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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
w91 1/9 págs. 30-31

Trabajo de hombre

“¡Ropa, zapato, casa y comida!” Esas palabras de una vieja canción indican las cuatro cosas fundamentales que se espera que un hombre provea para su familia. Y la mayoría de los hombres responsables se esfuerzan con orgullo por llevar tal carga.

Sin embargo, si usted es hombre de familia, ¿da atención a las necesidades espirituales de su familia, que son más importantes que las materiales?, ¿o, como muchos hombres, piensa que el atender asuntos religiosos en el hogar no es en verdad trabajo de hombre? En algunas culturas ni siquiera se espera que los hombres dediquen tiempo a enseñar a sus hijos acerca de Dios y la Biblia.

La Palabra de Dios impone particularmente sobre el hombre de la casa la responsabilidad de inculcar en su familia amor a Dios y aprecio profundo a las normas divinas. Por ejemplo, en Efesios 6:4 las Escrituras dan esta exhortación a los hombres cristianos: “Ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová”.

Aunque algunos están familiarizados con esas palabras, quizás no comprendan de lleno que ese texto bíblico está dirigido especialmente al padre, el hombre de la casa, pues probablemente entiendan que Efesios 6:4 se dirige tanto al padre como a la madre. La palabra “padres” en español pudiera referirse tanto a los hombres que han engendrado hijos como al padre y la madre de una familia. Sin embargo, en el versículo 1 del capítulo 6 de Efesios Ef 6:1 el apóstol Pablo se refirió tanto al padre como a la madre al usar la palabra griega go·néu·sin, de go·néus, que tiene el sentido de “progenitor”. Pero en el versículo 4 la palabra griega que se usó fue pa·té·res, que es el plural de “padre”, con referencia a varones. Sí, en Efesios 6:4 Pablo dirigió sus palabras directamente al hombre de la familia.

Por supuesto, si en la familia no hay un hombre que lleve la delantera, entonces la mujer tiene que asumir esa responsabilidad. Con la ayuda de Jehová muchas madres han criado con éxito a sus hijos en la disciplina y regulación mental de Jehová. Sin embargo, cuando hay un hombre cristiano en la familia, él debe llevar la delantera. Si descuida su responsabilidad, se hace más difícil para el resto de la familia mantener un buen programa de alimentación espiritual. Y ese hombre tiene que responder a Jehová por su descuido.

Lo que Dios piensa sobre este asunto se hace patente en los requisitos bíblicos que se dan para los superintendentes y los siervos ministeriales de la congregación cristiana. La Biblia especifica que el que sea seleccionado para tal puesto debe ser “hombre que presida su propia casa excelentemente, que tenga hijos en sujeción con toda seriedad (si de veras no sabe algún hombre presidir su propia casa, ¿cómo cuidará de la congregación de Dios?)”. (1 Timoteo 3:4, 5, 12; Tito 1:6.)

El hombre de la familia debe estar dispuesto a sacrificar placeres y su conveniencia personal por el bienestar espiritual de sus hijos. A veces quizás tenga que dedicar menos tiempo a otras actividades para tener una cantidad razonable de tiempo para pasarla con sus hijos regularmente. (Deuteronomio 6:6, 7.) Con todo, él no cede a otros esta asignación que Dios le ha dado. Su amor e interés por sus hijos irá mucho más allá de simplemente suministrar ropa, zapato, casa y comida.

Realmente es una tarea desafiadora criar a los hijos “en la disciplina y regulación mental de Jehová”. Por eso, el hombre tiene la responsabilidad principal. Cuando el padre cristiano efectúa bien su trabajo, entonces puede ver a sus hijos piadosos como una bendición de Jehová. Puede decir como el salmista: “Como flechas en la mano de un hombre poderoso, así son los hijos de la juventud. Feliz es el hombre físicamente capacitado que ha llenado su aljaba de ellos”. (Salmo 127:4, 5.)

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