Pronto... ¡un mundo sin dolor!
¿QUE pronto habrá un mundo sin dolor? ¡Qué gratas noticias serían esas para los que sufren de enfermedades crónicas... sea su dolor físico, mental o emocional! Por ejemplo, millones de personas se alborozarían si se eliminara el intenso dolor físico de ciertos tipos de cáncer, el tic doloroso de la cara y la enfermedad cardíaca conocida como angina de pecho. Los que padecen de graves enfermedades mentales recibirían con beneplácito el alivio de sus sufrimientos, frecuentemente indescriptibles. Y millones más se regocijarían con que tan solo cesara el dolor emocional que causan sentimientos como el temor, la aflicción, la culpa, la preocupación y la frustración. Pero ¿de veras queremos ver el fin de todo dolor?
“Es calamitoso no sentir absolutamente ningún dolor”, declara el anatomista Allan Basbaum, de la Universidad de California en San Francisco. Tuvo buena razón para decir eso. El dolor físico, en su función de factor de alarma, nos avisa que algo anda mal.
En verdad el no sentir dolor físico pudiera ser calamitoso. Un informe de la revista Time ilustra esto: “La sonrisa dulce del joven de doce años está en agudo contraste con el resto de su lastimoso aspecto. Tiene los brazos y las piernas deformes y encorvados, como si hubiera sufrido de raquitismo. Le faltan varios dedos. Una gran herida se extiende por una de sus rodillas, y los labios sonrientes están pelados, en carne viva. Cualquiera creería que es un niño a quien se ha maltratado [...] Nació con un defecto genético muy raro que lo hace insensible al dolor. Se le aplastaron o quemaron los dedos porque no retiró a tiempo la mano de objetos calientes o peligrosos. Sus huesos y articulaciones se le habían deformado por pisar con demasiada fuerza al caminar o correr. Su rodilla se le había ulcerado por gatear sobre objetos puntiagudos que no podía sentir. Si se rompía un hueso o se dislocaba una cadera, no sentía suficiente dolor como para pedir auxilio”.
Algunas personas se apresuran a culpar a Dios por aflicciones como esas y por la pobreza y el dolor en que viven millones de personas. Pero ¿tenemos razón para culpar a Dios por los dolorosos sufrimientos de la humanidad?
¿Tiene Dios la culpa?
Por unos 6.000 años la humanidad ha estado en esclavitud al dolor físico, mental y emocional. De hecho, hace unos 19 siglos el apóstol cristiano Pablo advirtió correctamente: “Toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora”. (Romanos 8:22.) A pesar de los muchos calmantes que se pueden obtener en las farmacias y los esfuerzos de los médicos y siquiatras, continúa el extenso cautiverio al dolor de todo tipo. ¡Hasta hay quienes han maldecido a Dios por sus sufrimientos, como la esposa de Job instó a este a hacer, muchos siglos atrás! Con todo, como Job mismo sabía, el manifestar tal espíritu es insensato e injusto. (Job 2:9, 10.)
No es correcto culpar a Dios por el cautiverio actual de la humanidad al dolor. La culpa en realidad recae sobre un mentiroso invisible y sobre nuestros primeros padres. ¿Por qué?
Las Escrituras indican que aunque originalmente cierta criatura celestial era justa y perfecta, empezó a codiciar poder y prominencia. Al principio de la vida humana en la Tierra este espíritu visualizó a los seres humanos en la Tierra paradisíaca dando toda su devoción al Dios Todopoderoso, Jehová. Movido por un corazón en que había entrado la perversidad, aquella criatura celestial se rebeló contra el Creador por anhelar para sí la adoración y devoción de los humanos. Manifestó sus intenciones inicuas cuando usó con astucia la mentira. Esto, a su vez, introdujo en el mundo el pecado.
Jehová Dios había dicho al primer hombre, Adán, que si comía del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo moriría. (Génesis 2:15-17.) Pero se persuadió a la esposa de Adán, Eva, a desobedecer. Usando a la serpiente como vocero, el Engañador celestial dijo a Eva: “Positivamente no morirán. Porque Dios sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos [a Eva y su esposo] y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”. (Génesis 3:1-5.) Aquella fue la primera mentira, y señaló a esta criatura celestial inicua como ‘el padre de las mentiras’. (Juan 8:44.) Su uso de la serpiente en aquella ocasión en el jardín de Edén tiene un paralelo con el que la Biblia lo llame “la serpiente original, el que es llamado Diablo y Satanás”. (Revelación 12:9.)
El pecado trajo lamento a la humanidad, y la puso en cautiverio al dolor. Dios, cumpliendo con su palabra, en el mismo día que Adán pecó pronunció la sentencia de muerte para los transgresores. Desde el punto de vista de Jehová, en sentido judicial Adán y Eva murieron aquel mismo día. (Compárese con Lucas 20:37, 38.) En Edén, Jehová dijo a la primera mujer, quien ya había pecado: “Aumentaré en gran manera el dolor de tu preñez; con dolores de parto darás a luz hijos”. (Génesis 3:16.) Adán se ganaría el sustento con dificultad y dolor fuera del jardín de Edén en tierra que ya estaría muy lejos de ser paradisíaca. Dijo Jehová: “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás”. (Génesis 3:17-19.) Así empezó a ser esclava del dolor la raza humana.
Como se ve, la esclavitud al dolor está enlazada con la imperfección, el pecado y la muerte heredados de Adán. Como lo expresó el apóstol Pablo: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado”. (Romanos 5:12.) Pero la Palabra de Dios nos ayuda a soportar el dolor, pues nos dice por qué Jehová lo ha permitido y nos asegura que le pondrá fin pronto. Dios permitió que el serpentino ‘padre de las mentiras’, Satanás el Diablo, afligiera al justo Job y así sometiera a prueba su integridad. El argumento del Diablo era que Job servía a Dios por egoísmo, no por amor. (Job 1:8-12.) Pero Job permaneció fiel a Dios, y probó así que humanos imperfectos pueden servirle por amor y defender lealmente Su soberanía a pesar de que su fe sea sometida a pruebas severas. El aguante de Job como persona de integridad contribuyó a la santificación del nombre de Jehová, demostró que Satanás es un mentiroso y trajo consigo abundantes bendiciones a aquel patriarca ejemplar. (Job 42:12-17; Santiago 5:11.) Por la experiencia de Job llegamos a la conclusión de que cuando el propósito de Dios se cumpla se habrá puesto fin al dolor a que está sujeta la humanidad. Pero ¿cómo podemos estar seguros de ello?
Cómo se pondrá fin al dolor
En realidad Jehová ha provisto un medio que eliminará con total eficacia el dolor que tiene en cautiverio al género humano. Ha hecho esto sobre la base del sacrificio de rescate de su Hijo, Jesucristo. Jesús es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. (Juan 1:29.) Él vino a la Tierra, ‘no para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma [su vida humana perfecta] en rescate en cambio por muchos’. (Mateo 20:28.) Adán perdió por su desobediencia la vida humana perfecta con todos sus derechos y perspectivas. Y eso es exactamente lo que se redime mediante el sacrificio de rescate de Jesús. (1 Timoteo 2:5, 6; Hebreos 7:26.) En realidad, “tanto amó Dios al mundo [de la humanidad] que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3:16.)
Dios también ha prometido específicamente que acabará con la esclavitud al dolor. El apóstol cristiano Juan, al predecir el tiempo en que ya no existirá más el dolor que se debe al pecado, escribió bajo inspiración divina:
“Vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado, y el mar ya no existe. [...] Oí una voz fuerte desde el trono decir: ‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado’. Y Aquel que estaba sentado en el trono [Jehová Dios] dijo: ‘¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas’. También, dice: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas’”. (Revelación 21:1-5.)
Pronto los humanos obedientes recibirán de lleno el beneficio del sacrificio de rescate de Jesús. Esto sucederá bajo la gobernación del Reino que los justos han pedido en oración por tanto tiempo al orar: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mateo 6:9, 10.) En el Reino celestial Jesucristo reinará hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies, incluso el cautiverio al dolor y al último enemigo, la muerte. (1 Corintios 15:25, 26.)
Sí; en lo que respecta a los humanos obedientes, dentro de poco Dios ‘limpiará toda lágrima, y ni la muerte ni el lamento ni el clamor ni el dolor serán más’. (Revelación 21:4.) Entonces las siguientes palabras proféticas que ahora aplican en sentido espiritual se cumplirán en sentido literal: “Bendice a Jehová, oh alma mía, [...] aquel que está perdonando todo tu error, que está sanando todas tus dolencias”. “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’.” (Salmo 103:1-3; Isaías 33:24.)
¿Cuándo se pondrá fin al dolor?
Pronto habrá desaparecido la esclavitud al dolor. Sí, eso acontecerá en nuestro día, y esta misma generación lo verá. El cumplimiento de la profecía bíblica muestra que vivimos en la parte final de este inicuo sistema de cosas. Las guerras sin paralelo, las escaseces de alimento y los terremotos, así como la predicación de las buenas nuevas que los testigos de Jehová efectúan por toda la Tierra, son parte de la “señal” compuesta de la “presencia” invisible de Jesús en la gloria celestial del Reino. (Mateo 24:3-14, 21, 34.)
Pronto pasarán “el cielo anterior y la tierra anterior”, el sistema de cosas organizado de Satanás el Diablo con su estructura gubernamental. El “mar” turbulento de la humanidad inicua ya no existirá. De modo que nos encontramos al mismísimo umbral de un “nuevo cielo” gubernamental bendecido por Dios sobre “una nueva tierra”, una sociedad humana justa. En estos “la justicia habrá de morar”. (Revelación 21:1; 2 Pedro 3:13.)
Puesto que esas bendiciones bajo un nuevo gobierno —el Reino de Dios— están tan cerca, ¡cobre ánimo! Adquiera más conocimiento sobre el nuevo mundo donde no habrá dolor ni muerte. Sí, anhele el día bendito, que tan cerca está ahora, en que todos los que aman y obedecen a Jehová Dios vivirán en un mundo sin dolor.