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  • Viajando por la América Central
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¡Despertad! 1973
g73 22/7 págs. 25-26

Viajando por la América Central

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en El Salvador

DEBIDO a mejores carreteras más personas de los Estados Unidos están viajando por la América Central. En diciembre y enero, cuando el tiempo en la América del Norte es frío e invernal, el tiempo es encantador al sur de la frontera. Ya ha pasado la estación lluviosa, y las temperaturas se han moderado. Es una excelente época del año para viajar, y hay muchas cosas interesantes que ver.

Aquí los primeros aventureros europeos encontraron ciudades opulentas de civilizaciones brillantes... las de los mayas y los aztecas. A solo unos 48 kilómetros de la ciudad de México se pueden visitar pirámides colosales que fueron construidas hace más de dos mil años. Una de ellas, la Pirámide del Sol, ¡tiene aproximadamente la misma dimensión en su base que la Pirámide de Keops en Egipto!

Más al sur, en Guatemala, están las excitantes ruinas de Tikal. Algunas de las estructuras piramidales tienen 47 metros de altura —tan altas como un edificio de veinte pisos— ¡elevándose sobre la selva circundante! Uno se maravilla al imaginarse los miles de trabajadores que se necesitaron para construir estos gigantescos monumentos.

También hay muchas maravillas naturales. El volcán Irazú de Costa Rica. Las magníficas playas de negra arena volcánica de El Salvador. Las montañas, los lagos, las flores y la vegetación tropicales. Verdaderamente la América Central es una tierra hermosa.

Aquí en El Salvador hay dos encantadores lagos volcánicos, Ilopango y Coatepeque. En este último uno puede disfrutar de la comodidad de una cabaña amueblada en el parque del gobierno sin costo, por medio de obtener un permiso del Ministerio de Trabajo en San Salvador.

Preparación

Algunas personas debido a haber oído de la pobreza de la América Central, quizás asuman que aquí cuesta poco el pasar las vacaciones. Aunque quizás no sean tan costosas como en otros lugares, ciertas cosas son más costosas. Por ejemplo, la gasolina cuesta unos 13 centavos de dólar el litro una vez que uno deja a México. Se sugiere, por lo tanto, que cada persona calcule unos 10 dólares al día por cada día que pase aquí.

Una persona disfrutará más si viaja con poco equipaje. Esto aminorará el esfuerzo de empacar y desempacar. También es prudente llevar ropa que no necesita ser planchada. Aprenda a lavarla correctamente antes de partir. La América Central espera que los visitantes sean pulcros y aseados. Así es que si uno quiere ser bien recibido y respetado, evitará ir sin afeitarse, o pasear descalzo con andrajosos pantalones cortos.

También, recuerde que es un viaje largo... unos 5.600 kilómetros desde la frontera de los Estados Unidos hasta la ciudad de Panamá. Por lo tanto es importante asegurarse de que el auto y los neumáticos estén en excelentes condiciones. No espere recibir el mismo servicio de reparación del automóvil que en su localidad. En muchos pueblos pequeños no se podrán obtener los repuestos para su auto, y quizás sea necesario hacer un largo viaje en autobús para conseguirlos.

Algo más que hay que tomar en cuenta es que algunas veces el agua enferma a las personas. O a veces los visitantes se exceden comiendo de las muchas frutas deliciosas —los mangos, los ananás, los nísperos— y sufren de trastornos estomacales o intestinales. Esto requerirá ponerse en comunicación con un médico o un farmacéutico.

Costumbres sociales y buenos modales

Los jóvenes solteros quizás piensen acerca de encontrar lindas jóvenes en su viaje. Y es cierto, muchas de las jóvenes aquí son parecidas a las mujeres en el Oriente, pues han sido entrenadas para ser respetuosas y serviciales. Le recuerdan a uno de Rebeca quien se ofreció para dar de beber a los diez camellos del siervo de Abrahán... lo cual no era una tarea pequeña o fácil.—Gén. 24:15-21.

No obstante, la costumbre aquí para los jóvenes es de observar por un tiempo a una joven antes de concertar una cita con ella. Cuando un hombre pide permiso a los padres para visitar a la hija de ellos en su hogar, significa que desea ser aceptado como el novio oficial de la joven y, probablemente, más tarde, como su esposo. Por lo general el concertar citas no se considera como un entretenimiento, sino como una preparación para el matrimonio.

Además, por lo general las personas respetables no van sin compañía a una cita. Los padres de la joven esperan que el joven invite a otro miembro de la familia para que los acompañe cuando sale con la joven. No es de buen gusto el salir solos a una merienda campestre u otra excursión de esa clase con alguien del sexo opuesto.

Siendo un buen invitado

En años recientes muchos norteamericanos se han mudado para acá, entre éstos una buena cantidad de los que han venido a predicar las buenas nuevas del reino de Dios. Estas personas frecuentemente extienden su hospitalidad a cristianos que vienen de vacaciones de la América del Norte, invitándolos a pasar la noche con ellos, o haciendo arreglos para que se alojen en la casa de amigos. ¿Qué hay si se le invita a ser huésped en un hogar centroamericano?

Algunos visitantes han llegado a la conclusión de que puesto que las familias con frecuencia tienen sirvientes, éstos deben hacer el lavado y otros servicios personales del visitante. Pero esa no es una actitud correcta. Si los trabajadores del hogar realizan servicios para uno —haciendo las camas, lavando la ropa, lustrando los zapatos, etc.— uno debe sentirse agradecido y manifestar aprecio por esos servicios, en vez de darlos por sentado. Puede resultar en sentimientos heridos el que los visitantes no expresen su agradecimiento.

Los hispanos son hospitalarios por naturaleza. Es su costumbre decir que la casa de ellos es la casa de usted, y que ellos están allí para servirlo a usted. Los visitantes deben tratar de ser tan corteses con sus anfitriones como éstos lo son con ellos.

Ciertamente no crea una buena impresión el que los visitantes se limpien los zapatos con las toallas o las mantas que pertenecen a su anfitrión. Tampoco es apropiado el ensuciar la ropa blanca usándola antes de haberse lavado cabalmente. Es irrespetuoso, también, permanecer afuera hasta después de la hora de acostarse del anfitrión, tal vez hasta despertándolo para poder entrar. Sin embargo, inconsideradamente algunos hacen estas cosas.

El viajar por la América Central ciertamente puede ser una experiencia encantadora, y un detalle de gran interés en el viaje puede ser el permanecer en el hogar de un residente local. Pero si alguna vez ese fuera su privilegio, ¿no sería excelente que su anfitrión se sintiera tan deleitado de haberlo recibido a usted como usted de haber estado allí?

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