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  • La causa y la curación del alcoholismo
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1974
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1974
w74 15/12 págs. 741-743

La causa y la curación del alcoholismo

¿QUÉ hace que las personas lleguen a ser esclavas virtuales del alcohol, aun al grado de arruinar su vida y la vida de sus familias?

El alcohol en sí no es el problema. Diferente del tabaco o la heroína, no produce afición inherentemente. La dificultad yace en los usuarios. Los factores envueltos son múltiples. Sin embargo, todos señalan a una falta o necesidad básica, y ésta, a su vez, señala al verdadero remedio.

La investigación muestra que los hijos cuyos padres son bebedores en exceso tienen mucha más probabilidad de ser atraídos al mismo hábito. Por otra parte, un informe del Departamento de Salud, Educación y Beneficencia de los EE. UU. muestra que el alcoholismo está en un nivel bajo donde hay “exposición a temprana edad a cantidades pequeñas, diluidas, de bebidas alcohólicas dentro de un fuerte grupo familiar o religioso,” y donde las bebidas alcohólicas se consideran principalmente como alimentos y se consumen con las comidas.

Muchas personas que no tuvieron el beneficio del sano entrenamiento paternal en cuanto a las bebidas alcohólicas pueden entrar en peligro debido a la falta de conocimiento. Quizás no se den cuenta de que las diferentes bebidas tienen diferente fuerza en cuanto al contenido de alcohol. La cerveza, por ejemplo, contiene aproximadamente 5 por ciento de alcohol, la mayor parte de los vinos de mesa de 10 a 14 por ciento, mientras que los vinos más fuertes como el jerez y el oporto contienen de 16 a 20 por ciento. Las bebidas destiladas (como el ron, ginebra, whiskey) contienen de 40 a 50 por ciento de alcohol. Aunque individuos sepan esto quizás no se den cuenta de que ingieren tanto alcohol en su sistema al beber una botella de cerveza de dieciséis onzas como si bebieran una onza y media de whiskey.

El tamaño del cuerpo de una persona por lo general también tiene su efecto... mientras más grande sea uno, mayor es la cantidad de sangre y el número de células y por consiguiente se difunde más el alcohol en la absorción. No obstante, aunque sean de la misma estructura, los individuos pueden diferir de modo tremendo, uno sintiéndose desvanecido solo con una cantidad pequeña de alcohol mientras que otro siente poco efecto con la cantidad doble. El tener el estómago vacío permite que el alcohol sea absorbido rápidamente en la sangre, mientras que el alimento retarda el proceso. Y, puesto que el cuerpo puede eliminar el alcohol a la proporción de solo un tercio de onza por hora, el tiempo entre las bebidas también es un factor principal.

Las asociaciones desempeñan un papel importante. Si el beber en exceso se considera como prueba de ser “verdadero hombre” o como “listo” y sofisticado, hay presión para obrar en conformidad. A menudo ésta es la manera en que se inicia a los hombres y mujeres jóvenes a beber en exceso y caen en un modelo de beber “intermitente”... poniéndose “achispados” periódicamente en fiestas o en partidas de beber los sábados por la noche. Gradualmente el beber se extiende a más y más días de la semana. El proceso puede ser engañosamente lento. Los estudios muestran que para la formación de un alcohólico se requiere un promedio de dieciséis años en los hombres, solo ocho años en las mujeres.

En la vida posterior, las circunstancias personales vienen a ser un factor principal. Problemas de familia, dificultades maritales, fuertes deudas, enfermedad, desengaños, fracasos y la resultante depresión mental... éstas son a menudo las cosas que inician al individuo en su dependencia del alcohol. Los varones en puestos de ejecutivos, u otro trabajo que envuelve tensión y presión, pueden llegar a confiar en el alcohol para un grado de alivio de la tensión. Las personas envueltas en vender y comprar a menudo lo usan para “lubricar” las ruedas de sus asociaciones comerciales. Los hombres que tienen trabajo monótono pueden pasar su tiempo libre en buscar el compañerismo sintético que se halla con compañeros de trabajo en una cantina.

El aumento moderno del alcoholismo es especialmente fuerte entre las mujeres. En los Estados Unidos aproximadamente la mitad de las alcohólicas han sufrido matrimonios rotos y un tercio están casadas con alcohólicos. Algunas tienen trabajos bien remunerados pero han hallado la vida menos que satisfactoria, carente de significado. Las que tienen el papel de amas de casa quizás sufran de aburrimiento o encuentren onerosas las responsabilidades de cuidar de los hijitos. La mayor soledad de un ama de casa, al no estar bajo atención pública, le permite desarrollar un hábito de beber y ocultarlo por algún tiempo. Los cambios hormonales concomitantes al ciclo menstrual puede ser todo lo que se necesite para poner en acción una temporada de beber en exceso.

DÓNDE HA DE HALLARSE LA SOLUCIÓN

Todas estas cosas señalan en una dirección principal: los que llegan a ser bebedores compulsivos (que no pueden controlar sus hábitos de beber) confían en que el alcohol satisfaga una necesidad emocional. Es cierto, con el tiempo las células de su cuerpo pueden llegar a estar tan ajustadas a elevadas concentraciones de alcohol que el cesar de beber produce una reacción violenta, de modo que también hay una esclavitud física. Sin embargo, sin duda jamás se llegaría al punto de la esclavitud física si la dependencia emocional no hubiese venido primero. No obstante, el alcohol no resuelve ningún problema emocional; solo crea otros más serios. Es una falsa fuente de consuelo, ánimo, compañerismo, o escape de los problemas de la vida. Solo si las personas reconocen esto pueden hallar la verdadera solución a su dependencia del alcohol.

Esto nos trae al problema más difícil al tratar de efectuar una curación del alcoholismo. ¿Cuál es ése? El hacer que la persona reconozca que él o ella realmente tiene el problema. Sí, por más extraño que parezca, el alcohólico a menudo es el último en enfrentarse al hecho de su dependencia del alcohol. Quizás un varón tome un traguito por la mañana, dos o tres tragos al mediodía, otro durante la tarde, otro al llegar a casa, y dos más durante la noche y todavía decirse que no es alcohólico. Solo si por alguna razón es privado de sus tragos y luego sufre la terrible reacción asociada con delírium tremens puede que sea sacudido a reconocer su verdadera situación.

El primer paso, entonces, para resolver el problema es que la persona reconozca su esclavitud al alcohol. La Biblia asocia la verdad con la libertad, y las mentiras con la esclavitud. (Juan 8:32; 2 Ped. 2:18, 19) El empleado que guarda una botella en el cajón inferior de su escritorio, y el ama de casa que secretamente se las arregla para una serie de tragos cada día, y sin embargo niegan tener un problema, jamás hallarán la manera de librarse.

Entonces, en vez de usar el alcohol como “muleta” de la personalidad o medicina emocional, el individuo tiene que acudir a la fuente correcta para satisfacer las necesidades emocionales que tenga. Debe buscar compañerismo y asociación con los que tienen un punto de vista saludable de la vida y una actitud correcta para con el beber. Cierto, quizás anteriores asociados se burlen de él cuando ‘no continúe corriendo con ellos en este derrotero [de “excesos con vino” y “partidas de beber”] al mismo bajo sumidero de disolución,’ pero cualquier desagrado que eso le acarree bien vale la pena por el escape de la degradación que consigue.—1 Ped. 4:3, 4; 1 Cor. 15:33.

Para hacer eficaz la curación, tiene que ‘rehacer su mente,’ desarrollando nuevas y correctas normas de conducta. (Rom. 12:2) No basta con saber que la mayoría de las personas desaprueban el alcoholismo o que su cónyuge, hijos o parientes lo desaprueban. El conocer el punto de vista de Dios es lo que puede establecer la diferencia y suministrar la determinación y el aguante que se necesitan para tener éxito seguro y victoria duradera sobre el problema. Su Palabra nos asegura que los borrachos no participarán en su prometido Reino y los beneficios dadores de vida que traerá éste.—1 Cor. 6:10; Gál. 5:19-21.

Sobre todo, uno necesita algo genuino en lo cual cifrar la esperanza y la fe, una base sólida para confianza en cuanto a una solución feliz para los problemas de la vida. La Biblia es la fuente singular que puede satisfacer estas necesidades. Algunas circunstancias de la vida están más allá del poder que tenemos para efectuar algún cambio verdadero —ciertos casos de mala salud, la dureza general de las presentes condiciones mundiales y las presiones diarias que acarrean éstas— pero la Biblia muestra que estas cosas no están más allá del poder de Dios para cambiarlas. Esa Palabra profética predijo las mismísimas cosas que ahora vemos y manifiesta la esperanza segura de que “la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios.” Esto vendrá en un nuevo orden hecho por Dios que hará de esta Tierra un lugar pacífico, saludable, para todos los que aman la justicia y la verdad.—Rom. 8:20-22.

Cantidades cada vez mayores de personas han hallado compañerismo sano por medio de asociación con los testigos de Jehová en sus Salones del Reino, han conseguido una sólida esperanza para el futuro y han aprendido principios sanos para manejar sus problemas de día en día. Entre ellas hay muchos que han padecido de alcoholismo o han tenido otros problemas igualmente severos, pero que ya han vencido éstos. A todas las personas se les anima sinceramente a aprovecharse de la ayuda basada en la Biblia que suministran ellos.

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