¿Le puede aprovechar la fe?
DURANTE los últimos años, por toda la la Tierra ha habido lo que algunos llaman un despertar religioso. ¿A qué se ha debido esto?
Al dar su respuesta, el profesor Martin E. Marty, de la Escuela de Teología de la Universidad de Chicago, dijo: “En primer lugar, no hay ninguna otra cosa que surta efecto —lo cual es una manera de decir sin refinamientos que durante tiempos tan cercanos como durante los últimos 15 años la gente puso muchísima fe en la maestría humana, en la combinación de la tecnología y la política. Y creo que en nuestro país [los Estados Unidos] hasta cierto punto hemos conseguido logros maravillosos en los derechos civiles, los derechos humanos, en las relaciones entre las personas, en ciertos aspectos del cuidado de la salud y en cuanto a proveer seguridad.”
“Pero también,” continuó diciendo el profesor Marty, “hemos aprendido los límites del aventurarse humano. Descubrimos que estos logros no daban significado a la vida. No estaban dándonos conjuntos de valores que pudieran ser pasados a una nueva generación. Y, en cualquier tiempo de la historia en que la gente percibe sus limitaciones, busca en dos direcciones... primero, profundiza a mayor grado dentro de su ser para alcanzar percepción interna, y segundo, se extiende a más allá de sí misma hacia lo trascendental. . . . La gente busca significado. La gente busca ser aceptada. Y hay razones apremiantes para esto en los años setenta, y creo que a eso se debe el despertar [religioso].”
Sin embargo, ¿han removido los despertamientos religiosos del día moderno las barreras étnicas que dividen a la raza humana? ¿Realmente ha transformado vidas la religión en general y ha provisto ‘conjuntos de valores que puedan ser pasados a una nueva generación’? ¿Ha dado la religión a la gente una esperanza segura en cuanto al futuro?
Observadores que están al corriente de los acontecimientos se dan cuenta de que, a pesar del despertar religioso mundial que haya, las barreras étnicas todavía dividen a la familia humana. Esas profesiones de fe no han puesto fin a los conflictos maritales, la alarmante proporción de divorcios y la irresponsabilidad en lo relativo a lo sexual, cosas que en realidad producen frustración e infelicidad. Más aún, aunque cada vez son más las personas que se están volviendo a la religión, hay poca evidencia de que lo que la mayoría de ellas reciben les esté impartiendo verdadero ánimo o les esté dando una esperanza con buen fundamento respecto al futuro. Por ejemplo, el suicidio ha alcanzado el tercer lugar entre las causas principales de muerte para individuos entre los 15 y los 24 años de edad en los Estados Unidos, y el Dr. Calvin J. Frederick, del Instituto Nacional de Salud Mental, atribuye estos suicidios “a la depresión que resulta de ‘la desventura, el desvalimiento y la desesperanza.’”—Newsweek, 28 de agosto de 1978.
Puesto que el despertar religioso de los últimos años no ha hecho una marcada impresión en la sociedad humana, alguien pudiera preguntarse con razón: ‘¿Puede aprovecharme la fe? ¿Realmente tiene efecto en la vida de uno?’
Puede que un individuo sea religioso y sin embargo no tenga fe verdadera. Por esta razón, el apóstol cristiano Pablo escribió: “La fe no es posesión de todos.” (2 Tes. 3:2) Sin embargo, la fe que se basa en la Biblia es posesión de algunas personas, y sí tiene efecto en sus vidas. La fe a la cual nos referimos vence obstáculos y penalidades. Esta fe tiene poder transformador. Para la fe verdadera no hay barreras étnicas. Ella imparte valor y da esperanza para el futuro.
¿Son estas declaraciones unas aseveraciones sin fundamento? ¡De ninguna manera! Sírvase considerar la evidencia que se presenta en el artículo siguiente.