BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w76 1/8 págs. 461-463
  • Hechos... un registro de testificación denodada y celosa

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Hechos... un registro de testificación denodada y celosa
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1976
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • PEDRO TOMA LA DELANTERA
  • LAS TRES GIRAS MISIONALES DE PABLO
  • ANTE GOBERNANTES Y EN PRISIONES
  • ¡Denodados testigos de Jehová en acción!
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
  • Libro bíblico número 44: Hechos
    “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”
  • Continuemos proclamando valerosamente la palabra de Dios
    Adoremos al único Dios verdadero
  • Pablo
    Ayuda para entender la Biblia
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1976
w76 1/8 págs. 461-463

Hechos... un registro de testificación denodada y celosa

POR unos tres años y medio Jesucristo predicó valerosamente el reino de Dios. Entonces fue ejecutado. ¿Era Jesucristo en realidad el Hijo de Dios, como había alegado? Según el principio que enunció más tarde el docto judío Gamaliel si la obra de Jesús se hubiera originado de él mismo, la muerte de él habría señalado el fin de ella. Pero si su obra era de Dios y él de veras era el Hijo de Dios, entonces su muerte no la detendría.—Hech. 5:35-39.

La testificación denodada y celosa de los discípulos de Jesús después que éste hubo sido levantado de entre los muertos suministró prueba de que Jesús era en realidad el Hijo de Dios y que su obra se había originado de su Padre. A pesar de toda la enconada oposición que afrontaron sus discípulos, recibieron poder para esparcir las buenas nuevas del reino de Dios por todas partes. Se dice todo esto en el libro de Hechos.

¿Quién escribió el libro de Hechos? Tanto la evidencia externa como la interna señala a Lucas como el escritor.a En Hechos el discípulo Lucas muestra que es no solo un cronista honrado y observador, sino también un historiador exacto y bien educado.

Hechos comienza con la ascensión de Jesús y termina con la encarcelación de Pablo en Roma. Abarca unos veintiocho años, desde 33 hasta 61 E.C. Es muy probable que haya sido escrito también por el 61 E.C., porque no menciona la comparecencia de Pablo ante César, ni la persecución de los cristianos por Nerón, que aconteció por el 64 E.C. Puesto que Lucas fue compañero de Pablo en Roma (Col. 4:14; 2 Tim. 4:11), también es razonable concluir que fue en Roma que Lucas escribió Hechos.

Los primeros doce capítulos de Hechos tratan principalmente de la predicación que efectuó Pedro; los restantes dieciséis capítulos, de la obra de predicación de Pablo. También, Hechos hace saber que el testimonio del Reino fue dado primero a los judíos, luego a los samaritanos y después a los gentiles. También registra la expansión de las buenas nuevas, desde Jerusalén hasta Roma.—Hech. 1:8.

Por supuesto, los discípulos de Jesús no hubieran podido hacer esto por sus propias fuerzas. Fue el espíritu santo de Dios lo que hizo que pudieran testificar denodada y celosamente. Testificaron acerca de Jesucristo resucitado. Pero también dieron testimonio acerca de Jehová Dios y su reino. De hecho, en Hechos hallamos que a Dios se le menciona el doble de lo que se menciona a Jesucristo. Y en particular cuando predicaron a los gentiles, ante todo dieron testimonio acerca de la existencia y bondad del Creador, Jehová Dios.—Hech. 14:14-17; 17:22-31.

PEDRO TOMA LA DELANTERA

El libro de Hechos principia con las palabras de despedida de Jesús a sus discípulos y su ascensión al cielo. A Matías se le escoge para que reemplace a Judas Iscariote, un paso que fue iniciado por Pedro. Luego 120 discípulos esperan obedientemente en una habitación superior en Jerusalén que Jehová Dios derrame sobre ellos el confortador o espíritu santo prometido, lo cual Él hace en el día de fiesta del Pentecostés. Esto les hace posible hablar con denuedo y en los diversos lenguajes de los judíos que han venido de muchos diferentes países a celebrar el Pentecostés en Jerusalén. De nuevo el apóstol Pedro toma la delantera, con el resultado de que en aquel día 3.000 almas ‘abrazan la palabra de buena gana y se bautizan.’—Hech. 2:41.

Los capítulos 3 al 5 continúan la narración de la testificación denodada y celosa de los apóstoles acerca del ‘único nombre debajo del cielo mediante el cual tenemos que ser salvos.’ (Hech. 4:12) La mismísima franqueza de Pedro y Juan hace que sus opositores reconozcan que habían estado con Jesús. (4:13) Al ordenárseles que dejen de predicar, contestan denodadamente: “Si es justo a la vista de Dios escucharles a ustedes más bien que a Dios, júzguenlo ustedes mismos. . . . No podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído.” Después que se les amenaza y se les pone en libertad se reúnen con “los suyos propios” e informan lo que había sucedido. Entonces todos de “común acuerdo” oran que Dios les conceda ‘seguir hablando su palabra con todo denuedo.’ Al ordenárseles nuevamente que dejen de predicar, contestan impávidamente: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.”—4:19, 20, 23, 24, 29, 31; 5:29.

En los siguientes dos capítulos nos enteramos acerca de Esteban, uno de los siete a quienes se escoge para encargarse de la distribución de alimento a las viudas. Con “gracia y . . . poder” él ejecuta grandes milagros y da un testimonio eficaz que sus opositores no pueden contradecir. (Hech. 6:8) Frustrados, lo llevan a la fuerza ante el Sanedrín, donde su testimonio denodado enfurece tanto a sus opositores que lo lapidan, y él llega a ser así el primer mártir cristiano. La persecución aumenta, pero ¿detiene eso a los discípulos? De ninguna manera. Al esparcírseles, en todo lugar a que llegan continúan “declarando las buenas nuevas.”—8:4.

El capítulo 9 relata la conversión del enconado perseguidor Saulo de Tarso. ¿Cómo sucede esto? Por medio de Jesús resucitado, cuando personalmente se le aparece a Saulo en una luz cegadora. Cuando a Saulo, que después es conocido como Pablo, se le restaura la vista, él también llega a ser predicador denodado y celoso y ahora él mismo recibe persecución. El capítulo 10 es sobresaliente porque dice cómo Dios usa a Pedro para llevar las buenas nuevas al primer converso gentil, el oficial del ejército romano Cornelio.

Luego leemos que Herodes ejecuta al apóstol Santiago para agradar a los judíos y que arresta a Pedro con el propósito de ejecutarlo a él también. Sin embargo, Dios tiene otras cosas pensadas para Pedro y por eso un ángel libra a Pedro de la prisión. ‘La palabra de Jehová sigue creciendo y difundiéndose.’—Hech. 12:24.

LAS TRES GIRAS MISIONALES DE PABLO

El capítulo 13 cuenta que Pablo y Bernabé comienzan su primera gira misional. Viajan centenares de kilómetros, visitan muchas ciudades, ejecutan muchos milagros y ‘hablan con tal denuedo’ que ‘una grande multitud de personas se hacen creyentes.’ Vez tras vez se ven obligados a salir de la ciudad donde han estado, a causa de violenta persecución. En una ciudad la gente hasta apedrea a Pablo y lo deja por muerto. Revivido, él continúa con su obra, “fortaleciendo las almas de los discípulos, animándolos a permanecer en la fe y diciendo: ‘Tenemos que entrar en el reino de Dios a través de muchas tribulaciones.’”—Hech. 14:1, 3, 22.

En el capítulo 15 se describe una reunión de apóstoles y hombres de mayor edad, celebrada en Jerusalén, para resolver la cuestión de la circuncisión. No, la circuncisión no se requiere de los conversos gentiles, pues “al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias: que sigan absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos y de sangre y de cosas estranguladas y de fornicación.”—Hech. 15:19, 20, 28, 29; 21:25.

Para su segunda gira misional Pablo escoge a Silas como compañero y en camino hace que se les una Timoteo. Habiéndoseles dicho en una visión que vayan a Macedonia (hoy en Grecia) a ayudar, llegan a Filipos. De nuevo el buen éxito que logran al predicar resulta en que se produzca un alboroto y Pablo y Silas son encarcelados. Debido a un terremoto se ven en libertad, y esto hace que el carcelero se haga creyente. Prosiguiendo a Tesalónica y Berea, tienen muy buen éxito, pero se ven obligados a abandonar cada lugar debido a violenta persecución. (Hech. 16:9-17:15) Al llegar a Atenas, Pablo predica denodadamente en la plaza de mercado, y, llevado a la fuerza ante el Areópago por unos filósofos, da un magnífico testimonio acerca de Dios el Creador, de la unidad de la familia humana y de la resurrección de Jesús. (17:16-34) Al proseguir hasta Corinto, encuentra tanto interés allí que se queda por dieciocho meses.—18:1-17

Después de regresar a su centro de operaciones en Antioquía y pasar algún tiempo allí, Pablo inicia su tercer viaje misional. Llega a Éfeso y, al entrar en una sinagoga, ‘habla con denuedo’ allí, y luego en otros lugares hasta que pasan, en total, dos años. (Hech. 19:8-10) Muchos son los milagros que ejecuta, y muchas personas se hacen creyentes. Nuevamente el buen éxito que Pablo logra resulta en un alboroto, pero no se le hace necesario salir de aquel lugar. En camino de regreso a Jerusalén pide que los ancianos de Éfeso se encuentren con él en Mileto, donde señala a su propio derrotero altruista y les da consejo excelente: “Presten atención a ustedes mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado superintendentes.” En conclusión dice: “En todas las cosas les he exhibido que por medio de laborar así tienen que prestar ayuda a los que son débiles.” También les dice que se acuerden de las palabras de Jesús: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”—20:17-35.

ANTE GOBERNANTES Y EN PRISIONES

Los últimos ocho capítulos de Hechos 21-28 tratan, en gran parte, de las experiencias de Pablo en prisión. Cuentan de su testificación impávida a judíos y a los gobernantes romanos: Félix, Festo y el rey Agripa. Al presentar sus defensas cuenta cómo Jesús se le apareció milagrosamente y le dio el mandato de predicar. Para conseguir justicia Pablo apela a César.

El viaje a Roma es interrumpido por una gran tempestad, después de la cual el barco encalla y zozobra totalmente, pero, tal como un ángel le había asegurado a Pablo, todos los que están a bordo pueden nadar a tierra a salvo. Tres meses después Pablo y sus compañeros de viaje zarpan para Roma, y se reúnen con hermanos cristianos en el puerto de mar llamado Puteoli y después de eso prosiguen a Roma. En Roma, Pablo convoca a los hombres principales entre los judíos y les testifica; algunos creen, pero muchos no. Durante dos años Pablo permanece en ‘su propia casa alquilada, y recibe amablemente a todos los que vienen a él, predicándoles el reino de Dios.’—Hech. 28:30, 31.

Verdaderamente el registro que hicieron estos cristianos primitivos demuestra con claridad que la obra que Jesús comenzó es de Dios y no de los hombres. Dirigidos por su Amo resucitado y con el poder del espíritu santo de Dios, pudieron testificar denodadamente, celosamente y muy fructíferamente, lo cual resultó en que muchos miles de personas se hicieran creyentes. Como el apóstol Pablo lo dice en una de sus cartas, el celo de ellos resultó en que las buenas nuevas se ‘predicaran en toda la creación que está bajo el cielo.’—Col. 1:23.

[Nota]

a Para los detalles, vea “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa,” página 186.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir