¿Vale la pena hacerse criminal?
“Nadie sale para cometer un delito porque esté hambriento hoy”, declaró el alcalde Koch, de la ciudad de Nueva York. “Entonces, ¿por qué comete una abrumadora cantidad de delitos la gente?” Siguió diciendo: “Porque hay más probabilidades de no ser atrapado que las de ganar en un hipódromo. Si se cometen 500.000 delitos graves o más, solamente 100.000 de ellos terminan en arrestos y solo 2 por 100 [de los delincuentes] van a la cárcel. Esas son [...] buenas probabilidades”.
POR supuesto, la opinión del alcalde Koch es solamente uno de los aspectos de un problema muy complejo... las causas del delito. No obstante, es un punto válido. Si los de la clase delincuente de cierto país creen que hay poca posibilidad de ser atrapados, es probable que continúen en su carrera lucrativa.
A menudo el motivo fundamental para cometer un delito es el deseo de tener dinero. Los bienes robados se convierten rápidamente en dinero efectivo. ¿Y cuál es una de las actividades que por sí solas envuelven el mayor flujo de dinero efectivo en el mundo hoy día? He aquí una clave: “Si hubiera una corporación que comercializara la cocaína hoy día en los Estados Unidos, sus $30.000 millones en ingresos anuales la colocarían en séptimo lugar entre las corporaciones [de la lista] Fortune 500” (The New York Times). ¡Y eso representa solamente una droga... la cocaína! Si pudiéramos juntar todo el dinero que circulara en todo el tráfico mundial de drogas, la cifra aturdiría la mente. El delito y las drogas están rindiendo grandes dividendos a personas por todo el mundo. Los que se han hecho millonarios mediante el tráfico de drogas están construyendo casas de campo costosas y hogares lujosos para sí. Para ellos, vale la pena hacerse criminal. Pero ¿cómo se salen con la suya?
¿Por qué florece el delito?
Entre las varias razones por las cuales florece el delito, hay una fundamental... un fallo en el sistema judicial de muchos países. ¿Cuál es? La Biblia declara: “Por cuanto no se ejecuta sentencia contra la obra mala muy en breve, por eso el corazón de los hijos de los hombres dentro de ellos está plenamente resuelto a hacer el mal” (Eclesiastés 8:11, Versión Moderna). Esa antigua máxima es tal vez hasta más verídica hoy día, cuando en muchas partes del mundo el lento proceso legal favorece al criminal. Un abogado de California declaró: “Una de las mejores defensas es la demora”. Los recuerdos se desvanecen y a veces la motivación para seguir el juicio disminuye debido a todas las dificultades que esto causa a las víctimas. (Véase la página 6, “El sistema de injusticia penal”.)
En el caso de muchos, el delito está produciendo beneficios... en gran cantidad. ¿Y quién paga por ello? Es el público en general, especialmente las personas que están en los niveles de ingresos más bajos de la sociedad y cuentan con menos protección. El senador estadounidense D’Amato declaró en una carta a sus compañeros neoyorquinos que se había registrado una “pequeña mengua en el índice de criminalidad”. Pero añadió: “Todavía cerramos bien nuestras puertas con pestillo. Todavía vivimos con miedo a salir de noche, incluso a la tienda de comestibles, a la iglesia o al templo. Cuando sí salimos, nos aseguramos de caminar por donde haya mucha gente y, cada vez más, nos aseguramos de llevar algo de dinero por si acaso nos asaltan. Hay muchísimas cosas por las cuales preocuparse ahora, cosas a las que nunca solíamos temer. A veces tenemos tanto miedo que llegamos a ser prisioneros, mientras que los que deberían estar encarcelados están libres”.
Pero ¿por qué recurren algunos al delito como modo de vivir? ¿Son la pobreza, el hambre y el desempleo las razones fundamentales?
[Recuadro en la página 6]
El sistema de injusticia penal
La siguiente comparación de los efectos que un delito grave tiene en el criminal y en la víctima se basa en una tabla publicada en el periódico The Daily Oklahoman, y preparada por el ministro de justicia de Oklahoma, Mike Turpin.
EL CRIMINAL
Puede elegir... cometer un delito grave, o no cometerlo.
Si comete el delito grave, puede: 1) ser atrapado y arrestado (posibilidad: aproximadamente 20 por 100 en los Estados Unidos); 2) no ser atrapado y probablemente siga una vida criminal.
El arresto
1. Hay que informarle sus derechos.
2. Si resulta herido durante la comisión del delito grave o durante su arresto, recibe de inmediato asistencia médica.
3. Se le provee un abogado si no tiene los medios para conseguir uno.
4. Se le puede poner en libertad bajo fianza o por dar su palabra de presentarse para el juicio.
Antes del juicio
1. Se le provee alimento y alojamiento.
2. Tiene libros, un televisor y recreación a su alcance.
3. Tiene a su disposición servicios médicos, incluso asesoramiento en cuanto a las drogas y las bebidas alcohólicas.
El juicio
1. Se le provee un abogado nombrado por el Estado.
2. Puede declararse culpable de una acusación menos grave para conseguir una sentencia menor.
3. Puede demorar el juicio y remitir la causa a otro tribunal.
4. Puede valerse de varias maniobras para ocultar pruebas o quedar absuelto.
5. Si se le declara culpable (solo a 3 por 100 de los que cometen delitos graves se les declara culpables), puede apelar de la decisión.
Al dictar la sentencia
1. Quizás no vaya a la cárcel... hay numerosas opciones.
La sentencia
1. Si se le envía a la cárcel, cuenta con alimento y alojamiento gratuitos nuevamente.
2. Puede recibir toda clase de tratamiento médico y sicológico a costa del Estado.
3. Puede mejorar su educación y desarrollar destrezas laborales.
4. Puede ingresar en uno de los numerosos programas de rehabilitación.
5. Si despliega buena conducta y trabaja bien, puede ser puesto en libertad antes de cumplir la sentencia.
Después de la liberación
1. Tiene a su disposición programas de ayuda y préstamos.
Resultado final
Una gran proporción de ellos vuelven a una vida criminal.
LA VÍCTIMA
No puede elegir... es víctima involuntaria de un delito grave.
El arresto
1. Si resulta herida, paga sus propias facturas médicas y por el uso de la ambulancia. Quizás sufra por consecuencias sicológicas toda la vida.
2. Es responsable de reemplazar sus propias pérdidas de bienes.
3. Es responsable de los problemas económicos que resulten del delito grave.
4. Pierde tiempo mientras coopera con las agencias encargadas de la aplicación de la ley.
5. Por lo general no se le informa sobre el progreso del caso.
Antes del juicio
1. Tiene que hacer arreglos para su propia transportación hasta el tribunal y las oficinas de la policía, y pagar por ella. Pierde horas de trabajo y quizás ingresos.
2. Todavía se le oculta información sobre el progreso del caso.
El juicio
1. De nuevo tiene que hacer arreglos de transportación y estacionamiento, y pagar por ello.
2. Tiene que pagar a una niñera o por otros gastos domésticos.
3. Tiene que relatar el delito grave y ser sometida a interrogatorio riguroso para comprobar lo que declaró antes. Es sencillamente otra de las pruebas.
4. El fiscal representa al Estado, no a la víctima. Por lo general no se exige indemnización para la víctima.
5. No tiene derecho de apelar de la decisión, aunque se ponga en libertad al criminal.
Al dictar la sentencia
1. No tiene ni voz ni voto en la decisión, los alegatos ni el sentenciar.
2. A menudo ni siquiera se le llama al dictar la sentencia.
Después de la liberación
1. Muchas veces queda descontenta con el sistema de “justicia” penal.
2. Tiene miedo a criminal(es) puesto(s) en libertad y a represalias.
3. El trauma tal vez continúe por el resto de su vida.
Resultado final
Ya no respeta un sistema que hace esfuerzos excepcionales por respetar los derechos del criminal, pero que pasa por alto las necesidades de la víctima.
[Ilustración en la página 5]
El tráfico de drogas... una de las actividades que por sí solas envuelven el mayor flujo de dinero efectivo en el mundo hoy día