Cómo hacer un éxito del matrimonio

PUESTO que nuestro Creador dio origen al arreglo matrimonial, ¿por qué fracasan tantos matrimonios? ¿Qué pueden hacer las personas que verdaderamente quieren tener éxito en el matrimonio?

Las causas básicas de los fracasos en el matrimonio pueden clasificarse en una de dos categorías. La más fundamental tiene que ver con el que uno de los cónyuges pase por alto las leyes y los principios para la felicidad matrimonial que Dios nos ha dado en su guía inspirada, la Biblia.—2 Tim. 3:16, 17.

Pero algunas personas presentarán la siguiente objeción: ‘¡Mire, la Biblia ha existido por siglos en países “cristianos,” y esto no ha impedido que los matrimonios fracasen!’

Es verdad. Pero hay una gran diferencia entre tener algo y usarlo. Ante usted puede colocarse la comida más nutritiva del mundo, pero si usted no la come, su cuerpo no se beneficiará de ella de ninguna manera. Igualmente, el que alguien meramente tenga la Biblia, la lea y cite de ella no significa que esté viviendo en armonía con ella. Por lo tanto, si usted ve fracasar un matrimonio, puede estar seguro de que uno de los dos cónyuges, o ambos, no ha puesto en práctica las leyes y los principios de Dios para el matrimonio.

Hasta personas que no leen la Biblia, pero que sin darse cuenta de ello siguen normas similares a las que ésta establece, tienen mayor éxito que otras en el matrimonio. Pero el contar con hallar accidentalmente la clave al éxito en el matrimonio es como embarcarse en una nave que no tiene ni capitán ni timón y esperar que ésta casualmente sea arrastrada por la corriente al destino que se desea. Para llegar adonde usted quiere ir necesita un capitán experimentado y un timón digno de confianza. De manera correspondiente, Dios es el personaje más experimentado del universo en lo que tiene que ver con las relaciones humanas, y Sus principios son, con mucho, los más dignos de confianza.

Comprendiendo los papeles

Si se quiere tener éxito en el matrimonio es necesario primeramente comprender que Dios creó al hombre y a la mujer para que desempeñaran papeles que son algo diferentes y que, no obstante, se complementan. Podríamos comparar esta relación con las funciones que desempeñan el serrucho y el martillo, respectivamente. Cada una de estas herramientas efectúa un trabajo diferente, pero las dos se necesitan para tener éxito en la construcción.

El varón fue creado para desempeñar el papel de jefatura, o de cabeza, y ante Dios está bajo la obligación de desempeñar este papel de una manera que refleje las cualidades de Dios mismo. (Efe. 5:1, 2, 23; 1 Cor. 11:3) Si la jefatura no se ejerce apropiadamente, el resultado es discordia y confusión. Lo triste es que muchos hombres han abandonado este papel y, por consiguiente, sus esposas han quedado frustradas. Pero a veces la raíz del problema es que la esposa es demasiado agresiva; compite con el esposo y quiere usurpar el papel de éste. En cambio, si cada uno coopera en desempeñar el papel que Dios le ha asignado, el resultado es gran armonía.

El que cada uno de los cónyuges desempeñe un papel diferente no significa que uno sea inferior a otro. ¿Es un vaso de agua inferior, o superior, a un plato de buena comida? Ambas cosas se necesitan para la vida. Desempeñan diferentes funciones, pero cooperan para el bienestar del cuerpo. Igualmente, cuando el esposo toma la delantera de manera apropiada y la esposa coopera con él y apoya su jefatura, se establece un fundamento correcto.

Sin embargo, el esposo que desee tener un matrimonio feliz no entenderá que su papel de cabeza significa que él pueda ser un dictador. Tal actitud solo produce hostilidad de parte de la esposa. Nunca fue el propósito de Dios el que el esposo oprimiera a su esposa o que la rebajara a vivir en condición de esclava. Al contrario, la norma de Dios es: “Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos,” estando dispuestos a hacer sacrificios por ellas.—Efe. 5:25, 28.

De hecho, los “planos” de Dios para el éxito en el matrimonio dicen: “Ustedes, esposos, continúen morando con ellas de igual manera de acuerdo con conocimiento, asignándoles honra como a un vaso más débil, el femenino.” (1 Ped. 3:7) Esto significa mostrarse considerados para con las opiniones de ellas, considerar lo que les gusta y lo que no les gusta, y no menospreciarlas ni avergonzarlas. Tal consideración debe ejercerse en el aspecto sexual del matrimonio también. Si un esposo se esfuerza por ejercer su “jefatura” de esta manera apropiada, el ser sumisa no le parecerá una carga a su esposa, con tal que ella tenga el punto de vista correcto.

La esposa que pone de su parte anima en gran manera a su esposo a ser un buen cabeza. Si ella es humilde y sumisa, si acude a él por sugerencias, si no compite con él ni lo menosprecia aun cuando él comete errores, y si consulta con él antes de tomar decisiones importantes, hará que el papel que él desempeña sea más fácil y más agradable. (Efe. 5:22, 33) Una esposa que emprendió un verdadero esfuerzo por cooperar de esta manera con su esposo dijo: “Apenas puedo creer que esto haya producido tanta diferencia. Hace unos meses mi esposo y yo estábamos a punto de separarnos. Pero hoy estamos como —pues bien— como unos recién casados, pero mejor.”

Claro, se requiere mucho más para hacer un éxito del matrimonio. Por ejemplo, se necesita aprender a tratar aptamente con las imperfecciones humanas y con los errores, aprender a dar cabida a la expresión apropiada del libre albedrío, y aprender a resolver problemas matrimoniales cuando sí surgen. Asuntos de esta índole se pueden resolver si se da uso a las pautas o normas que Dios nos ha dado.a

Estando conscientes de los tiempos

Como ya se ha mencionado, el no seguir los principios divinos para el matrimonio es una causa fundamental de los fracasos en el matrimonio. Pero hoy en día hay otro factor que contribuye a tales fracasos. Este tiene que ver con el tiempo en que vivimos.

La Biblia muestra claramente que esta generación está en sus “últimos días” y que se presentarán “tiempos críticos, difíciles de manejar.” La profecía que se encuentra en 2 Timoteo 3:1-5 muestra que lo que habría de caracterizar a nuestra época sería que las personas serían ‘amadoras de sí mismas, presumidas, desagradecidas, desleales, sin cariño natural, no dispuestas a ningún acuerdo, sin gobierno de sí mismas, traicioneras, temerarias, hinchadas de orgullo, amadoras de placeres más bien que amadoras de Dios.’ Las noticias diarias confirman el cumplimiento de esta profecía.

Por lo tanto, a medida que nos acercamos al fin del presente sistema de cosas tan poco satisfactorio, el comportamiento humano se hace cada vez peor. El resultado es enormes presiones. Esto afecta al matrimonio, pues para hallar alivio de las frustraciones los cónyuges frecuentemente se desfogan el uno contra el otro.

Viviendo en paz y felicidad en el nuevo orden de Dios

Al respecto, es de gran provecho tener un conocimiento acertado de la Biblia, conocimiento que revela que Dios pronto pondrá fin a este sistema y lo reemplazará con un nuevo orden bajo su dirección, donde “la justicia habrá de morar.” (2 Ped. 3:13) En ese nuevo orden, según lo muestra la Biblia, la gente podrá formar una vida de paz y felicidad que hoy solo puede existir en los sueños.—Rev. 21:4, 5

Por eso, los que saben acerca del propósito de Dios de establecer un nuevo orden dentro de poco, y están fortalecidos por las pautas que él da para el matrimonio, logran mayor éxito en el matrimonio que cualesquier otras personas sobre la Tierra. Actualmente, están mejor protegidos de muchos pesares matrimoniales, y pueden anhelar con confianza y optimismo la vida en el nuevo orden de Dios, donde todos los problemas de la humanidad se resolverán satisfactoriamente.—Sal. 145:16.

[Nota a pie de página]

[Comentario en la página 10]

El éxito en el matrimonio empieza con el entendimiento de los papeles para los cuales Dios creó al hombre y a la mujer

[Comentario en la página 11]

Los que saben acerca del propósito de Dios y siguen Sus pautas para el matrimonio tienen más éxito en éste

[Ilustración de la página 9 (completa)]