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  • ¿Un ministerio para usted?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
w91 15/12 págs. 25-28

¿Un ministerio para usted?

JEHOVÁ ha mostrado su generosidad al abastecer perfectamente la Tierra para que disfrutemos de la vida. Generosamente, permitió que esos abastecimientos permanecieran aun después que Adán y Eva se rebelaron. Lo que es más, ha manifestado su sobrepujante amor al enviar a su Hijo a salvar de la calamidad del pecado a los humanos creyentes. (Mateo 5:45; Juan 3:16.)

¿Cómo podemos responder a ese amor? Jesús dijo que tenemos que amar a Jehová nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. Eso da a entender que le debemos nuestra adoración y lealtad y que debemos hacer que nuestra vida se conforme a su voluntad. (Marcos 12:30; 1 Pedro 4:2.)

Pero ¿qué encierra el hacer la voluntad de Dios? ¿Podemos rendirle algún servicio a él?... ¿hay un ministerio en el que debamos participar?

Se necesitan ministros

Las iglesias han confundido a la gente en cuanto a cómo adorar y servir a Dios. Sin embargo, la Biblia muestra que hay una sola religión verdadera, “un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre de todos”. Jesús dijo: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad”. De modo que se les aconseja: “Que todos hablen de acuerdo, y que no haya divisiones entre ustedes”. (Efesios 4:3-6; Juan 4:23; 1 Corintios 1:10.)

La confusión en cuanto a cuál es la religión verdadera empezó en Edén cuando Satanás desafió lo correcto de la soberanía de Jehová al poner en tela de juicio la manera de gobernar de Dios. (Génesis 3:1-6, 13.) Satanás continúa ahora con esa oposición a Dios mediante enseñanzas falsas que esparcen engañosos ministros de religión que ‘siguen transformándose en ministros de justicia’. Por eso la Biblia dice: “Amados, no crean toda expresión inspirada [...] porque muchos falsos profetas han salido al mundo”. (2 Corintios 11:14, 15; 1 Juan 4:1.)

Felizmente, Dios ha tomado medidas para resolver esa cuestión sobre gobierno. Después de haber enviado a su Hijo para redimir a la humanidad, ahora ha hecho de Jesús el Rey del Reino celestial de Dios, con autoridad para destruir a Satanás y sus profetas o ministros. Esto garantizará que se haga la voluntad de Dios en la Tierra, para la bendición eterna de los que son obedientes. (Daniel 7:13, 14; Hebreos 2:9.)

Satanás ha ocultado esas verdades. (2 Corintios 4:4.) Por eso es necesario que sirvamos como ministros de Dios para poner al descubierto las falsedades de Satanás y dar testimonio de la verdad. Jehová no nos obliga a emprender este servicio. Quiere que nos ofrezcamos de buena gana, como lo hizo Jesús, por aprecio a Él y a lo que ha hecho para nuestro bien. (Salmo 110:3; Hebreos 12:1-3.)

El ministerio cristiano

Jesús “iba viajando de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y declarando las buenas nuevas del reino de Dios”. (Lucas 8:1.) También adiestró a sus discípulos para que fueran ministros como él y los envió a predicar. (Mateo 10:1-14, 27.) Después los comisionó para que continuaran su ministerio hasta los extremos de la Tierra. (Mateo 28:19, 20; Hechos 1:8.)

Esta comisión recae sobre los cristianos verdaderos, y el espíritu de Dios los mueve a predicar. Como sucedió en el Pentecostés de 33 E.C., todos los que aceptan las buenas nuevas asumen la responsabilidad de hacer declaración pública de su fe. (Hechos 2:1-4, 16-21; Romanos 10:9, 13-15.)

No obstante, la mayoría de las personas no pueden verse como ministros. Peter, un testigo de Jehová, dice: “En Alemania, para muchos hombres el hablar de religión es algo que rebaja su dignidad. ‘Eso es para el clero’, dicen”. Según Tony, quien ha sido misionero por décadas, en Inglaterra algunas personas han dicho: “Lo que ustedes dicen es bueno, y creo que los testigos de Jehová son personas excelentes. Pero predicar de casa en casa... eso yo no lo podría hacer”. Ben estudió la Biblia por algún tiempo con un nigeriano que le dijo: “No puedo predicar públicamente de casa en casa; pero podría dar dinero a su congregación para ayudar a los que estén dispuestos a hacerlo”. Sí, la mayoría de la gente carece de la fe y la convicción necesarias para efectuar el ministerio cristiano.

Sin embargo, la predicación pública es responsabilidad de toda persona en la congregación cristiana, sin importar la edad ni el sexo. No es solo asunto de los ancianos y los siervos ministeriales, que “llevan la delantera”, sino también de los cristianos en general. Todos reciben esta exhortación: “Ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre. [...] Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes”. (Hebreos 13:15, 17.)

Jesús, dirigiéndose a una muchedumbre de personas de varios tipos en su Sermón del Monte, dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. En otra ocasión mostró que el hacer la voluntad de Dios incluye predicar a los incrédulos. Sus discípulos lo instaron a que dejara de predicar a algunos samaritanos para que comiera, pero él dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra”. (Mateo 7:21; Juan 4:27-38.)

¿Debería ser su carrera?

Por lo general la gente prefiere trabajar por su alimento y por riquezas materiales. Pero antes en el Sermón del Monte Jesús había aconsejado a sus oyentes que no se inquietaran por buscar esas cosas. “Más bien —dijo—, acumulen para sí tesoros en el cielo [...] Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios.” (Mateo 6:20, 33.)

El buscar primero el Reino significa no dejar que otros intereses eclipsen nuestro ministerio. Sin embargo, el hacer esto no significa excluir todo lo demás. Por ejemplo, la Biblia nos anima a no descuidar las verdaderas obligaciones de familia. Todos los humanos tenemos en común esas obligaciones. El descuidarlas es obrar contrario a la fe cristiana. (1 Timoteo 5:8.) No obstante, debemos hacer todo cuanto razonablemente podamos en el ministerio a la vez que atendemos otras responsabilidades de modo equilibrado.

Jesús dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán [...] para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. (Mateo 24:14.) El contexto de esa profecía indica que se está cumpliendo en nuestros tiempos. Desde 1914 las buenas nuevas son que el Reino ha recibido autoridad para actuar a favor de la soberanía de Jehová y en contra de Satanás y su mundo. (Revelación 11:15-18.) Debemos pensar seriamente en cuanto a lo que eso significa. El fin vendrá, y tenemos que completar la predicación antes de ese tiempo. Hay vidas en juego en el asunto; podemos ayudar a salvar muchas de ellas.

Procure ministrar a mayor grado

Muchos testigos de Jehová dedican diez horas o más cada mes a compartir las buenas nuevas con otras personas. Miles de ellos pasan dos horas o más al día predicando como precursores auxiliares, y otros sirven continuamente como precursores regulares y especiales. Comprenden la urgencia de esta obra y quieren participar en ella al mayor grado posible para completarla antes de que llegue el fin de este infeliz mundo.

¿Es usted ya testigo activo de Jehová? Entonces procure participar a mayor grado en el servicio. Hágase más eficiente en la predicación y la enseñanza y trate de lograr más en el ministerio. Si puede hacerse precursor, dé los pasos para ello. Si sus circunstancias verdaderamente no le permiten hacer eso, entonces anime a los que sí pueden a esforzarse por emprender ese servicio.

Si usted no es un testigo dedicado de Jehová, no diga que el ministerio no es para usted. Otro hombre llamado Peter, ingeniero mecánico, se oponía tenazmente a que su esposa compartiera las buenas nuevas con otras personas. “¿Cómo puedo dejar que mi esposa predique de casa en casa?”, preguntaba. Después de observar por años la firme convicción de ella respecto a la verdad de la Palabra de Dios, él decidió estudiar la Biblia también. Ahora, al igual que su esposa, es ministro dedicado y bautizado de las buenas nuevas.

Por lo tanto, no se excluya del privilegio de servir a Jehová. Lo animamos a estudiar la Biblia y a asociarse con los cristianos verdaderos en sus reuniones. Esto le ayudará a conformar su vida a la justicia de Dios y a edificar una fe firme en Sus propósitos. Si progresa en esto, usted también satisfará los requisitos para ser ministro de Dios. Entonces tendrá el privilegio de participar en llevar a cabo este mandato de Jesús: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado”. (Mateo 28:19, 20.)

Sí, hay un ministerio en el que usted puede participar, y es más urgente que nunca que lo haga.

[Recuadro en la página 25]

Una enfermera que tiene una familia que atender dice: “Todos los días viajo más de una hora hasta el hospital donde trabajo, así que creía que no podría ser precursora auxiliar. Pero organicé cuidadosamente mis actividades para participar en el servicio del campo temprano cada mañana antes de irme a trabajar, durante los recesos y en mis días libres. ¡Imagínense el gozo que sentí cuando al fin del mes había dedicado 117 horas a la predicación! Distribuí 263 revistas, conseguí 22 suscripciones a las revistas y pude empezar 3 estudios bíblicos”.

[Recuadro en la página 27]

Michael tiene siete hijitos y un trabajo de responsabilidad en una universidad de Nigeria. También sirve de anciano en la congregación cristiana. Comparte el parecer de miles de Testigos:

“Considero que el ministerio es mi carrera, y siempre recuerdo que Pablo dijo: ‘Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer’. Mi esposa y yo ‘plantamos’ durante las breves consideraciones que tenemos con la gente al llevar las buenas nuevas de casa en casa. ‘Regamos’ al volver a visitar a los que muestran interés para enseñarles con la Biblia, como dijo Jesús que debemos hacerlo. Los estudios bíblicos semanales en los hogares de la gente han ayudado a muchas personas —en algunos casos a familias enteras— a adquirir conocimiento de la verdad”.

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