¿Cómo considera usted los asuntos confidenciales?
1 Como cristianos podemos disfrutar de considerar muchas cosas excelentes... puntos bíblicos, experiencias, asambleas. No obstante, la Biblia muestra que es necesario ejercer gobierno de uno mismo con respecto a las cosas de las cuales hablamos. (Sal. 34:13; Pro. 10:19) Por ejemplo, no querríamos esparcir calumniosamente algún habla perjudicial o ser una persona que sin hacer distinción revela todo lo que oye.—Pro. 20:19; La Atalaya del 15 de septiembre de 1971, págs. 574-576.
2 Nosotros somos personas francas y honradas, no nos inclinamos a ocultar las cosas sospechosamente. Pero algunos asuntos son confidenciales y no debemos hablar de ellos sin autorización.
3 ¿Cuáles son algunas zonas en las que esto es así? La familia: En la intimidad de su familia puede que usted se entere de la debilidad de algún miembro de la familia o de planes privados. Sin embargo, el esposo, la esposa y los hijos no deben conversar públicamente acerca de todo lo que le sucede a la familia o todo lo que ésta planea. (Sal. 50:20) Un aspecto del amor familiar es que los miembros de la familia sean confiables. Esto es algo que los padres pueden ayudar a los hijos a aprender. El empleo: El revelar los detalles o planes comerciales de su patrono podría ocasionar daño financiero a éste. La congregación: Los ancianos no revelan a nadie los problemas que ellos tratan, pues si alguien confía a un anciano un problema espiritual o familiar y él habla de éste públicamente, otros pudieran vacilar en cuanto a buscar la ayuda de cualquier anciano. (Sant. 5:13-16) Aun si, por curiosidad, su esposa o hijos le preguntaran, un anciano no debe revelar los asuntos confidenciales de la congregación. De ese modo él no carga a su familia con la responsabilidad de guardar en secreto estos asuntos de la congregación.
4 Teniendo este punto de vista respecto a los asuntos confidenciales, podemos concentrarnos en habla que sea edificante y útil.—Pro. 25:9; 16:13.