio de 1925, se hizo necesario unificar a los hermanos para la obra de predicación. El hermano Dey y yo visitamos las congregaciones a través del país. En muchos lugares tuvimos que dividir literalmente a los hermanos en dos bandos, uno a favor y el otro en contra de la Sociedad. Con el tiempo, los hermanos que permanecieron comenzaron a trabajar de una manera organizada y a experimentar la bendición de Jehová.
AÑOS ANTES DE LA GUERRA
En los años antes de la segunda guerra mundial disfruté de muchos interesantes privilegios de servicio. Cuando se presentó el folleto El Reino, la Esperanza del Mundo a encumbrados oficiales del gobierno en 1932, hice la presentación al rey, al príncipe heredero, que ahora es el rey Gustavo Adolfo VI, y a los ministros del gabinete. El príncipe heredero fue especialmente amigable y hablé con él por veinte minutos.
Otra asignación me llevó a París, donde grabé en sueco las conferencias de cinco minutos para fonógrafo del juez Rutherford. Del uso de éstas en el ministerio de puerta en puerta recuerdo una experiencia algo divertida. Después de tocar uno de estos discos para un matrimonio en Estocolmo, la señora dijo: “Su voz es muy semejante a la que escuchamos. Usted debe haberla escuchado muchas veces.” ¡Por supuesto que sí!
El 7 de octubre de 1934 los hermanos en Suecia se unieron a la protesta mundial contra Hitler que exigía que dejara de perseguir a los testigos de Jehová en Alemania. Sabemos que unos cuantos de nuestros telegramas llegaron a Berlín, pero en el transcurso de unas cuantas horas los telegramas fueron detenidos. Tal advertencia no se consideró apropiada para enviarse a lo que entonces se consideraba un gobierno amigable. Más tarde el folleto Fascismo o Libertad fue proscrito porque tildaba a Hitler de representante del Diablo.
DURANTE EL CONFLICTO MUNDIAL
Cuando los nazis ocuparon a Dinamarca y Noruega en abril de 1940, Suecia siguió siendo una isla neutral en un mar agitado por la guerra. De modo que mi trabajo llegó a ser el juntar información e informes, traerlos al hermano Dey en Copenhague, y luego regresar a Suecia para enviarlos todos por correo a Brooklyn.
Sin embargo, cuando llegué a Copenhague una mañana a fines de 1940, en vez de recibirme alguien de la oficina de sucursal, me esperaban dos oficiales de la policía danesa y agentes de seguridad alemanes. Se llevaron todos los papeles y me dijeron que me los devolverían en mi hotel. Durante el día me enteré de que el hermano Dey había sido aprehendido, y estaba en prisión. Esa noche uno de los agentes de seguridad alemanes me visitó en el hotel para devolverme los papeles. Me dijo que había estado leyendo la correspondencia de Dey y admiraba el espíritu que caracterizaba nuestra organización. Tuve la oportunidad de hablarle en cuanto al nuevo orden de cosas de Jehová, y cuando estaba por explicarle cuál sería entonces el poder que controlaría, él mismo lo dijo: “¡Amor!” Nunca pudimos averiguar qué le sucedió a este hombre.
Ahora se hizo necesario usar estrategia de guerra teocrática a fin de mantener la comunicación deseada con los países ocupados. A fin de obtener una visa para visitar a Noruega me nombraron viajero comercial, ¡representando a un hermano que era negociante de tripas al por mayor! Resolvimos el problema de introducir alimento espiritual a Noruega por medio de enviarles regularmente paquetes de comida, especialmente huevos, estando envuelto cada huevo individual con varias hojas de La Atalaya. Cuando por fin descubrieron esto los alemanes, hallamos otra manera.
Durante mis visitas a Noruega me había puesto en comunicación con un agente comercial de disposición amigable, que fue obligado a alojar a dos oficiales alemanes en su casa. Cuando estos alemanes le pidieron que hiciera que algunos comestibles extras fueran traídos de Dinamarca, este hombre dijo que lo haría así si él podía incluir un paquete para él mismo en sus envíos de alimento. ¡Convinieron, y así revistas de La Atalaya siempre se incluyeron en los comestibles llevados al aeropuerto militar en Alborg, Dinamarca, y se transportaban por los propios aviones de Hitler a Noruega!
Se llevaron las revistas a Dinamarca desde Suecia de una manera igualmente extraordinaria. Una joven hermana danesa estaba empleada como enfermera en el hogar de un diplomático del Eje en Copenhague, y este hombre estaba muy anuente a traerle paquetes de regalo a ella desde Suecia. ¡De tales maneras como ésta aun los enemigos de Dios llegaron a contribuir en ayudar a su pueblo a obtener alimento espiritual!
Otro ejemplo en que se aventajó a las autoridades mundanas sucedió en Finlandia. Nuestra literatura estaba proscrita allí, y puesto que la imprenta de la Watch Tower en Helsinki no tenía nada que hacer, el gobierno estaba a punto de apoderarse de ella. Pero dado que el gobierno finlandés estaba ansioso por introducir moneda sueca en el país, convino en dejar que la planta imprimiera libros y folletos para exportarlos con destino a Suecia. ¡Como resultado, no solo se suministraba literatura para Suecia, sino que las revistas se traían de vuelta a Finlandia!
CRECIMIENTO Y PROSPERIDAD
Aunque el ejército de los predicadores del Reino en Suecia se ha enfrentado con mucha oposición, ha salido victorioso con la ayuda del Dios Todopoderoso. Por ejemplo, en 1951 fuimos rechazados en nuestros esfuerzos por obtener para nuestra asamblea el Estadio de Estocolmo controlado por el gobierno. “No sería consistente con la dignidad del estadio,” explicaron las autoridades. Pero cuatro años después el uso del Lugar de Deportes de Johanneshov de propiedad de la comunidad señaló un completo cambio. En ese tiempo los conductores de tranvías de Estocolmo hasta gritaban: “¡Johanneshov—asamblea de los testigos de Jehová!” Desde entonces hemos podido alquilar cualquier salón o estadio que hemos deseado. En 1963 usamos el estadio más grande del país, y más de 25,000 asistieron.
El crecimiento de la predicación del Reino a través de los años de veras ha sido maravilloso. En 1926, cuando se mudó la oficina de sucursal de Örebro a Estocolmo, formamos un ejército de 325 guerreros espirituales. Al estallar la II Guerra Mundial en 1939 éstos habían aumentado a 1,361, y para 1951 un nuevo máximo de 5,140 ministros hizo necesario comprar un nuevo sitio en Jakobsberg, a unos diecinueve kilómetros fuera de Estocolmo. Aquí se construyeron un hermoso hogar Betel y una imprenta. Cuando nos mudamos el 1 de abril de 1954, parecía imposible que utilizaríamos todo el espacio de este lado del Armagedón. Pero para 1961 tuvo que iniciarse la construcción de una nueva adición, que se terminó hace aproximadamente un año. Ahora hay 10,300 guerreros espirituales sirviendo en Suecia.
Hoy en día los diversos ejércitos hallan necesario, a causa del rápido desarrollo de nuevos métodos de combate, el arreglar cursos especiales donde se estudian estrategia y cooperación entre los diversos ramos de las fuerzas armadas. El ejército de Jehová ha hecho un arreglo semejante, y me siento feliz de haber asistido, a la edad de setenta y un años, a la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower en Brooklyn en 1964 para recibir entrenamiento teocrático avanzado. Mi oración es que “Jehová, el Dios de los ejércitos,” y su Comandante en Jefe nombrado por él, Cristo Jesús, puedan fortalecer a todos sus guerreros espirituales para continuar fielmente hasta la victoria final.—Jer. 38:17.