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  • Las familias con hijastros pueden tener éxito
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1999
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1999
w99 1/3 págs. 4-7

Las familias con hijastros pueden tener éxito

¿PUEDEN TENER ÉXITO LAS FAMILIAS CON HIJASTROS? SÍ, ESPECIALMENTE SI CADA uno de los miembros recuerda que “toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia” (2 Timoteo 3:16). Cuando todos aplican los principios bíblicos, el éxito está prácticamente asegurado.

La cualidad fundamental

En la Biblia solo hay unas cuantas leyes que rigen las relaciones humanas. Las Escrituras animan en particular a cultivar buenas cualidades y actitudes que nos permitan actuar con sabiduría. Estas buenas actitudes y cualidades constituyen el fundamento de una vida de familia feliz.

Puede parecer obvio, pero de todos modos vale la pena decir que la cualidad básica para el éxito de la familia es el amor. El apóstol Pablo dijo: “Sea su amor sin hipocresía. [...] En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros” (Romanos 12:9, 10). La palabra “amor” se utiliza a la ligera muchas veces; sin embargo, la cualidad a la que Pablo se refirió en este texto es especial. Es un amor piadoso que “nunca falla” (1 Corintios 13:8). La Biblia lo describe como una cualidad altruista y lista para servir. Busca activamente el bien ajeno. Es paciente y bondadoso, no es celoso ni se vanagloria ni se hincha. No busca sus propios intereses. Siempre está dispuesto a hacer concesiones, a esperar y aguantar lo que venga (1 Corintios 13:4-7).

El amor verdadero ayuda a suavizar las diferencias y a unir a las personas de distinta educación y forma de ser. Y ayuda a contrarrestar los abrumadores efectos del divorcio o la muerte de un padre biológico. Un hombre que ahora es padrastro explica sus verdaderos problemas: “A menudo me preocupaban tanto mis propios sentimientos que no podía pensar en las emociones de mis hijastros, y ni siquiera en las de mi esposa. Tuve que aprender a ser menos sensible. Más importante aún, tuve que aprender a ser humilde”. El amor le ayudó a efectuar los cambios necesarios.

El padre biológico

El amor puede ayudar a manejar la relación de los hijos con su padre biológico, ahora ausente. Un padrastro reconoce: “Quería tener el primer lugar en el afecto de mis hijastros. Cuando visitaban a su padre biológico, me resultaba difícil resistir la tentación de criticarlo. Cuando regresaban después de haber pasado un día agradable con él, me sentía muy mal. Cuando no pasaban un buen día, me alegraba. En realidad, tenía miedo de perderlos. Una de las cosas más difíciles para mí fue reconocer y aceptar la importancia del papel que desempeña el padre biológico en la vida de mis hijastros”.

El amor genuino ayudó a este padrastro a enfrentarse al hecho de que no era realista esperar amor “instantáneo”. No debió sentirse rechazado cuando los niños no le aceptaron de inmediato. Reconoció que posiblemente nunca llegaría a reemplazar al padre biológico en el corazón de sus hijastros. Estos habían conocido a su padre desde el principio de su vida, mientras que el padrastro era un recién llegado que debía ganarse el amor de sus hijastros. La investigadora Elizabeth Einstein refleja una experiencia general al decir: “Al padre biológico no se le puede reemplazar nunca, nunca. El padre que ha muerto o que ha abandonado a sus hijos conserva un lugar importante en la vida de estos”.

La disciplina, un asunto delicado

La Biblia indica que la disciplina amorosa es esencial para los jóvenes, incluidos los hijastros (Proverbios 8:33). Muchos profesionales empiezan a concordar con la postura bíblica a este respecto. La profesora Ceres Alves de Araújo dijo: “Por naturaleza, a nadie le gustan los límites. Pero son necesarios. ‘No’ es una palabra protectora”.

Sin embargo, en la familia mixta los puntos de vista sobre la disciplina pueden ocasionar serios problemas. Los hijastros han sido moldeados en parte por un adulto que ahora está ausente. Es probable que tengan hábitos y costumbres que molesten al padrastro. Y probablemente no entiendan por qué le molestan tanto ciertos asuntos. ¿Cómo afrontar esta situación? Pablo exhorta a los cristianos a que ‘sigan tras [...] el amor, el aguante, la apacibilidad de genio’ (1 Timoteo 6:11). El amor cristiano ayuda tanto al padrastro como a los hijos a ser mansos y pacientes mientras se van conociendo. Si el padrastro es impaciente, ‘la cólera, la ira y el habla injuriosa’ pueden arruinar rápidamente la relación que se ha establecido (Efesios 4:31).

El profeta Miqueas nos ayuda a entender mejor este asunto. Dijo: “¿Qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?” (Miqueas 6:8). La justicia es fundamental cuando se disciplina. Pero ¿qué puede decirse de la bondad? Un anciano cristiano relata que solía serle difícil levantar a sus hijastros el domingo por la mañana para que participaran en las actividades de la congregación. En vez de reñirlos, los trató con bondad. Se levantaba temprano, preparaba el desayuno y luego les llevaba a todos una bebida caliente. El resultado fue que los niños se sintieron mucho más inclinados a hacerle caso cuando les pedía que se levantaran.

La profesora Ana Luisa Vieira de Mattos hizo el siguiente comentario de interés: “Lo importante no es el tipo de familia, sino la calidad de la relación. En mis estudios he observado que los jóvenes que tienen problemas de comportamiento proceden casi siempre de familias en las que hay una deficiente supervisión paterna y una carencia de reglas y de comunicación”. También dijo: “Nunca está de más recordar que la educación implica siempre la necesidad de decir no”. Además, los doctores Emily y John Visher dijeron: “Fundamentalmente, la disciplina solo funciona cuando a la persona que la recibe le importan las reacciones de la persona que la da, y su relación con ella”.

Estas observaciones hacen hincapié en la cuestión de quién debe administrar la disciplina en las familias mixtas. ¿Quién debe ser el que diga no? Después de hablarlo, algunos padres han decidido que al principio sea el padre biológico quien administre principalmente la disciplina, a fin de que el padrastro tenga tiempo de estrechar la relación con los hijos. Es mejor que estos se acostumbren a confiar primero en el amor del padrastro o la madrastra antes de recibir su disciplina.

¿Qué puede decirse en el caso particular del padrastro? ¿No indica la Biblia que el padre es el cabeza de familia? Efectivamente (Efesios 5:22, 23; 6:1, 2). Sin embargo, puede que el padrastro desee delegar la tarea de la disciplina por un tiempo, especialmente si implica castigo. Puede permitir que los hijos obedezcan ‘la ley de su madre’ mientras él coloca el fundamento para que ‘escuchen la disciplina de su [nuevo] padre’ (Proverbios 1:8; 6:20; 31:1). La experiencia demuestra que a la larga este proceder no contraviene el principio de la jefatura. Además, un padrastro dice: “Recordé que la disciplina incluye admonición, corrección y censura. Cuando esto se hace con justicia, amor y compasión, y los padres lo respaldan con el ejemplo, normalmente funciona”.

Los padres tienen que comunicarse

Proverbios 15:22 dice: “Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial”. En una familia con hijastros el habla confidencial, franca y calmada de los padres es fundamental. Una columnista del periódico O Estado de S. Paulo dijo: “Los hijos acostumbran a someter a prueba los límites que fijan los padres”. Esto puede ser especialmente cierto en las familias mixtas. Por tanto, los padres tienen que llegar a un acuerdo sobre diferentes asuntos para que los niños vean que están unidos. Pero, ¿y si el padrastro, o la madrastra, actúa de manera que le parece injusta a la madre, o al padre, de los niños? En ese caso, ambos deben resolver la cuestión en privado, no delante de estos.

Una madre que volvió a casarse relata: “Lo más difícil para una madre es ver al padrastro disciplinando a sus hijos, especialmente si le parece que actúa con dureza o que no es del todo justo. Le duele en el corazón y quiere defender a sus hijos. En esos casos se le hace difícil mantenerse sujeta al esposo y apoyarlo.

”Una vez, mis dos hijos, de 12 y 14 años, pidieron permiso a su padrastro para hacer algo. Él les dijo inmediatamente que no, y salió de la habitación sin darles oportunidad de explicarle por qué era importante para ellos lo que pedían. Los chicos estaban a punto de llorar, y yo me quedé sin palabras. El mayor me miró y me dijo: ‘Mamá, ¿has visto lo que ha hecho?’. Contesté: ‘Sí, lo he visto. Pero aún es el cabeza de la casa, y la Biblia nos enseña a respetar la jefatura’. Fueron buenos chicos, y concordaron con lo que les dije y se calmaron un poco. Esa misma noche le expuse a mi esposo lo que pensaba, y se dio cuenta de que había sido demasiado autoritario. Fue enseguida a la habitación de los chicos y se disculpó.

”Aprendimos mucho de aquel incidente. Mi esposo aprendió a escuchar antes de decidir. Yo aprendí a apoyar el principio de la jefatura, aun cuando sea doloroso. Los chicos aprendieron la importancia de estar en sujeción (Colosenses 3:18, 19). Y la disculpa sincera de mi marido nos enseñó a todos una importante lección de humildad (Proverbios 29:23). Hoy mis dos hijos son ancianos cristianos de congregación.”

Se cometerán errores. Los hijos dirán o harán cosas que duelen. Las presiones del momento harán que los padrastros actúen de manera irrazonable. Sin embargo, palabras sencillas como: “Lo siento, perdóname por favor”, pueden contribuir mucho a la curación de las heridas.

Cómo fortalecer la unidad de la familia

Toma tiempo cultivar una relación afectuosa en una familia mixta. Si usted es padrastro o madrastra, tenga empatía. Sea comprensivo, y pase tiempo con sus hijastros. Juegue con los más pequeños. Prepárese para conversar con los mayores. Busque oportunidades para pasar tiempo juntos. Por ejemplo, invítelos a participar en las tareas domésticas, como preparar la cena o limpiar el automóvil, o a que le acompañen al mercado. Además, pequeñas muestras de afecto pueden demostrar el amor que les tiene. (Obviamente, los padrastros deben mantener las distancias para que sus hijastras no se sientan incómodas. Y las madrastras deben recordar que los chicos también necesitan su intimidad.)

Las familias con hijastros pueden tener éxito. Muchas lo tienen. Las más felices son aquellas en las que todos los implicados, especialmente los padres, cultivan actitudes correctas y expectativas realistas. El apóstol Juan escribió: “Amados, continuemos amándonos unos a otros, porque el amor es de Dios” (1 Juan 4:7). En efecto, el amor sincero es el verdadero secreto de la felicidad en las familias con hijastros.

[Ilustraciones de la página 7]

LAS FAMILIAS FELICES CON HIJASTROS

estudian juntos la Palabra de Dios

conversan

pasan tiempo unos con otros

trabajan juntos

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