Cómo ser una esposa amada de su esposo
UNA de las mayores necesidades humanas es el ser amado. Observó un médico sabio después de cuarenta años de ejercer la medicina: “Sea que se crea o no, toda persona, usted, yo, todo ser humano desea ser amado.”
Este deseo y necesidad de amar es particularmente fuerte en la mujer. Vive feliz en un ambiente de amor, y por lo general espera casarse a fin de realizar su cumplimiento. Por desgracia, sin embargo, muchas esposas se desilusionan. El amor de su cónyuge pronto se hace pasivo; el esposo cesa de prestar atención al consejo de la Biblia: “Continúen amando a sus esposas.” (Efe. 5:25) ¿Qué puede la mujer hacer, como esposa, para impedir que suceda esto? ¿Cómo puede ser la esposa amada de su esposo?
La belleza de cara o figura, aunque quizás sea un factor para atraer a su esposo, no será lo único que la haga deseable a él. De mayor importancia son las cualidades que no se ven que brotan de un corazón bueno. Una disposición alegre, un genio apacible, modestia, amigabilidad, benignidad tierna, comprensión compasiva... éstas son las cosas que contribuirán a hacerse usted querer de su esposo.
Dios creó al hombre y a la mujer y los diseñó de tal modo que cada uno desempeñase su papel de esposo y esposa. De modo que él es quien sabe mejor qué hace el que una esposa sea atractiva a su cónyuge. Y note dónde dice la Palabra de Dios que una esposa debe dar énfasis en cuanto a su apariencia: “Que su adorno no sea el de trenzados externos del cabello y el de ponerse ornamentos de oro, ni el de usar prendas exteriores de vestir, sino que sea la persona secreta del corazón en la vestidura incorruptible del espíritu tranquilo y apacible.”—1 Ped. 3:3, 4.
¿Realmente se pueden poner las esposas esta prenda de vestir preciosa, inapreciable... “la vestidura incorruptible del espíritu tranquilo y apacible”? ¿Qué se requiere para hacerlo? La Biblia lo indica al decir en seguida: “Porque así, también, se adornaban en otros tiempos las mujeres santas que esperaban en Dios, sujetándose a sus propios esposos, como Sara obedecía a Abrahán, llamándolo ‘señor.’ Y ustedes han venido a ser hijas de ella, si es que siguen haciendo el bien y no temiendo a ninguna causa de terror.”—1 Ped. 3:5, 6.
Lo que particularmente contribuye a que una esposa se haga querer de su esposo es la sujeción anuente, cooperando con él y apoyando sus decisiones. Aunque a la amada Sara quizás personalmente no le hayan gustado las decisiones frecuentes de su esposo de mudarse de lugar en lugar, apoyó a Abrahán en todo lo que hizo él. Este espíritu de cooperación, de ser útil, es más hermoso a la vista del esposo que cualquier ropa costosa, adornada de joyas, que la esposa se pusiera.
Dios diseñó a la mujer para este papel de cooperadora y apoyadora de su esposo. Después de crear al hombre y darle una asignación de trabajo, Dios dijo: “Voy a hacer una ayudante, como complemento de él.” (Gén. 2:18) ¡Cuán amada y preciada es la mujer que desempeña su papel trabajando junto con su esposo, ayudándolo a efectuar lo que él tiene que hacer!
Hoy día por lo general la esposa no está envuelta directamente en el trabajo seglar de su esposo. No obstante, el comprender compasivamente los problemas, pruebas y tensiones a que es sometido su esposo en el mundo sumamente competidor de hoy puede serle de tremenda ayuda a él. Usted puede suministrarle incalculable apoyo emocional como oidora anuente de sus triunfos, sus desilusiones, sus errores y sus temores. Él la amará a usted por la comprensión e interés que usted le muestre.
Lo que también hará que usted sea una esposa amada de su esposo es la capacidad para encargarse de las muchas tareas que se necesitan para el funcionamiento suave de una casa. De tal esposa capacitada, dice la Biblia: “Su valor es mucho más que el de los corales. En ella el corazón de su dueño ha cifrado confianza, y no falta ninguna ganancia. Ella le ha recompensado con bien, y no mal, todos los días de su vida.” (Pro. 31:10-31) La habilidad de cocinar, de administrar una casa y de mantener aseado el hogar... éstas son cosas que aprecia mucho el esposo, y con seguridad contribuirán a que se haga usted querer de él.
Pero se necesita ejercer precaución, porque el amor puede convertirse en resentimiento si una esposa asume demasiado y procede de manera independiente de su esposo. Observó una esposa joven: “Solía felicitarme yo misma por la manera agradable en que salían las cosas. Los hijos venían a mí para todas las decisiones y los permisos... simplemente era costumbre arraigada en ellos. Estaba yo tan acostumbrada a ello que no pensaba en decirles: ‘Pregúntenle a papá.’”
¿Cuál fue el resultado? Pues, el esposo de ella comenzó a sentirse más y más excluido. “Finalmente, se enojó muchísimo, y me sorprendí al descubrir cuán amargamente lo resentía,” explicó la esposa sorprendida. Sabiamente, emprendió medidas para mejorar. “Hice un esfuerzo genuino por cambiar,” dijo ella, dirigiendo a los hijos sobre asuntos más importantes a que acudieran a su padre como cabeza de la casa, y pronto mejoraron las relaciones en la familia. “Interiormente, estaba verdaderamente contenta,” concluyó ella.
Esto pone de relieve el hecho de que el papel de la esposa apropiadamente es la ayudante de su esposo. Ella no debe adelantarse y manejar los asuntos de la familia sin aprobación de él, ni independientemente de la dirección de él. Para que usted sea verdaderamente amada por su esposo es preciso que imite a la piadosa Sara, que se sujetó a su esposo Abrahán. Si un esposo tendiera a eludir sus responsabilidades varoniles, la esposa discreta le ayudaría con prudencia a discernir que le corresponde a él, y no a ella, ser el cabeza del hogar.
La esposa que desea el amor de su esposo especialmente tendrá presente la importancia de Dios en su vida: “La mujer que teme a Jehová es la que se procura alabanza.” (Pro. 31:30) Este temor a Dios no implica adoración fanática ni supersticiosa ni permitirá que el que usted ministre a otros impida el desempeñar las obligaciones de familia. Más bien, significa vivir una fe que se basa en la Biblia... siendo bondadosa, considerada, generosa, perdonadora y ayudando a otros a conocer y servir a Jehová Dios. Tales expresiones genuinas de amor a otras personas por lo general serán reciprocadas, y también su esposo las reciprocará.