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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
w94 15/1 pág. 31

Preguntas de los lectores

Una amiga mía tuvo un aborto espontáneo. Como mujer me compadezco de ella, pero ¿sería apropiado alentar en ella la esperanza de que la criatura resucite?

Usted, por supuesto, puede ayudar mucho a su amiga brindándole consuelo. Sin embargo, la Biblia no suministra ninguna base para suponer que un embrión vaya a resucitar.

Cuando una mujer concibe, lo que hay en su matriz es solo una célula, un óvulo fecundado. Normalmente, en un período de nueve meses esa célula se divide, se implanta en el útero, el embrión se desarrolla y finalmente nace una criatura. El aborto interrumpe este proceso natural, poniendo fin a la vida que empezó y que debió convertirse en un ser humano particular. Si se provoca un aborto, se atenta contra la santidad de la vida y se viola el mandato de Dios que prohíbe el asesinato. (Éxodo 20:13; 21:22, 23; Números 35:16-18; 1 Pedro 4:15.)

El Dador de la vida está al tanto de la criatura que crece en el útero. (Salmo 139:13-16; compárese con Job 31:15.) Sin embargo, ¿qué posibilidad de resurrección hay en el caso de un aborto espontáneo o de que la criatura nazca muerta?

La Biblia reconoce que un feto o embrión puede morir. En ese caso se produce un aborto espontáneo o se da a luz a un mortinato. (Génesis 31:38; Éxodo 23:26; 2 Reyes 2:19-21; Job 21:10; Salmo 58:8; 144:14.)

Job mencionó varias maneras como puede producirse un aborto espontáneo, cualquiera de las cuales hubiese sido, a su parecer, mejor que el sufrimiento que estaba experimentando. Dijo que pudiera haber sido como “un aborto escondido”, alguien que “no hubiera llegado a ser, como niños que no han visto la luz”. (Job 3:16.) Este caso pudiera referirse al aborto de un embrión inviable que se produce antes de que la mujer se percate siquiera de que está encinta.

Job también dijo que si ‘se hubiesen cerrado las puertas del vientre de su madre, se hubiera ocultado de sus ojos la desdicha’. Así que se habría evitado su sufrimiento si ‘hubiera procedido a morir desde la matriz’ o “en el vientre”. (Job 3:10, 11, Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras; Versión Popular.) Estos abortos se deben con frecuencia a defectos graves del embrión o del feto. O también pueden deberse a malformaciones en los órganos reproductores de la madre, a deficiencias hormonales, vitamínicas o de oxigenación, o a enfermedades de la madre.

En su agonía, Job pensaba que cualquiera de esas eventualidades hubiese sido preferible para él. Sin embargo, hubiera entristecido a su madre, como es el caso de muchas mujeres de la actualidad. Cuando hizo mención de tales eventualidades, Job no dijo que de cualquier modo le aguardaría una resurrección. En su opinión, el beneficio habría sido que se le hubiera ocultado de la desdicha o librado del disturbio.

Job añadió otra posibilidad: “¿Por qué no salí del vientre mismo y entonces expiré?”. (Job 3:11.) Si Job hubiese muerto instantes después de haber nacido, quizás aun antes de haber sido amamantado, como sucede a veces, ¿cuáles habrían sido sus perspectivas? Posteriormente muestra que si hubiera muerto e ido al Seol después de haber vivido como ser humano, cabía la posibilidad de que Dios ‘le fijara un límite de tiempo y se acordara de él’. Sí, Jehová Dios podría traer a Job de nuevo a la vida, resucitarlo. (Job 14:13-15.)

Este razonamiento armoniza con lo que sabemos sobre las resurrecciones de tiempos bíblicos. Las personas que fueron resucitadas volvieron a vivir tal y como eran antes de morir. Es decir, los niños que murieron resucitaron como niños, y los adultos, como adultos. (2 Reyes 4:17-20, 32-37; Lucas 7:12-15; 8:40-42, 49-55; Juan 11:38-44.) ¿Sería razonable concluir que de haber ocurrido un “aborto escondido” en el caso de Job, en el nuevo mundo se restituiría ese embrión microscópico al vientre de su madre para que se produjera una gestación de la que quizás ella nunca tuvo conocimiento? Esa conclusión no concuerda con lo que la Biblia muestra sobre la resurrección, que siempre tuvo que ver con personas que nacieron y existieron como seres individuales delante de Dios. (Juan 5:28, 29; Hechos 24:15.)

Pero ¿qué puede decirse del embrión que creció normalmente hasta convertirse en un feto o que casi tuvo un desarrollo completo? Existen muchas situaciones posibles. Sin embargo, no hay razón para especular. En el Paraíso restaurado, nuestro amoroso Padre celestial erradicará el pecado de la humanidad y traerá bendiciones maravillosas. Muchas personas serán resucitadas. Corresponde a Jehová y a Jesús decidir cómo y hasta qué grado se efectuará la resurrección. Podemos estar seguros de que la decisión reflejará la sabiduría y justicia perfectas de Jehová.

Eliú le aseguró a Job: “¡Lejos sea del Dios verdadero el obrar inicuamente, y del Todopoderoso el obrar injustamente! Porque según la manera como el hombre terrestre obre él le recompensará [...]. Sí, de hecho, Dios mismo no obra inicuamente”. (Job 34:10-12.) A todos, incluso a las parejas que han vivido experiencias muy tristes debido a un aborto o el nacimiento de una criatura muerta, puede consolarnos saber que ‘Jehová es bueno y recto’. (Salmo 25:8.)

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