El alto precio de las EV
SE INTERNÓ a un bebé de 19 días en un hospital de Atlanta, Georgia. La niña no había estado comiendo bien, estaba letárgica y le salía una supuración amarillenta de su ojo izquierdo.
Los médicos hicieron esfuerzos estrenuos para ayudar al bebé con antibióticos; pero continuaba empeorando. ¿Qué estaba mal?
Se dedicaron más de dos semanas a la investigación de la causa de la enfermedad de la niña. Finalmente los médicos descubrieron una infección causada por un virus... el tipo 2 del herpes simple, una forma de enfermedad venérea (EV). El bebé ahora está en un hogar para niños que padecen de lesiones cerebrales.
Las EV se han convertido en una palabra de uso diario para millones de personas por todas partes del mundo. El Dr. Ralph Henderson, quien encabeza la rama de EV del Centro para el Control de las Enfermedades de los Estados Unidos, explica que: “Después del resfriado común, las EV son nuestra enfermedad más contagiosa.”
¿Qué son las enfermedades venéreas? ¿Cuán serias son? ¿Hay algún medio razonablemente seguro para evitar las EV?
Por EV se puede referir a cualquiera de varias enfermedades contagiosas. Las más corrientes son la sífilis y la gonorrea. ¿Por qué se denominan “venéreas” estas enfermedades?
La Encyclopædia Britannica (edición de 1974) contesta: “Las enfermedades venéreas están ligadas no debido a la similitud de los agentes causantes, reacción de los tejidos, y los síntomas que producen, sino debido a que el medio principal de transmisión de cada enfermedad es por medio de la relación sexual, como está implicado en su nombre genérico, venérea, que se deriva del nombre de la diosa del amor, Venus.”
“Es como pelear una guerra”
Las enfermedades venéreas se han difundido rápidamente en los últimos años. Con respecto a la gonorrea en los Estados Unidos, el número de abril de 1974 de Life and Health mencionó: “Cada 16 segundos ocurre un nuevo caso, 7.000 al día. ¡Eso es 2,5 millones al año!” Y la sífilis está creciendo a un promedio de unos 85.000 nuevos casos por año. Un estudio iniciado por el gobierno de los Estados Unidos denominó a las EV como la “epidemia más grande y de mayor crecimiento” en el país.
Las EV no respetan ni siquiera la edad. Aunque los adolescentes y las personas en su tercera década de la vida componen la gran mayoría de los que padecen de esto, se informa de algunos casos entre personas de más de 60 años. Y hasta aflige a los muy jóvenes. Life and Health, que se citó anteriormente, señala: “¡En una ciudad oriental se informa que de 13.000 casos anuales de gonorrea 50 sucedieron entre niños de menos de 10 años de edad!”
Los esfuerzos para controlar las EV con penicilina y otros antibióticos han sido desilusionadores. El Dr. Ralph Henderson se lamenta: “Está fuera de nuestro alcance. Cuanto más duro trabajamos, más casos hallamos. Es como pelear una guerra.”
¿Por qué tantas EV?
¿Qué es responsable del enorme aumento de las enfermedades venéreas en los últimos años? El escritor Douglas Colligan señala en Science Digest de junio de 1973: “Las respuestas varían según a quién se interrogue, pero la respuesta propuesta más popular es ‘las tres P’... la pastilla, la promiscuidad y el permiso.”
La naturaleza sumamente contagiosa de las enfermedades venéreas contribuye a su rápido esparcimiento. Una carta que recibió un médico y periodista indica cuán fácilmente puede llegar uno a contagiarse:
“Soy una joven de 18 años. En un examen físico y análisis de sangre preuniversitario se ha detectado que tengo una EV. Todavía estoy en estado de choque. No sé cómo puedo haber contraído esto. Un beso de despedida ha sido lo más que he permitido que me tocara un muchacho, mucho menos tener contacto sexual con alguien.”
El médico replicó que los gérmenes de la gonorrea y de la sífilis medran en los revestimientos (membranas mucosas) de las aberturas en el cuerpo humano, agregando: “La boca y los labios, por ejemplo, son aberturas, y un revestimiento infectado (por ejemplo una pequeña e indolora llaga sifilítica) puede transmitir la enfermedad por medio de un beso. ¿Lo comprende?”
Otro factor en la difusión de las EV es que a menudo las personas infectadas no muestran los síntomas; quizás ni siquiera sepan que tienen la enfermedad.
El alto precio de la sífilis
La Biblia declara directamente: “El que practica la fornicación está pecando contra su propio cuerpo.” (1 Cor. 6:18) El alto precio que pagan las personas que sufren de las enfermedades venéreas confirma ampliamente esa declaración. Por ejemplo, considere la sífilis.
La sífilis resulta de la infección producida por una “espiroqueta,” microscópica, un germen en forma de espiral o tirabuzón que se llama Treponema pallidum. Penetra en el cuerpo a través de roturas en la piel o por las membranas mucosas. A las pocas horas después de entrar la espiroqueta comienza a multiplicarse y se esparce a través de todo el cuerpo por medio de la sangre y de los sistemas linfáticos. Las autoridades médicas han definido tres etapas de la sífilis. Sin embargo, un “período de incubación” de diez días a diez semanas sigue frecuentemente a la infección antes que aparezca alguna evidencia de la enfermedad.
La primera indicación de la sífilis “primaria” es un “chancro,” una llaga abierta en el lugar donde penetró el germen. Por lo general ésta es indolora y a veces tan pequeña que pasa desapercibida. Sin tratamiento se sana solo en cosa de dos a seis semanas, lo que puede conducir a que la persona crea que todo va bien. Por lo general la sífilis en su etapa del chancro va acompañada por un ensanchamiento de los nódulos linfáticos cercanos.
Las señales de la sífilis “secundaria” aparecen de cuatro semanas a varios meses después de la aparición del chancro. La evidencia de esta etapa de la sífilis puede persistir desde unos pocos días hasta varios meses y entonces desaparece sin tratamiento. Aproximadamente la mitad de las personas infectadas desarrollan síntomas como dolores de cabeza, vagos dolores en los huesos y en las coyunturas y mal de garganta. También puede haber llagas en los órganos genitales y erupciones de la piel que no pican, así como alguna continuidad de los síntomas de la etapa primaria. El libro Preventive Medicine and Public Health explica:
“Otras manifestaciones más o menos corrientes de la sífilis secundaria son una clase de pérdida del cabello como apolillado del cuero cabelludo, inflamación externa o interna del ojo, dolor al mover los huesos, ictericia por la implicación del hígado, . . . y meningitis sifilítica con graves dolores de cabeza, convulsiones, sordera, parálisis parcial, y a veces coma.”
Aunque no todas las personas desarrollan estos síntomas graves, ¿le parece que querría arriesgarse a pagar este precio por unos pocos momentos de placer inmoral?
La etapa terciaria o “latente” de la sífilis es aun peor, aunque a veces los síntomas no aparezcan por años. En esta etapa según Life and Health, los gérmenes en forma de espiral “atacan el cerebro, causando la demencia; a la espina dorsal, paralizando porciones del cuerpo; al corazón o a los principales vasos sanguíneos, debilitándolos; o al nervio óptico, provocando la ceguera. ¡La víctima tan solo puede conjeturar si es que quedará tullida, paralizada, o demente! Muchas de estas personas morirán prematuramente.”
A menudo la sífilis no se puede detectar. Sus señales son tan parecidas a otras enfermedades que se le ha llamado “la gran imitadora.” Muchas personas no sospechan que tienen sífilis, y algunas a veces llegan a la etapa terciaria de esta enfermedad sin haber nunca exibido los síntomas externos de la sífilis primaria o secundaria. Las personas con sífilis ciertamente pagan un precio alto.
El precio de la gonorrea
La gonorrea resulta de la infección ocasionada por el Neisseria gonorrhoeae, que también se llama gonococo de Neisser, un organismo microscópico que frecuentemente se aloja en las membranas mucosas de los órganos reproductores. También, es sumamente contagiosa, y, al igual que la sífilis, la gonorrea a veces no manifiesta ningún síntoma. Se piensa que ahora unas 800.000 mujeres en los Estados Unidos son portadoras de gonorrea sin saberlo.
Para los que sí muestran los síntomas, la primera evidencia de la gonorrea puede ser dolor al orinar o un flujo de pus del órgano genital. En los hombres, la gonorrea afecta la uretra, el canal que transporta la orina desde la vejiga hasta el exterior del cuerpo. La gonorrea también implica los sacos que almacenan el esperma y puede, por lo tanto, producir esterilidad.
En las mujeres, esta enfermedad frecuentemente produce un gran absceso doloroso cerca de la abertura de la vagina. La gonorrea se esparce a los tubos uterinos y, aquí también, puede producir esterilidad. Durante un año reciente en solo un país se realizaron más de 100.000 histerectomías por condiciones directamente relacionadas con la gonorrea. Y también puede resultar en ceguera, enfermedad cardíaca, y artritis paralizadora. ¿Cree el lector que vale la pena pagar el alto precio de la gonorrea por unos pocos minutos de placer sexual?
Por supuesto, a muchas personas les parece que es fácil curarse de la gonorrea. Piensan que basta con una inyección de penicilina, y todo está bien. A esas personas, el Dr. Harold T. Hyman les da una seria advertencia:
“Los sabiondos de ambos sexos y de cualquier edad no se dan cuenta de que la gonorrea ya no se puede prevenir ni curar con seguridad por medio de las píldoras de sulfa que solían ser 100 por ciento eficaces. Muchas clases de gonococos se han hecho ‘rápidas,’ lo que significa que ahora resisten a las sulfas y/o a la penicilina. Los tratamientos personales quizás meramente encubran la infección y resulten en posteriormente transmitir al compañero de coito una clase de gonococos ‘resistentes al tratamiento.’”
Se informa ahora que aun la hepatitis de virus se puede transmitir sexualmente. Y en cuanto al herpes EV, que se mencionó al comienzo de este artículo, dos médicos escriben para un número de otoño de 1974 de una revista publicada por la Sociedad Norteamericana del Cáncer:
“Una revisión de la información sugiere que hay cierta relación entre el virus del tipo 2 del herpes simple y el desarrollo del cáncer cervical. Ciertamente, la evidencia reciente señala a una asociación más esparcida entre el herpes de virus y el cáncer.”
El alto precio que pagan otros
Sin embargo, las personas que ya tienen EV, no son las únicas que pagan el alto precio de éstas. Lo más grave es lo que pasa a menudo con los infantes recién nacidos y aun con los que todavía no han nacido.
Por ejemplo, una mujer con sífilis embarazada, puede transmitir la enfermedad al hijo que se desarrolla en su vientre. Esto puede resultar en un aborto espontáneo, un malparto, un feto que nace muerto, o un infante enfermo de muerte. Si el niño sobrevive, puede sufrir varias deformidades. “Estas incluyen,” según la Encyclopædia Britannica (edición de 1974), “engrosamiento de las espinillas, melladura de los dientes, derrumbe del puente de la nariz, y defectos en los ojos.” La sífilis congénita puede afectar al infante aun cuando la madre ya no puede transmitir la enfermedad por medio de las relaciones sexuales. Durante 1973 se informaron 3.000 casos de sífilis congénita en los Estados Unidos.
La gonorrea, aunque no se transmite durante el embarazo, puede infectar al infante al pasar por el canal de nacimiento. Esto puede hacer que el recién nacido desarrolle una grave inflamación de uno o de ambos ojos y de la delicada membrana que cubre los párpados. Y ya hemos visto los trágicos efectos de la EV producida por herpes en un infante recién nacido.
¿Se puede evitar pagar el precio?
El precio de las EV ciertamente es alto. Pero hay un modo razonablemente seguro de no pagar el precio. Sin embargo, no por medio de confiar en la penicilina u otras drogas. Se debe llegar a la causa principal de la transmisión de la enfermedad venérea. ¿Cómo?
Puesto que el llegar a infectarse de alguna otra manera aparte de la relación sexual es extremadamente raro, el derrotero más prudente es el que recomienda el Dr. Harold T. Hyman: “Evite la relación sexual promiscua.”
Pero ¿cómo puede uno seguir ese consejo en un mundo que pone tanto énfasis en “el sexo libre”? La Biblia ayuda por medio de señalar a la causa principal de los actos inmorales:
“De dentro, del corazón de los hombres, proceden razonamientos perjudiciales: fornicaciones, . . . adulterios, . . . conducta relajada . . . Todas estas cosas inicuas de dentro proceden y contaminan al hombre.”—Mar. 7:21-23.
Por lo tanto, el remedio es cambiar el modelo o patrón de pensar, rehacer los deseos de uno. A eso estimula la Biblia, al decir: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en lo que toca a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría.” (Col. 3:5) Esas cosas no deberían ‘ni siquiera mencionarse’ como tópicos de conversación entretenida entre personas que desean agradar a Dios.—Efe. 5:3.
Sin embargo, el motivo para ese cambio, no debería ser meramente el temor a las EV; tampoco debería ser sencillamente porque las personas que practican la inmoralidad sexual ‘no heredarán el reino de Dios.’ (1 Cor. 6:9) El motivo debe ser el que expresó el apóstol Pablo: “Porque esto es voluntad de Dios, . . . que se abstengan de la fornicación.” (1 Tes. 4:3) No es el temor a las consecuencias adversas, sino el amor a Dios y un deseo sincero de obtener su aprobación lo que ha ayudado a millones de personas por todo el mundo a limpiar su vida de la inmoralidad sexual. Puede hacer lo mismo por usted.
El precio de las EV es alto. Puede acarrear gran angustia física y mental y hasta ocasionar la muerte. Pero se puede hacer mucho para evitar pagar ese precio si se sigue el consejo de las Escrituras: “Sigan absteniéndose de . . . fornicación. . . . ¡Buena salud a ustedes!”—Hech. 15:29.