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  • Un libro de repercusión sin par
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
w77 1/10 págs. 579-580

Un libro de repercusión sin par

HAY un libro de marco de circunstancias o escenario oriental, escrito por orientales, que sin duda ha tenido mayor repercusión entre la humanidad que todo otro. Se ha traducido, en su totalidad o en parte, en más de 1.600 idiomas. Y aquí está un hecho sumamente notable: ¡Es por este libro que muchos individuos y hasta naciones enteras han aprendido a leer! Idiomas que anteriormente no se escribían ahora tienen escritura solo porque este libro se tradujo en estas lenguas en particular. Este libro singular es la Biblia.

Es sencillamente asombroso el hecho de que la Biblia haya sido aceptada entre muchos millones de personas de toda raza y nación. Aquí estamos, viviendo en el siglo veinte, alejados por muchos centenares de años de los acontecimientos que se narran en las Santas Escrituras. Para la mayoría de los lectores, el escenario de la Biblia también está muy alejado geográficamente. Sin embargo las Escrituras han atraído el corazón de la gente como ningún otro escrito lo ha hecho.

Charles D. Eldridge, en Christianity’s Contributions to Civilization (La contribución del cristianismo a la civilización), hizo la siguiente observación sobre este punto: “Los libros que se escriben en un país rara vez adquieren popularidad en otros países; son como árboles que no pueden aguantar la tensión del trasplante; aunque se publiquen con aceptación en medio de condiciones favorables en una nación, rara vez sobreviven ante el cambio de condiciones que representa la vida social, educativa, política y religiosa de otras naciones. Pero la Biblia no: ha sido trasplantada a todo suelo bajo el Sol sin grave pérdida de vigor y encanto.”

Una razón fundamental de que la Biblia atraiga a toda tribu, nación y raza es que describe la vida con apego a la realidad, con sus gozos y sus pesares, sus triunfos y sus fracasos, sus adelantos y sus retrocesos, su amor y su odio. T. H. Darlow, en la introducción a The Greatest Book in the World (El libro más grande del mundo), expresó esto como sigue: “Hay un Libro, y solo uno, que abarca todas las alturas y profundidades de la naturaleza humana. La Biblia pertenece a esas cosas elementales —como el cielo y el viento y el mar, como el pan y el vino, como los besos de los niñitos y las lágrimas que se derraman junto al sepulcro— que jamás se pueden hacer gastadas ni anticuadas, porque son la herencia común de la humanidad.”

La repercusión que ha tenido la Biblia en la erudición y la literatura es inconmensurable. Considere al mundo de habla inglesa, que abarca a unos 358 millones de personas. Escribe John R. Green, en A Short History of the English People: “Toda la literatura en prosa de Inglaterra, a excepción de los tratados olvidados de Wiclef, se ha desarrollado desde la traducción de las Escrituras por Tyndale y Coverdale. En lo que tocaba a la nación en general, en la lengua inglesa no existía historia, ni romance y escasamente había alguna poesía, excepto el verso poco conocido de Chaucer, cuando se ordenó que la Biblia fuese puesta a la vista en las iglesias.” El dramaturgo y poeta inglés William Shakespeare obtuvo de la Biblia mucha de la inspiración para sus obras. Se ha dicho que “ningún escritor ha asimilado los pensamientos y ha reproducido las palabras de la Santa Escritura más copiosamente que Shakespeare.” De modo similar, para el poeta inglés Shelley la Biblia fue el libro preeminente en su limitada biblioteca.

En años más cercanos a nuestra época, el novelista inglés Hall Caine admitió: “Ninguna situación de peso que tengo en mis libros es creación mía; es tomada de la Biblia. The Deemster [El magistrado] es una historia del Hijo Pródigo, The Bondman [El siervo] es la historia de Esaú y Jacob, The Scapegoat [La víctima propiciatoria] es la historia de Elí y sus hijos, . . . y The Manxman [El hombre de Man] es la historia de David y Urías.”

El humorista y redactor norteamericano Thomas L. Masson dijo lo siguiente acerca de la repercusión de la Biblia en la literatura: “Es el firme fundamento de toda nuestra literatura y, por lo tanto, si uno quiere saber algo, en la Biblia es donde tiene que buscarlo. . . . Es demasiado grande para los sistemas, abarca al hombre mismo y todos sus pensamientos. Es, en realidad, una gran galería de espléndidos retratos humanos.”

Muy apropiadamente, por lo tanto, la edición de 1971 de la Encyclopædia Britannica dice que la Biblia constituye “probablemente la más influyente colección de libros de la historia humana.” Leemos además: “Piense uno lo que piense del contenido de la Biblia, el papel que ésta ha desempeñado en el desenvolvimiento de la cultura occidental y en la evolución de muchas culturas orientales hace de por lo menos alguna familiaridad con su literatura e historia una marca indispensable del hombre educado en el mundo de habla inglesa.”

La Biblia no solo ha influido en las obras literarias principales del idioma inglés, sino también en los escritos principales de la mayoría de los demás países occidentales. Un caso a propósito es el de la literatura alemana. El poeta lírico y crítico literario alemán Heinrich Heine se sintió impulsado a decir: “Todas las expresiones y los modismos que se hallan en la Biblia de Lutero son alemanes. El escritor tiene que seguir utilizándolos. Y como hasta la gente más pobre posee este libro, no tienen que ser excepcionalmente eruditos para poder expresarse en forma literaria.” Muchos proverbios alemanes se derivan de la Biblia, y la traducción de las Escrituras por Lutero suministró el cimiento para el alemán literario.

Los comentarios de dos famosas figuras literarias alemanas, Johann Wolfgang von Goethe y Heinrich Heine, en cuanto al efecto que tuvo la Biblia en su trabajo, son especialmente dignos de notarse. Goethe dijo de su carrera: “Es la creencia en la Biblia, el fruto de profunda meditación, lo que me ha servido de guía de mi vida moral y literaria. . . . Ha sido para mí un capital invertido con seguridad, y que me ha producido abundante interés.” Comentando de modo similar, Heine declaró: “Sencillamente, le debo mi esclarecimiento a la lectura de un libro. . . . ¿Un libro? Sí, y es un libro antiguo y sencillo, modesto como la naturaleza misma, y tan natural; un libro que parece tan eficaz y sin pretensiones como el Sol que nos calienta, como el pan que nos nutre; un libro que nos mira tan triste y afectuosamente como una vieja abuela, que leyera ella misma diariamente el libro, con labios amorosos y trémulos, y con los anteojos sobre la nariz. . . . Y, muy sin ceremonia, el nombre de este libro es el libro, la Biblia.”

¿Cómo pudieron unos cuarenta hombres que vivieron durante un período de unos 1.600 años haber producido tal libro, una obra que continuó siendo fuente de inspiración por muchos siglos después de haber sido terminada, y sigue siendo tal cosa? Ninguno de sus escritores tomó la honra de autor para sí. Su propósito no fue transmitir su propio mensaje, sino el de Jehová Dios, la Fuente de la inspiración de ellos. Declaró el salmista David: “El espíritu de Jehová fue lo que habló por mí, y su palabra estuvo sobre mi lengua.” (2 Sam. 23:2) ¿No está apoyada esa expresión por la sobresaliente naturaleza de la Biblia? En vista de eso, pues, ¿no merece este libro lo óptimo en lo que respecta a nuestra atención?

[Ilustración de la página 579]

La Santa Biblia

Atrae a gente de toda nación

Ahora en más de 1.600 idiomas

Por él, naciones enteras han aprendido a leer

Muchos idiomas tienen escritura solo por este libro

“Probablemente la colección de libros de mayor influencia en la historia humana”

“El fundamento firme de toda nuestra literatura”

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