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  • ¿Qué quiso decir el sabio?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
w78 15/2 págs. 6-7

¿Qué quiso decir el sabio?

Use sabiamente la fuerza de la juventud

Cuando se tiene la fuerza y el vigor de la juventud, la vida puede ser un deleite. Escribió el sabio rey Salomón: “Regocíjate, joven, en tu juventud, y hágate bien tu corazón en los días de tu mocedad, y anda en los caminos de tu corazón y en las cosas vistas por tus ojos. Pero sabe que debido a todas éstas el Dios verdadero te traerá a juicio. Por lo tanto quita de tu corazón la vejación, y evita a tu carne la calamidad; pues la juventud y la flor de la vida son vanidad.”—Ecl. 11:9, 10.

El Creador quiere que los jóvenes disfruten de la vida y no toma un punto de vista rígidamente negativo de los intereses de los jóvenes y lo que parece deseable a los corazones y ojos jóvenes. Sin embargo, es necesario que el joven recuerde que todavía tiene que rendir cuentas a Dios por sus acciones. Aunque el Altísimo concede libre albedrío a los jóvenes, no los escuda de las consecuencias amargas de que ellos sigan un derrotero incorrecto. Al evitar un modo de vivir descuidado, corrompido, los jóvenes pueden guardarse de toda clase de frustraciones y daño.

Salomón, por inspiración, escribe que “la juventud y la flor de la vida son vanidad.” ¿Por qué? Entre otras cosas, es obvio que una persona no permanece joven eternamente. Igualmente, los gozos y ventajas de la fuerza y el vigor juveniles son de duración incierta. Hasta los jóvenes enferman y mueren. El joven que pasa por alto esto quizás no use sabiamente lo que tiene y disipe sus energías y capacidades físicas en un modo de vivir que puede hacer más difíciles sus años posteriores de adulto.

Muy apropiadamente, por lo tanto, el rey Salomón llama la atención a aquel que los jóvenes deben hacer el foco principal de su vida. Declara: “Acuérdate, ahora, de tu Magnífico Creador en los días de tu mocedad, antes que procedan a venir los días calamitosos, o hayan llegado los años en que dirás: ‘No tengo en ellos deleite’; antes que se oscurezcan el sol y la luz y la luna y las estrellas, y hayan vuelto las nubes, después el aguacero.”—Ecl. 12:1, 2.

No hay mejor tiempo para pensar seriamente en el Creador que cuando uno está en la flor de la vida, cuando en realidad puede dar lo mejor en el servicio del Altísimo. El poder hacer eso mengua durante los “días calamitosos” de la vejez cuando el cuerpo está débil y achacoso. Especialmente la persona que ha desperdiciado su juventud ‘no tiene deleite’ en los años en que su vida declina. Salomón asemeja el tiempo de la juventud al verano palestino cuando el Sol, la Luna y las estrellas arrojan su luz desde un cielo sin nubes. En la vejez ese tiempo se ha ido y los días son como la temporada fría, lluviosa, del invierno, y un aguacero de dificultad viene tras otro.

Describiendo los efectos de la vejez en el cuerpo humano, comparado a una casa, Salomón continúa: “El día en que tiemblen los guardianes de la casa [las manos y los brazos que cuidan al cuerpo y le suministran lo que necesita], y se hayan encorvado los hombres de energía vital [las piernas], y las mujeres que muelen [los dientes] hayan dejado de trabajar por haber llegado a ser pocas, y las señoras que ven por las ventanas [los ojos] lo hayan hallado oscuro; y las puertas [de la boca, los labios] que dan a la calle se hayan cerrado [pues rara vez se efectúa expresión pública], cuando el sonido del molino se haga quedo [pues el masticar con encías desdentadas se hace quedo e indistinto], y se levante uno al sonido de un pájaro [porque el sueño es muy ligero], y todas las hijas del canto suenen bajo [puesto que el oído es defectuoso; además, la voz es débil, de modo que todo cantar de canciones queda atenuado].”—Ecl. 12:3, 4.

“También se han llenado de temor meramente de lo que es alto [al reconocerse el peligro de una posible caída], y hay terrores en el camino [ahora las vías públicas están llenas de peligros debido a deficiencia en la vista y el oído, así como a retardación en los reflejos]. Y el almendro lleva flores [el pelo se pone blanco y se cae como los pétalos blancos de las flores del almendro que caen al suelo], y el saltamontes [una persona anciana, envarada y encorvada, con los codos empujados hacia atrás, podría asemejarse a un saltamontes] se arrastra, y se revienta la baya de la alcaparra [pues no estimula deseo de alimento en una persona anciana cuyo apetito se ha debilitado], porque va andando el hombre a su casa que durará largo tiempo [el sepulcro] y los plañidores han marchado alrededor por la calle; antes que se quite la cuerda de plata [la médula espinal], y se quebrante el tazón de oro [el cráneo semejante a tazón con su contenido cerebral], y se quiebre el jarro [el corazón] junto al manantial, y haya sido quebrada la rueda para la cisterna [el sistema circulatorio]. Entonces el polvo vuelve a la tierra justamente como sucedía que era y el espíritu [la fuerza de vida] mismo vuelve al Dios verdadero que lo dio.” (Ecl. 12:5-7) Este volver del espíritu o fuerza de vida a Dios significa que el control sobre el espíritu ahora depende del Altísimo. Solo Dios puede restaurar a la vida a la persona muerta.

Verdaderamente sabio es el joven que utiliza bien su tiempo y energías para servir al Creador. No tendrá pesares en cuanto a esto en su vida de adulto y estará en mucho mejor posición para enfrentarse a la pérdida de la fuerza física. Además, al vivir en armonía con los mandatos del Creador está salvaguardado de perder su salud y vigor prematuramente.

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