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  • Evitemos el lazo de la avidez
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
w93 1/8 págs. 10-15

Evitemos el lazo de la avidez

“Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo.” (1 TIMOTEO 6:9.)

1. ¿Por qué deben interesarnos los lazos?

LA PALABRA “lazo” tal vez le haga recordar el cazador que camufla una trampa para capturar una presa desprevenida. No obstante, Dios nos dice claramente que los lazos con que corremos más peligro no son los literales, sino las trampas espirituales o morales. El Diablo es experto en colocar estos lazos. (2 Corintios 2:11; 2 Timoteo 2:24-26.)

2. a) ¿De qué manera nos ayuda Jehová a evitar los lazos peligrosos? b) ¿En qué tipo de lazo nos centraremos en este estudio?

2 Jehová nos ayuda identificando algunos de los múltiples y variados lazos satánicos. Por ejemplo, Dios nos advierte de que nuestros labios, es decir, la boca, pueden ser un lazo si hablamos sin prudencia, con precipitación o de asuntos que no debemos. (Proverbios 18:7; 20:25.) El orgullo puede ser un lazo, así como el compañerismo con personas dadas a la cólera. (Proverbios 22:24, 25; 29:25.) Examinemos otro lazo: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina”. (1 Timoteo 6:9.) La base de este lazo se resume en una palabra: “avidez”. Aunque estar resuelto a ser rico manifiesta avidez, este lazo tiene muchas facetas.

Jehová nos advierte del peligro

3, 4. ¿Qué lección nos enseña la historia antigua del hombre referente a la avidez?

3 En esencia, la avidez es el deseo excesivo y desordenado de tener más, sea dinero, posesiones, poder, relaciones sexuales u otros objetos. No somos los primeros en enfrentarnos al lazo de la avidez. Ya en el jardín de Edén, la avidez atrapó primero a Eva y luego a Adán. El esposo de Eva tenía más experiencia en la vida que ella, y Jehová lo había instruido directamente. Dios les había dado un hogar paradisíaco. Tenían en abundancia alimento bueno y variado, producido en tierra incontaminada. Podían tener hijos perfectos, con quienes vivirían y servirían a Dios eternamente. (Génesis 1:27-31; 2:15.) ¿No es cierto que esas condiciones bastarían para satisfacer a cualquier ser humano?

4 No obstante, el que alguien tenga suficiente no le libra del lazo de la avidez. Eva cayó atrapada en el deseo de ser como Dios y tener más independencia para sus propias normas. Parece que Adán deseaba permanecer con su bella esposa a toda costa. Dado que incluso aquellas personas perfectas fueron atrapadas por la avidez, se puede entender por qué es un peligro para nosotros.

5. ¿Cuánta importancia tiene que evitemos el lazo de la avidez?

5 Tenemos que tener cuidado de que no nos atrape la avidez, pues el apóstol Pablo nos advierte: “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni personas dominadas por la avidez [...] heredarán el reino de Dios”. (1 Corintios 6:9, 10.) Pablo también nos dice: “Que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes”. (Efesios 5:3.) De modo que la avidez ni siquiera debe convertirse en un tema de conversación con el que satisfacer nuestra carne imperfecta.

6, 7. a) ¿Qué ejemplos hallamos en la Biblia que subrayan el poder que puede tener la avidez? b) ¿Por qué deberíamos ver una advertencia en estos ejemplos?

6 Jehová también mandó dejar constancia de muchos ejemplos para ponernos en guardia contra los peligros de la avidez. Recuerde la avidez de Acán. Dios ordenó que se destruyera Jericó, aunque se tenía que entregar al tesoro de Jehová su oro, plata, cobre y hierro. Es posible que al principio Acán tuviera la intención de cumplir esa orden, pero la avidez lo atrapó. Cuando entró en Jericó, fue como si penetrara en una tienda con gangas increíbles, entre ellas una hermosa vestidura que parecía ideal para él. Mientras recogía oro y plata que hoy valdría miles de dólares, quizás haya pensado: ‘¡Qué fortuna! Está casi regalada’. No obstante, era un robo. Por codiciar lo que debió destruir o entregar, hurtó a Dios, y le costó la vida. (Josué 6:17-19; 7:20-26.) Examine también los ejemplos de Guehazí y Judas Iscariote. (2 Reyes 5:8-27; Juan 6:64; 12:2-6.)

7 No debemos pasar por alto que los tres individuos mencionados en el párrafo anterior no eran paganos que desconocieran las normas de Jehová. Más bien, estaban dedicados a Dios. Todos habían visto milagros que debieron haberlos convencido del poder de Dios y la importancia de mantener su favor. No obstante, el lazo de la avidez fue su perdición. También nosotros podemos perder la relación con Dios si nos dejamos atrapar por cualquier clase de avidez. ¿Qué tipos de avidez pudieran ser particularmente peligrosos?

Atrapados por el afán de riqueza y posesiones

8. ¿Qué advertencia da la Biblia tocante a las riquezas?

8 La mayoría de los cristianos sabemos que la Biblia nos previene con claridad contra llegar a tener amor a las riquezas, es decir, desear con vehemencia tenerlas. Repasemos algunas advertencias que se encuentran en Mateo 6:24-33, Lucas 12:13-21 y; 1 Timoteo 6:9, 10. Usted tal vez diga que acepta este consejo y lo sigue, pero ¿no es muy probable que Acán, Guehazí y Judas hayan dicho lo mismo? Es obvio que no es suficiente concordar intelectualmente con ese consejo. Hay que evitar que el lazo del afán de riquezas y posesiones afecte nuestra vida cotidiana.

9. ¿Por qué debemos examinar nuestra actitud respecto a las compras?

9 En la vida diaria es habitual tener que adquirir alimento, ropa y artículos domésticos. (Génesis 42:1-3; 2 Reyes 12:11, 12; Proverbios 31:14, 16; Lucas 9:13; 17:28; 22:36.) Pero el mundo comercial fomenta el deseo de tener más posesiones y adquirir novedades. Muchos anuncios de los periódicos, las revistas y la televisión tienen la finalidad encubierta de despertar la avidez. La misma intención se ve en las tiendas, que tienen percheros repletos de blusas, abrigos, vestidos y suéteres, y los estantes llenos de zapatos nuevos, equipo electrónico y cámaras. Los cristianos deberían preguntarse: ‘¿Es ir de compras uno de los mayores placeres de mi vida?’. ‘¿De verdad necesito las novedades que veo, o es tan solo que el mundo comercial está abonando en mi interior las semillas de la avidez?’ (1 Juan 2:16.)

10. ¿Qué lazo de la avidez es particularmente peligroso para el hombre?

10 Parece que las mujeres suelen caer en el lazo de las compras, y muchos hombres, en el de tratar de obtener más dinero. Como ilustración de esta trampa, Jesús habló de un rico que tenía buenos ingresos y quería ‘demoler sus graneros y edificar otros mayores para recoger todo su grano y todas sus cosas buenas’. Jesús no nos dejó en duda respecto al peligro implicado: “Mantengan abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia”, o avidez. (Lucas 12:15-21.) Seamos o no ricos, debemos prestar atención a este consejo.

11. ¿Cómo pudiera entrampar al cristiano la avidez de dinero?

11 La avidez de dinero o de los objetos que se pueden adquirir con él suele venir camuflada. Tal vez se presente un proyecto para hacerse rico rápidamente, quizás una oportunidad única en la vida de conseguir seguridad económica realizando una inversión arriesgada. O puede que nos veamos tentados a ganar dinero con negocios dudosos o hasta ilegales. Sí, este deseo codicioso puede dominarnos y convertirse en un lazo. (Salmo 62:10; Proverbios 11:1; 20:10.) Algunos miembros de la congregación cristiana han emprendido un negocio propio con la idea de que sus hermanos, que confían en ellos, sean los principales clientes. Si su objetivo no es tan solo ofrecer un producto o servicio necesario efectuando “trabajo duro, haciendo con las manos lo que sea buen trabajo”, sino ganar dinero en poco tiempo a costa de sus compañeros cristianos, entonces están obrando con avidez. (Efesios 4:28; Proverbios 20:21; 31:17-19, 24; 2 Tesalonicenses 3:8-12.) La avidez de dinero ha llevado a algunos a participar en rifas, sorteos o loterías. Otros, dejando a un lado la empatía y el espíritu razonable, se han apresurado a poner demandas con la esperanza de conseguir una gran suma por daños y perjuicios o de acordar una compensación económica.

12. ¿Cómo sabemos que se puede superar la avidez de riqueza?

12 Es apropiado hacerse un examen de conciencia en los citados campos a fin de ver si nos está afectando la avidez. Aunque así fuese, podemos cambiar. Recuerde que Zaqueo cambió. (Lucas 19:1-10.) Si alguien descubre que tiene problemas con la avidez de riqueza y posesiones, debe tener la misma determinación que Zaqueo de escapar de la trampa. (Jeremías 17:9.)

La avidez en otros ámbitos de la vida

13. ¿A qué otro lazo de la avidez llama la atención Salmo 10:18?

13 A algunos les resulta más fácil ver el peligro que encierra la avidez en el ámbito del dinero, o las posesiones, que en otros campos donde se manifiesta. Cierto léxico griego explica que la familia de palabras traducidas “avidez” o “codicia” transmite el sentido de “‘querer más’, en lo que respecta a poder, etc., al igual que a propiedades”. Sí, puede entramparnos el deseo ávido de tener poder sobre otros, quizás hasta de hacer que tiemblen ante nuestra autoridad. (Salmo 10:18.)

14. ¿En qué campos ha sido perjudicial el deseo de poder?

14 Desde los primeros tiempos, al ser humano imperfecto le ha atraído la idea de tener poder sobre los demás. Dios predijo que una triste consecuencia del pecado del hombre sería que muchos esposos ‘dominarían’ a sus esposas. (Génesis 3:16.) Este error, sin embargo, ha trascendido del ámbito conyugal. Miles de años después, un escritor bíblico observó que “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”. (Eclesiastés 8:9.) Es fácil que usted sepa lo cierta que ha sido esta afirmación en el terreno político y militar, pero ¿pudiera ser que estuviéramos luchando en nuestras propias esferas por conseguir más poder o mando?

15, 16. ¿En qué aspectos pudiera entrampar al cristiano el deseo de tener más poder? (Filipenses 2:3.)

15 Todos convivimos con otros seres humanos, sean estos familiares más o menos cercanos, aquellos con los que trabajamos o vamos a la escuela, amigos o los hermanos de la congregación. Habrá ocasiones, quizás frecuentes, en que tengamos voz decisoria sobre qué se va a hacer, cómo y cuándo. Esto no es en sí incorrecto ni malo. Ahora bien, ¿disfrutamos en exceso de valernos de la autoridad que tenemos? ¿Pudiera ser que nos guste tener la última palabra y que queramos hacer uso de ese derecho cada vez más? Los gerentes y jefes de este mundo suelen dar muestra de esta actitud al rodearse de una camarilla de aduladores que nunca les llevan la contraria ni desafían la búsqueda mundana —la avidez— de poder de sus superiores.

16 Tenemos que eludir este lazo en nuestra relación con los compañeros cristianos. Dijo Jesús: “Ustedes saben que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los grandes ejercen autoridad sobre ellas. No es así entre ustedes; antes bien, el que quiera llegar a ser grande entre ustedes tiene que ser ministro de ustedes”. (Mateo 20:25, 26.) Esta humildad debe manifestarse con claridad en cómo se tratan los ancianos y cómo tratan a los siervos ministeriales y al rebaño. Por ejemplo, ¿no pudiera ser un reflejo de afán de poder el que el superintendente presidente solo consultara a los demás ancianos en asuntos de poca monta y tomara las decisiones importantes por su cuenta? ¿Está de verdad dispuesto a encomendar tareas a los demás? Podrían surgir problemas si un siervo ministerial que dirige una reunión para el servicio del campo adoptara medidas irrazonables y hasta fijara reglas. (1 Corintios 4:21; 9:18; 2 Corintios 10:8; 13:10; 1 Tesalonicenses 2:6, 7.)

17. ¿Por qué es pertinente tratar el tema de la comida cuando se habla del lazo de la avidez?

17 La comida es otro campo donde la avidez atrapa a muchos. Es natural, claro está, disfrutar comiendo y bebiendo; la Biblia lo aprueba. (Eclesiastés 5:18.) Sin embargo, no es extraño que con el tiempo este deseo cobre fuerza y se exceda por mucho del disfrute lógico y moderado. Si el siervo de Dios no tuviera que preocuparse por este aspecto, ¿por qué diría la Palabra de Jehová en Proverbios 23:20: “No llegues a estar entre los que beben vino en exceso, entre los que son comedores glotones de carne”? Ahora bien, ¿cómo podemos evitar este lazo?

18. ¿Qué examen de conciencia debemos hacernos referente a la comida y la bebida?

18 Dios no indica que su pueblo deba alimentarse con un régimen austero. (Eclesiastés 2:24, 25.) No obstante, tampoco aprueba que convirtamos la comida y la bebida en el tema que domine nuestros planes y conversaciones. Bien pudiéramos preguntarnos: ‘¿Me suelo entusiasmar de manera exagerada cuando hablo de una comida que he tenido o voy a tener?’. ‘¿Saco siempre a colación el alimento y la bebida en mis conversaciones?’ Otro indicador pudiera ser cómo reaccionamos cuando tomamos una comida que no hemos preparado o pagado nosotros, quizás cuando nos han invitado en una casa o cuando hay comida disponible en una asamblea cristiana. ¿Pudiera ser que tendiéramos a comer mucho más de lo habitual? Recordemos que Esaú permitió que la comida se convirtiera en algo demasiado importante para él, lo que le perjudicó de manera irreversible. (Hebreos 12:16.)

19. ¿Cómo puede convertirse en un problema la avidez de placer sexual?

19 Pablo nos ayuda a distinguir otro lazo: “Que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal como es propio de personas santas”. (Efesios 4:17-19; 5:3.) No cabe duda de que podemos llegar a tener avidez de placer sexual. Por supuesto, este placer tiene su debido lugar en la vida conyugal. El estrecho cariño que va unido a este goce contribuye a que marido y mujer vivan el uno para el otro durante muchos años de matrimonio. Sin embargo, pocos negarán que el mundo actual concede una importancia desorbitada al erotismo, y presenta como normal lo que no es sino un reflejo de la avidez que mencionó Pablo. Este enfoque erróneo del disfrute sexual lo adopta fácilmente el que se expone a la inmoralidad y el nudismo habituales en muchas películas, vídeos, revistas y centros de diversión.

20. ¿De qué manera muestra el cristiano que tiene conciencia del peligro de la avidez en las relaciones sexuales?

20 El relato del pecado que cometió David con Bat-seba indica que el siervo de Dios puede caer en el lazo de la avidez sexual. Aunque David era libre de hallar placer en su matrimonio, permitió que se intensificara el deseo erótico ilícito. Al observar la hermosura de la esposa de Urías, dio rienda suelta al pensamiento —que llevó a cabo— de gozar ilícitamente con ella. (2 Samuel 11:2-4; Santiago 1:14, 15.) Ciertamente tenemos que rehuir este tipo de avidez. Conviene evitarla incluso dentro del matrimonio, lo que incluye rechazar las prácticas sexuales extremadas. El esposo que está resuelto a evitar la avidez en este campo tendrá verdadero interés en su cónyuge, de modo que las decisiones referentes a planificación familiar que ambos adopten no antepongan el disfrute del marido a la salud presente o futura de la esposa. (Filipenses 2:4.)

Sigamos resueltos a evitar la avidez

21. ¿Por qué no debe desanimarnos este estudio de la avidez?

21 Jehová no nos advierte o avisa porque desconfíe de nosotros. Sabe que sus fieles siervos desean servirle con lealtad, y confía en que la gran mayoría lo seguirá haciendo. Del colectivo de su pueblo puede decir algo semejante a lo que dijo a Satanás con respecto a Job: “¿Has fijado tu corazón en mi siervo Job, que no hay ninguno como él en la tierra, un hombre sin culpa y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?”. (Job 1:8.) Nuestro cariñoso Padre celestial confía en nosotros y nos avisa de los lazos peligrosos, como los de los diversos tipos de avidez, porque desea que sigamos inmaculados y le seamos fieles.

22. ¿Qué debemos hacer si durante el estudio vemos que tenemos algún punto débil o peligroso?

22 Todos hemos heredado la tendencia a la avidez, y puede que el influjo de este mundo malvado la haya acrecentado. Si en el transcurso de este estudio sobre la avidez —de riqueza, posesiones, poder y autoridad, comida o placer sexual— nos encontramos algún punto débil, ¿qué debemos hacer? Tomar en serio el consejo de Jesús: “Si en cualquier tiempo tu mano te hace tropezar, córtala; mejor te es entrar manco en la vida que con dos manos irte al Gehena”. (Marcos 9:43.) Hagamos los cambios de actitud o intereses que sean precisos. Evitemos el lazo mortal de la avaricia. De este modo, con la ayuda de Dios, podremos ‘entrar en la vida’.

¿Qué he aprendido?

◻ ¿Por qué debe preocuparnos el lazo de la avidez?

◻ ¿De qué maneras puede entramparnos la avidez de riqueza y posesiones?

◻ ¿Cómo pudiera ser la avidez un peligro grave en otros ámbitos de la vida?

◻ ¿Cuál debe ser nuestra actitud con respecto a debilidades que tengamos debido a la avidez?

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