Captando los sucesos bíblicos en orden
CON excepción de la información en cuanto a la creación, la Biblia básicamente abarca unos 4.000 años de historia humana. Puesto que hay tanto tiempo abarcado, ¿cómo puede uno captar en su orden correcto los acontecimientos que se narran? Trate de relacionar los diversos sucesos con acontecimientos principales como la creación de Adán, el Diluvio, la liberación de Israel de Egipto, y la vida de Cristo.
La cronología bíblica sitúa la creación de Adán en el año 4026 a. de la E.C. Desde ese tiempo hasta el diluvio en 2370 a. de la E.C. hubo tres sobresalientes hombres de fe... Abel, Enoc y Noé. Debido a que fue justo, Abel fue asesinado por su hermano Caín, el primer hijo de Adán. (1 Juan 3:12) Enoc, que fue contemporáneo de Adán por 308 años, profetizó en cuanto al juicio venidero de Dios contra todos los inicuos. Su bisnieto Noé nació unos 126 años después de la muerte de Adán.—Gén. 5:3-29; Jud. 14, 15.
En el tiempo de Noé muchos ángeles abandonaron su lugar de habitación apropiado en los cielos, se materializaron, vivieron como esposos con mujeres, y procrearon prole híbrida, los nefilim. (Gén. 6:1-4; 1 Ped. 3:19, 20; Jud. 6) En el año seiscientos de la vida de Noé, el diluvio puso fin al mundo impío de la humanidad. Cuando las aguas cubrieron la Tierra, Noé, su esposa, sus tres hijos (Sem, Cam y Jafet) y sus esposas estuvieron seguros dentro del arca que había sido construida bajo la dirección de Dios.—Gén. 7:11, 17-21.
No fue mucho tiempo después del Diluvio que Nemrod el nieto de Cam empezó una rebelión contra Dios. Nemrod se estableció como el primer rey y evidentemente instigó la edificación de Babel y su torre. Jehová Dios frustró el proyecto de Nemrod cuando confundió el lenguaje de los edificadores de Babel. (Gén. 10:8-10; 11:1-4) Esto sucedió en los días de Peleg, en algún tiempo entre 2269 a. de la E.C. y 2030 a. de la E.C. (Gén. 10:25) Noé todavía estaba vivo, ya que su vida se extendió hasta 350 años después del diluvio.—Gén. 9:28.
Unos setenta y siete años después de la muerte de Noé, Abrahán, a la edad de setenta y cinco años, entró en Canaán, la tierra que Jehová Dios prometió dar a los descendientes de Abrahán. (Gén. 12:4-7) En ese tiempo, en 1943 a. de la E.C., la promesa-pacto de Jehová con Abrahán entró en vigencia.
Abrahán, a la edad de cien años, llegó a ser el padre de Isaac por su amada esposa Sara. (Gén. 21:5) Unos diez años después de morir Sem el hijo de Noé, Isaac, a la edad de sesenta años, llegó a ser padre de dos hijos gemelos, Esaú y Jacob. (Gén. 11:10, 11; 25:26) Jacob engendró doce hijos. Uno de éstos, José, por medio de circunstancias insólitas, llegó a ser administrador de alimentos en Egipto. Debido a condiciones de hambre en Canaán, la entera casa de Jacob llegó a ser residentes forasteros en Egipto. Finalmente, los descendientes de Jacob, los israelitas, fueron esclavizados, pero Jehová Dios, por medio de Moisés, los sacó de Egipto y los condujo al monte Sinaí, donde recibieron el pacto de la Ley 430 años después de haberse hecho el pacto especial con su antepasado Abrahán.—Gén. 45:26; 47:1, 2; Éxo. 1:8-11; 13:19-21; 19:1; Gál. 3:17.
Después de vagar por el desierto durante cuarenta años, los israelitas, bajo el acaudillamiento de Josué, entraron en Canaán en 1473 a. de la E.C. (Deu. 29:5; 31:1-3; Jos. 5:6, 7) La principal conquista de la tierra ocupó unos seis años. (Jos. 14:10-12) Por unos 350 años después de eso jueces escogidos por Dios administraron los asuntos de Israel. Durante la vida de Samuel, el último de estos jueces, Saúl de la tribu de Benjamín empezó su reinado como rey. Con el fin de su régimen de cuarenta años, David empezó a reinar en Hebrón sobre la tribu de Judá, mientras que Is-bóset el hijo de Saúl gobernó desde Mahanaim sobre el resto de Israel. (2 Sam. 2:2, 3, 8-10; Hech. 13:20-22) Siete años y medio después que David empezó a gobernar sobre Judá llegó a ser rey sobre todo Israel. Su total de años de gobernación ascendió a cuarenta. Salomón el hijo de David sucedió a éste y también reinó por cuarenta años.—2 Sam. 2:11; 1 Rey. 2:11; 11:42.
En 997 a. de la E.C., durante el reinado de Roboam, el hijo de Salomón, diez tribus se sublevaron e hicieron a Jeroboán su rey. Sin embargo, las tribus de Benjamín y Judá, así como los levitas, se adhirieron a la casa real de David. El reino de diez tribus empezó mal cuando el rey Jeroboán introdujo la adoración de becerros. Durante todos los años que pasaron hasta la caída del reino de diez tribus a los asirios en 740 a. de la E.C., esta zambullida en la idolatría nunca fue cambiada. (1 Rey. 12:16-24, 28-30; 2 Rey. 17:1-6) Unos 133 años más tarde, en 607 a. de la E.C., los babilonios conquistaron el reino de dos tribus.—2 Rey. 25:1-9.
En 537 a. de la E.C., después de un exilio de setenta años en Babilonia, un resto de judíos regresó a Jerusalén para reedificar el templo. Pero no fue sino hasta 455 a. de la E.C., bajo la dirección de Nehemías, que el muro de Jerusalén fue reedificado. El poner por escrito las Escrituras Hebreas finalizó después de 443 a. de la E.C., cuando el profeta Malaquías puso por escrito su profecía. Esa profecía señaló a la venida del mensajero de Dios para preparar un pueblo para el “mensajero del pacto,” el Mesías.—Mal. 3:1.
Con los anuncios en cuanto a los nacimientos de ambos mensajeros, las Escrituras Griegas Cristianas toman el hilo de la historia sagrada. En la primavera de 2 a. de la E.C. nació Juan el Bautista, el precursor del Mesías o Cristo. Seis meses después, María dio a luz el predicho Cristo, Jesús. El ministerio terrestre de tres años y medio de Jesús se extendió desde el otoño de 29 E.C. y culminó con su muerte en la primavera de 33 E.C. Después de su resurrección y ascensión al cielo, sus discípulos continuaron la obra que él había empezado. Finalmente, alrededor de 98 E.C., el último apóstol sobreviviente, Juan, terminó la escritura de la Biblia. En ese año probablemente escribió Primera, Segunda y Tercera de Juan así como su relato del Evangelio. Unos dos años antes había escrito el libro de Revelación.
Lo susodicho ilustra cómo uno puede poner en orden los acontecimientos de la Biblia. Al leer usted la Biblia, trate de determinar cómo un acontecimiento se relaciona con otro en el tiempo. Esto puede hacer más significativa para usted la historia de las Santas Escrituras.