El dar a luz... ¿tiene que ser tan doloroso?
“DESPUÉS de veinte horas de estar de parto, sola y aterrada en mi primera experiencia de dar a luz, me volví hacia la pared y juré que si salía viva de ‘esto’ nunca volvería a hacerlo. Más tarde, en la sala de maternidad, nosotras las madres, en batas, nos decíamos unas a otras que nuestro parto había sido ‘excelente.’ Simplemente no había lenguaje familiar con el cual describir la inmensidad de la experiencia estremecedora por la cual acabábamos de pasar, de modo que lo dejamos todo sin decir.”
Así describió una madre su primera experiencia de dar a luz. Afortunadamente, no todas las madres experimentan esto con tal horror. Pero casi todas concuerdan con esto: el dar a luz es doloroso. Esto se comprende cuando se considera lo que acontece en el cuerpo cuando una criatura nace.
¿Por qué tan doloroso?
El dar a luz es una de las funciones más intensas y complejas que realiza el cuerpo humano. Tiene que ser así para que se fuerce a través del angosto y sensible conducto cervical de la madre, o el canal del parto, sin percance, la salida de una “masa” viviente que pesa aproximadamente lo mismo que una cabeza o cogollo de col, y que tiene cuatro extremidades. A veces dos o más criaturas pueden salir en el mismo alumbramiento.
Por lo general el verdadero dolor empieza con una serie de pesadas contracciones musculares en la matriz. El niño pasa primero de la matriz al estrecho extremo inferior de la matriz. Para que pueda seguir progresando, es preciso que la “boca” de la matriz se abra hasta aproximadamente el ancho del puño de un hombre. Esto afecta la densa red de nervios sensorios que se hallan en el extremo inferior de la matriz, y causa dolor. Si las contracciones son demasiado débiles para abrir la “boca” de la matriz, se prolonga el parto y éste puede ser muy angustioso.
Cuando la “boca” se ha abierto hasta su punto máximo, al niño se le hace salir por fuerza a la estrecha vagina. La madre tiene que ejercer intensa presión para forzar al bebé por este pasaje y expulsarlo a presión por los sensibles órganos genitales externos. A veces hay que emplear fórceps o una ventosa para sacar al niño.
Ciertamente esto parece doloroso. Pero, ¿realmente tiene que ser tan doloroso?
Drogas para aliviar el dolor
En la actualidad a la mayoría de las mujeres que dan a luz en los hospitales se les trata con drogas que alivian el dolor. En los Estados Unidos el 95 por ciento de todas las embarazadas reciben alguna.
El “gas hilarante” se ha empleado por mucho tiempo para aliviar el dolor, y todavía se utiliza en muchos lugares. Tiene un efecto relajante sobre el centro nervioso del cerebro. Por lo general las parturientas reciben barbitúricos, tranquilizantes y analgésicos en las primeras etapas del parto para librarlas de tensión y amortiguar los dolores de parto.
El deseo de evitar los efectos deprimentes de los narcóticos y otros efectos secundarios de drogas de esa clase, y el deseo de mantener a la madre alerta y en actitud cooperativa durante el parto, han hecho popular la anestesia regional. En ésta, por la inyección de calmantes se provoca el bloqueo de los nervios sensorios en el canal de parto de la madre. A veces se recurre a la anestesia general, lo cual pone en inconsciencia a la madre.
Aunque en muchos casos se ha hallado provechoso y tal vez necesario emplear medicamentos que mitigan el dolor, en los últimos años miembros de la profesión médica han estado prestando cada vez más resistencia al empleo de esos medicamentos sin restricción. Una fuerte señal de advertencia vino en 1978. Dos estadounidenses, especialistas en el desarrollo de infantes y niños, Yvonne Brackbill, de la Universidad de Florida, y Sarah Broman, de los Institutos Nacionales de Salud, analizaron un estudio que abarcó a 50.000 niños a los cuales se tuvo bajo observación desde antes de nacer hasta la edad de siete años. Un informe sobre esto en el Post de Washington dijo lo siguiente: “Durante el primer año de vida, los bebés cuyas madres habían recibido medicamentos obstétricos tendieron a estar atrasados o sufrieron daño en el desarrollo físico en cuanto a poder sentarse, pararse o moverse de un lugar a otro. Mostraron retraso respecto a cesar de responder, como el poder dejar de llorar cuando se les consolaba.”
El informe también declaró que el comportamiento de los niños quedó afectado hasta la edad de por lo menos siete años, y como razón de ello se dio lo siguiente: “Las drogas que se dan durante el parto y el momento de dar a luz atraviesan la placenta rápidamente y con facilidad llegan al cerebro del feto. . . . El hígado y los riñones del recién nacido, que normalmente descomponen las drogas y las excretan, no están en pleno funcionamiento al tiempo del nacimiento.” Sin embargo, no toda autoridad conviene en que existan estos peligros. Algunos investigadores dicen que, “si las drogas se escogen con cuidado, y si la dosis y el tiempo de administrarlas se controla cuidadosamente, entonces en casi todo caso las consecuencias para el infante son mínimas.”
Aunque algunas mujeres prefieren dar a luz con más comodidad y menos ansiedad y por eso toman calmantes, muchas optan por dar a luz sin intromisión. Quieren experimentar este maravilloso acontecimiento en su totalidad. “Ha habido mujeres que han dicho que no querían ser espectadoras drogadas al tiempo en que nacieran sus propios hijos,” comentó un columnista. Sin embargo, hay otros tratamientos, aparte de las drogas, que pueden mitigar el dolor.
Deje de inquietarse
La investigación ha revelado que las circunstancias físicas, como el tamaño del niño o la anchura del conducto cervical, no son los únicos factores que determinan el grado del dolor. Es importante considerar la condición física de la mujer, pero la inquietud también está envuelta en esto y no es factor de poca monta. “Las mujeres, que durante su preñez han temido mucho el dar a luz, describen . . . el alumbramiento como más doloroso que las que esperaban la experiencia de dar a luz con un sentido de más seguridad,” dice el Dr. Nils Uddenberg, investigador sueco de la Universidad de Lund, quien por años ha estudiado las experiencias y actitudes de las embarazadas.
Según este investigador, en esto está envuelta la relación entre la angustia y el dolor. La angustia aumenta el dolor, y tanto la angustia como el dolor causan tensión muscular. A menudo la mujer que se halla inquieta o preocupada despliega extremada tensión durante el parto. Esto le impide tranquilizarse y recobrar la fuerza entre los dolores de parto.
Por eso, para aliviar a la mujer de sus dolores de parto, hay que reducir su angustia. El conocimiento proporciona seguridad. Si ella recibe buena información de antemano respecto a lo que está aconteciendo en su cuerpo durante el parto, aceptará la parte que le atañe y cumplirá con ella con más inteligencia, pues estará más libre de tensión y será menos sensible al dolor. Muchos hospitales de maternidad proporcionan esta información.
La postura de la madre durante el parto también ha sido tema de investigación.
¿Acostada o sentada?
El profesor Roberto Caldeyro-Barcia, sicólogo obstétrico de Uruguay, que ha dedicado 30 años a la investigación y desarrollo de algunos de los métodos técnicos más perfeccionados con relación al parto, ha descubierto que el método empleado en la antigüedad, el de que la mujer estuviera sentada, es más rápido, más fácil y más natural que el de que la mujer esté acostada durante el parto. Un informe de sus hallazgos, que se publicó en el periódico británico The Guardian del 24 de diciembre de 1979, dice que él sostiene que el que la mujer esté acostada impide la circulación de la sangre y el suministro de oxígeno al feto.
El informe declara: “Caldeyro-Barcia ha hallado que en los embarazos clasificados como de poco riesgo (el 80 por ciento de todos) se consiguieron los mejores resultados cuando a las mujeres, a quienes se había dicho lo que acontece durante el parto, se les permitió dar a luz sin intromisión... nada de drogas, ninguna ruptura artificial de membranas, nada de acostarse en cama, sino moverse (de modo que la madre podía sentarse o hasta andar según deseara), y la última etapa del parto se consumaba con la madre sentada, y con el padre y la familia presentes. Caldeyro-Barcia descubrió que, para las primerizas, las primeras fases del parto fueron un 36 por ciento más cortas y, para todos los partos, 25 por ciento más cortas.”
Según lo que la Biblia dice en Éxodo 1:16, los asientos para parto ya se empleaban en el antiguo Egipto, y hay muchos lugares del mundo donde todavía se emplean ampliamente, como en el Brasil. Según un investigador, fue un tocólogo francés, François Mariceaux, quien, en 1738, impuso la posición horizontal, y el uso de ésta se extendió rápidamente por toda la Tierra. Pero a veces los resultados dejan mucho que desear.
Kerstin, una señora de Suecia de 32 años de edad, relata lo siguiente acerca de su quinto parto: “Fue sumamente difícil. Estuve en cama y me dieron algunas píldoras. Los dolores premonitorios de mi parto duraron 36 horas. Las contracciones finales siguieron por un tiempo bastante largo, pero el nene no se movía. Había quedado encajado en mí en alguna posición inconveniente. Cuando todos salieron del cuarto en busca de un momento de descanso, se me ocurrió la idea de la gravitación y me dije: ‘Voy a hacerlo a la antigua.’ Me puse de pie y sentí que el bebé cayó un poco. El personal entró apresuradamente, y después de tres fuertes contracciones nació mi hijito.”
Una bienvenida al bebé
La actitud de la madre respecto al infante y a las consecuencias de darlo a luz también pueden determinar cuánto dolor ella sentirá. La embarazada debe desear tener el niño y debe alegrarse por su venida. Una madre bonita de 19 años de edad dijo: “Durante el entero período de mi preñez y parto me parecía que mi niño iba a despojarme de mi carrera, de mi libertad y de toda diversión en la vida.” Sufrió atrozmente al dar a luz. Una semana después, sonriente y rebosando de felicidad, dijo, a la vez que besaba a su hijo después de casi toda palabra: “¡Quisiera haberme sentido así para contigo desde el principio!” ¡Cuánto sufrimiento se hubiera ahorrado!
Otros factores que también pueden influir en el dolor que la madre siente durante el parto son su relación con el padre del niño, la situación social de ella y su edad. A este respecto el investigador Nils Uddenberg comentó lo siguiente: “En algunos de los partos más horribles que he presenciado o las madres eran muy jóvenes y vivían en circunstancias inseguras y había dificultades sicológicas, o las parturientas ya no eran muy jóvenes y abrigaban sentimientos muy divididos respecto a la maternidad a su edad.”
Esto sugiere que mientras más ame la madre al bebé que viene, más aprecie el llegar a ser madre, y mejores sean las relaciones entre ella y su familia, más confianza y felicidad sentirá durante las etapas del parto. Esto, a su vez, puede estimular el cuerpo de ella a producir en cantidad generosa sus propios analgésicos naturales. Hace algún tiempo se anunció el siguiente descubrimiento excitante en un informe de la Prensa Unida Internacional: “Algunas mujeres pueden estar libres de tensión y en un estado casi eufórico durante el parto porque su cuerpo está produciendo una ‘hormona de felicidad,’ dice un investigador de Seattle. El Dr. J.C. Houck, bioquímico y director del Centro de Investigación Virginia Mason, dijo que la hormona es beta endorphine, la cual fue descubierta en 1976. Houck dijo que ha descubierto que la hormona está presente en la placenta humana y en el páncreas.”
También es sabido que la felicidad y otras experiencias de fuertes emociones positivas afectan la producción de hormonas procedentes de la glándula pituitaria en el cerebro, como la hormona oxitocina, que es muy importante para estimular un parto eficaz.
La destreza infunde confianza
Si la persona que atiende a la madre es tanto amable como experimentada, esto puede ser muy provechoso para la madre. “Nada más entró la mujer amigable vestida de blanco, con cabello entrecano, y me tocó la frente fría y sudorosa con su mano afectuosa y suave, y me sentí descansada y cómoda. Sabía que era una mano diestra que tenía muchos años de experiencia en los partos.” Así se expresó acerca de su partera una joven madre justamente antes de dar a luz. La destreza infunde confianza.
El investigador Nils Uddenberg dice: “Para la madre que está dando a luz, la partera es la fuente natural de seguridad. Representa conocimiento y experiencia. . . . Por eso es esencial que se tenga una buena relación con la partera para que haya un ambiente cómodo durante el parto.”
Por supuesto, es preciso reconocer que en algunos lugares rigen requisitos legales que hay que satisfacer antes que alguien pueda servir de partera. La debida aplicación y observancia de estos requisitos puede ser una protección para todos los que tengan que ver con el alumbramiento.—Rom. 13:1-5.
¿En el hospital, o en el hogar?
Muchos científicos también afirman que el ambiente influye en la experiencia que la madre tiene al dar a luz. Últimamente ha sido tema de viva discusión si es la casa de maternidad o el hogar el mejor lugar donde dar a luz. Muchos insisten en que un ambiente natural, afable y de aspecto hogareño es muy importante para la madre y el niño. Según ellos, muchos hospitales no pueden suministrar esto, y por eso recomiendan que los partos se realicen en casa. En la parte pobre del mundo para muchas mujeres no hay alternativa... el hogar es el único lugar. En la parte rica del mundo hay una tendencia hacia más partos en la casa. En los Estados Unidos los partos en casa actualmente representan el 2 por ciento de todos los partos.
Una madre dijo en una conferencia sobre el dar a luz: “Hace cinco años tuve mi primer parto en casa. Fue una experiencia enteramente diferente del nacimiento de mi primer hijo, al cual di a luz en un hospital. En el hogar una está en su elemento y todo está a favor de una. La familia está envuelta en el acontecimiento y el nacimiento es una experiencia emocional, no médica.”
Muchos presentan el argumento de que el hospital es el lugar más seguro. Se puede dar ayuda capacitada con rapidez cuando surgen problemas, y a veces esto es muy importante. Pero algunos declaran que no todos los hospitales son tan seguros. El Dr. Mendelsohn dice en un libro sobre el cuidado médico: “La sala pediátrica y la de los recién nacidos son los lugares más expuestos al esparcimiento de infecciones. Es un secreto bien guardado en los hospitales que el lugar más peligroso del hospital —en lo que tiene que ver con los pacientes— es la sala de los recién nacidos, donde ninguno de los pacientes (especialmente aquellos a quienes se niega la transferencia de inmunidad por la lactancia materna) ha desarrollado su inmunidad contra los gérmenes.”
Sea cual fuere el caso en cuanto a la seguridad —un factor que no debe descuidarse— los experimentos han demostrado que las madres que dan a luz en casa, o en una sala de parto que tiene aspecto de hogar, pueden librarse de tensiones con más facilidad, y por lo tanto sienten menos dolor. En 1974 el médico francés Frédérick Leboyer empezó sus sobresalientes experimentos con los llamados partos suaves en salas de parto de aspecto hogareño, quietas y de luces suaves, y donde se daba el infante a la madre inmediatamente después de nacer. Según un informe basado en 120 de estos partos, las madres describieron la experiencia como “extraordinaria, maravillosa y fantástica.” Todas estas madres quisieran volver a dar a luz de la misma manera.
En muchos lugares el dar a luz sigue convirtiéndose en asunto de familia. En muchos casos la madre se siente más cómoda con su esposo presente para ayudarle durante el parto. Algunos hospitales, en un esfuerzo por hacer que toda la experiencia sea menos dramática y más natural, hasta permiten que los hijos de más edad estén presentes. A una niña de ocho años de edad se le preguntó, después de haber visto a su madre dar a luz a su hermanito, si a ella le gustaría tener un bebé. “Sí,” dijo sin vacilar, pero luego añadió: “si no decido hacerme bailarina.”
“Con dolores de parto darás a luz hijos,” dijo el Creador a la primera mujer que hubo en la Tierra, según el primer libro de la Biblia. (Gén. 3:16) Esto ciertamente ha resultado cierto durante toda la historia. Debido a la imperfección humana, el dar a luz es doloroso. Pero no al grado de ser insoportable. Si la embarazada disfruta de una relación limpia y amorosa con su esposo y familia, si cultiva los sentimientos correctos para con el niño que viene, aprende a cooperar con su propio cuerpo, recibe ayuda diestra y bondadosa antes y durante el parto, si se le permite dar a luz en un ambiente quieto y feliz y, sobre todo, si confía en el maravilloso Creador de la vida, entonces está bien equipada para dar a luz con el menor dolor posible en la actualidad.
[Ilustraciones en la página 25]
Desarrollo
[Ilustraciones en la página 27]
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