Tú, el que predicas: “No hurtes,” ¿hurtas?
¿Cuán eficaz cree usted que sería un sermón en cuanto a lo malo de hurtar si, en el mismísimo día siguiente, la iglesia aprobara el hurto de propiedad y bienes para venderlos de nuevo a sus dueños en un esfuerzo por obtener “contribuciones involuntarias”? Este es el método que ha ideado una iglesia católica de un suburbio de Managua, Nicaragua, para obligar a toda la gente de su vecindad, sin importar la religión que profesen, a contribuir a la iglesia durante la “Semana Santa.” Cualquier cosa en que puedan poner manos los “ladrones santos” se lleva a la iglesia y solo se puede conseguir de nuevo dando una contribución por ello. Esto, por supuesto, ha dado a muchos “ladrones que no son tan santos” la oportunidad de llevarse también pertenencias personales.
No es raro que la Iglesia Católica no haya resultado ser una fuerza contra el latrocinio, pues, como dijo el apóstol Pablo: “El nombre de Dios es blasfemado entre las naciones a causa de ustedes.”—Rom. 2:21-24.